Los pacientes no identificados del Rosales

Una parte de ellos son víctimas de accidentes

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El señor dijo llamarse Felipe, se encuentra en el Servicio de Ortopedia del hospital Rosales.

Por Yamileth Cáceres nacional@elsalvador.com

2014-07-27 7:00:00

De enero a mediados de julio de este año, en los servicios del hospital nacional Rosales ha permanecido una treintena de pacientes con diferentes tipos de dolencias bajo el registro de no identificados.

Se trata de personas que sufrieron un accidente y fueron trasladados inconscientes por los cuerpos de socorro o la Policía Nacional Civil (PNC) a la Sala de Emergencias del establecimiento médico, entre ellos también hay indigentes y otros que los fueron a dejar sus familiares, pero ya no regresaron a preguntar su estado de salud.

Maricarmen Marín, jefa de Trabajo Social, del hospital Rosales, manifestó que hay personas que ya terminaron su tratamiento, pero no se les puede dar el alta porque no hay quien responda por ellos.

El área de trabajo social se encarga de encontrar la familia para poder entregarlo, pero luego de un tiempo buscan otra opción como asilos, centros de rehabilitación o lo trasladan a otro hospital.

“El paciente ingresa por la Emergencia o cualquiera de los servicios del hospital, es reportado a la trabajadora social por personal médico o de enfermería que ya detectaron que el paciente o es no identificado, que no da su nombre, o es un paciente que tiene problemas con la familia, que no lo vienen a visitar”, comentó Marín.

Del total de casos, 11 de los usuarios han sido no identificados, es decir, aquellos que no recuerdan su nombre, que no saben dónde ni con quién residían, pero hay otros que viven en la calle.

Entre estos casos, que son comunes todos los años en el Rosales, se encuentra el de un hombre que aparenta tener 74 años y que en más de una ocasión ha podido decir el nombre de Felipe.

Él ingresó el 20 de junio, agentes de la PNC lo encontraron inconsciente en las calles de San Salvador. Las evaluaciones médicas determinaron que tenía un bacteria e insuficiencia renal terminal.

Violeta Portillo, residente del Servicio de Neurología, dijo que el tratamiento del señor culminó, que la diálisis por la enfermedad renal es una vez a la semana, por ello necesitan localizar a un familiar.

El problema es que Felipe como se le conoce no está consciente en tiempo ni lugar, es decir, que desconoce qué fecha es y dónde está.

“Queremos un familiar para poder trasladarlo, aquí puede adquirir nuevas enfermedades”, añadió Portillo.

Mientras que en el Servicio de Ortopedia se encuentra Francisco Colorado Melgar, de 65 años, y el guatemalteco William Manuel Sánchez de 36 años.

Ambos fueron a parar al Rosales tras ser atropellados, Francisco se encontraba en la zona del Parque San José recolectando botella y cartón, oficio con el que se gana la vida, cuando un automóvil lo golpeó.

Personal de la Cruz Roja lo trasladó, el 6 de julio, al hospital, desde entonces nadie lo ha llegado a visitar, dice tener un hermano que se llama Marco Antonio Melgar y que vive adelante de San Martín y un sobrino que reside en las Palmas, Soyapango. En el expediente clínico se detalla que sufrió múltiples traumas por atropellamiento, tiene lesiones en el brazo, cadera y pierna derecha y en la pelvis.

Mientras sostiene un librito de pasta azul entre sus manos en el que se lee Nuevo Testamento, Francisco dice: “ya me sacaron en la tele, pero nadie viene”.

La jefe de Trabajo Social del Rosales expresó que una de las estrategias para localizar a los parientes es buscar una publicación en los medios de comunicación, pero no todas las veces surgen efecto, otras sí.

William se dedicaba a limpiar parabrisas en uno de los semáforos de la 29 Calle Poniente en San Salvador cuando lo golpeó un carro.

“Lo último que recuerdo es que andaba como a las 6:00 de la tarde y aquí vine a despertar como a las 11:00 de la noche”, narró el joven, él tiene fracturado el pie izquierdo.

La PNC lo trasladó hasta ese centro médico.

William dijo que desde hace cinco años reside en El Salvador, al inicio alquilaba una habitación en Lourdes, Colón, pero luego se quedó a vivir en las calles de la capital.

Él ingresó el 9 de junio al establecimiento. “En Guatemala me acompañé, hace cinco años me vine para aquí…, aquí comencé a trabajar y luego caí en la droga”, manifestó el hombre.

En el hospital le pregunta si tiene familia en El Salvador, William dice que sí, pero no mantienen ninguna relación con ellos por ello espera poder ingresar a un centro de rehabilitación.