Ana lloró dos veces

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Miguel ??ngel Castillo Cosme, 25 años. Desapareció el domingo 14 de diciembre. Fue hallado muerto el martes 16.

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2014-12-25 7:00:00

La búsqueda de Miguel Ángel comenzó el lunes 15 de diciembre. El domingo, a eso de las 7:00 de la noche, según su compañera de vida, el joven de 25 años salió de casa a cobrar un celular que había vendido. Nerys y Giovanny, dos amigos de infancia, le silbaron desde afuera y se fue con ellos.

Pasaron las horas y Miguel no volvió. Sus dos amigos aseguran que lo dejaron a pocos metros de su casa en los condominios Los Osorio, en el Barrio San Jacinto.

Ese lunes su pareja, junto a Ana (nombre ficticio), la madre de Miguel, pusieron la denuncia del desaparecimiento en la Policía. Dos agentes las enviaron a Medicina Legal a ver un cuerpo con características similares a Miguel.

Su madre recuerda que caminó deprisa y llegó a la morgue de Medicina Legal a mirar el cuerpo de un joven, golpeado y cubierto de sangre, que había recibido varios disparos de bala y había sido llevado ahí horas antes.

Con Ana estaba su hija y el padre de Miguel, con los ojos llorosos y la angustia atrapada en la garganta. Ana caminó a la morgue y vio apenas los ojos y parte del rostro de un muchacho, cubierto de golpes y de sangre y salió. Lloró por primera vez, pero sus lágrimas reflejaban alivio: el cuerpo ahí tendido no era el de Miguel, aseguró.

“Nos mostraron el cadáver, tenía características de la vestimenta con la que él andaba, pero yo les dije que no era él, porque no lo reconocí. Ese cuerpo está lleno de sangre, van a limpiarlo para que podamos verlo de nuevo, pero sé que no es él”, dijo convencida.

Llegó el martes y, a mediodía, esperaban de nuevo mirar otra vez el mismo cuerpo que horas antes ella había asegurado que no era Miguel. “Mi hijo es una persona tranquila, a él no le gustan los problemas… es trabajador, se había quedado sin empleo pero andaba viendo qué hacer para ayudar en la casa…”, contaba doña Ana, frente a la Oficina de Atención a Fallecidos y Desaparecidos de Medicina Legal, mientras esperaba.

Miguel había trabajado en dos compañías telefónicas como vendedor, también fue empleado de gobierno pero volvió a quedar sin trabajo y comenzó a pintar casas para poder ganar algo de dinero.

Es martes por la noche, doña Ana, su hija y el padre de Miguel por fin van de nuevo a la morgue de Medicina Legal, esta vez entra el papá y ella, y el corazón se les quiebra, ¡sí es su hijo! ¡ sí es Miguel! “Ya lo reconocimos, es mi tesoro…”, dice Ana y llora por segunda ocasión. Esta vez sus lágrimas son distintas, hay coraje en ellas. Lo único que sabe es que recibió varias balas y fue torturado y ahora, ya limpio, puede reconocer al segundo de sus hijos en ese cuerpo inerte. La búsqueda ha terminado. Ana lloró dos veces, la segunda ocasión el dolor permanecerá para siempre.