Una vida de 10 días dependía de cateterismo

La niña fue referida con respiración asistida, desde Occidente, al hospital Bloom

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La pequeña Ana fue intervenida en el Hospital de Diagnóstico de la Colonia Médica.

Por Lilian Martínez lilian.martinez@eldiariodehoy.com

2014-09-27 8:00:00

Con 10 días de vida y 2.5 kilogramos de peso, el futuro de Ana (nombre ficticio) era incierto. Hace poco menos de 15 días, el cardiólogo pediatra, Francisco Javier Delgado, la vio por primera vez en el área de neonatos del hospital Bloom.

“Vino en estado muy grave (…) No podía respirar por su cuenta. La piel (estaba) un poquito azul y el oxígeno en sangre bien bajo”, recuerda el galeno. Además, una radiografía mostraba que su corazón era más grande de lo normal.

Todo lo anterior hizo sospechar a los médicos que el corazón de Ana necesitaba ayuda de emergencia. Tras nuevos exámenes, se determinó que una válvula pulmonar, que debería llevar sangre del corazón a los pulmones, estaba tapada. Esa condición es conocida como atresia pulmonar, según explica el cardiólogo pediatra, Mauricio Velado.

Además, en sus palabras: “Al no tener sangre que esté llegando hasta el pulmón, esta tiene que llegar por otra fuente (…) Lo hace a través de una persistencia del conducto arterioso: una estructura que está abierta cuando el bebé está en el vientre de la mamá, pero que se cierra al nacer”. En el caso de Ana, esta estructura quedó abierta.

La niña tenía inflamado el lado derecho del corazón, pues la pared entre los atrios derecho e izquierdo tenía un espacio muy estrecho.

Tras el diagnóstico, los médicos se preocuparon por estabilizar a la bebé, con el fin de prepararla para el procedimiento quirúrgico al que sería sometida: un cateterismo.

La bebé necesitaba recibir apoyo con ciertos medicamentos y ser estabilizada. Debido a que el Bloom carece de una sala de cateterismos, el 18 de septiembre, gracias a las gestiones de la Fundación Sana Mi Corazón, la bebé fue llevada hasta el hospital de Diagnóstico de la colonia Médica. Ahí se llevó a cabo el trabajo de “plomería fina” que le daría una esperanza.

Lo primero que hicieron los médicos fue una atrioseptostomía. Para ello, introdujeron un globo al corazón, a través de los atrios. Una vez ahí, lo inflaron y lo utilizaron para ampliar el espacio entre estos y permitir que la sangre se mezclara mejor. Con lo cual, la bebé se estabilizaría aún más.

“Eso lo hicimos por si teníamos problemas al abrir la válvula pulmonar”, explica Velado.

Después, se introdujo una guía por la aorta y de ahí a la válvula pulmonar donde metieron otro globo para abrirla y liberar el paso de sangre.

Ana ya no tiene esa válvula obstruida, pero la sangre también fluye a través de la vena conocida como “persistencia del conducto arterioso”.

Velado espera que esta vena se cierre en los próximos dos meses. De no ser así, podrían, nuevamente, intervenir a la bebé para cerrarla. Eso podría ocurrir dentro de 8 meses o un año.

Tras los procedimientos, según Delgado, la niña ha evolucionado “bastante bien”, pese a que su problema era “bastante difícil”.

Ambos médicos reconocen que el caso de Ana es solo un ejemplo de la necesidad de contar con personal capacitado para diagnosticar los problemas cardiacos en los neonatos. Además, el país necesita recursos humanos (médicos y enfermeras) como tecnología para atender casos aún más complicados.

Estos casos son identificados en el Bloom o son referidos desde el hospital 1º de Mayo del ISSS o desde los hospitales nacionales de Maternidad, Santa Ana y San Miguel, donde ya se cuenta con cardiólogo infantil.

Velado considera: “Hoy estamos mejor , porque hay gente especializada en todas partes de El Salvador. Ellos son los que identifican los casos, los mandan acá e intervenimos”.

El médico explica que con los fondos que consigue “Sana mi corazón” se compran balones, globos y tapones “que se ponen en el corazón y que son bien caros”.

El programa de cateterismo de esta fundación se inició en 2003. Celina Aguirreurreta, presidenta de “Sana mi corazón”, explica que este programa ofrece “una alternativa de tratamiento de alta tecnología, con menor costo y menos invasiva para el paciente”. Así se solucionan algunos de los problemas cardíacos congénitos que se detectan en los niños.

El objetivo de “Sana mi corazón” es intervenir con cateterismo entre 150 y 200 niños cada año. Aguirreurreta subraya que sin el apoyo del hospital de Diagnóstico y Emergencias el programa de cateterismo no sería posible.