Condenas de más de 100 años a mareros por matar a soldado

Las sentencias impuestas oscilan entre los 25 y 172 años por varios asesinatos

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Luego del hallazgo del cadáver en las s orillas de la carretera a Sonsonate, soldados rastrearon la zona. Foto EDH / Archivo

Por sucesos@eldiariodehoy.com

2014-04-03 8:00:00

Cuatro miembros de la mara Salvatrucha (MS) fueron condenados el jueves 27 de marzo por el asesinato del soldado Élder Arcadio Bautista Valenzuela, cometido en diciembre de 2011. En diciembre 2013, una mujer también fue condenada por ese mismo crimen.

El Juzgado Especializado de Sentencia de Santa Ana impuso 172 años de prisión a Fredy Edenilson Méndez Mirón; en tanto que a Luis Enrique Rodríguez Vásquez lo condenó a 143 años. A Walter Alexánder Molina Flores le impuso 50, y Daniel Moisés Fuentes Valencia deberá purgar 69 años en la cárcel.

Las sentencias incluyen penas también por otros homicidios, como los de Romeo Fermán y Florencio Martínez Girón, motorista y cobrador de un microbús de la ruta 168, que recorre de Santa Tecla a Quezaltepeque, a bordo del cual iba Bautista Valenzuela cuando fue privado de libertad y horas después asesinado con un machete.

En diciembre anterior, Jhoscelyn Elizabeth Alvarado López fue condenada a 30 años por complicidad en los asesinatos del soldado y de los empleados del microbús.

Asesinato con tortura y maldad

Bautista Valenzuela fue privado de libertad cuando varios mareros abordaron el microbús en que él se conducía del cuartel donde prestaba sus servicios, a su vivienda, en el municipio de San Matías.

En principio, los mareros solo tenían planeado robar a los pasajeros y secuestrar la unidad junto al cobrador y el motorista, con el propósito de exigir dinero al propietario de la unidad a cambio de no quemar el automotor.

Sin embargo, cuando los mareros registraron a los pasajeros, vieron que Bautista Valenzuela llevaba un uniforme militar. Como era un “arañita”, decidieron privarlo de libertad y, junto al cobrador y motorista del microbús se lo llevaron hacia un rancho en la playa San Diego, en La Libertad, donde los mantuvieron cautivos por varias horas.

En cuanto las autoridades fueron notificadas de la privación de libertad, montaron un operativo de búsqueda. La unidad de transporte tenía un aparato de localización satelital por lo que poco después del mediodía, a más de una hora de haber sido desviado de la ruta, la unidad fue localizada en una calle de la playa San Diego.

Si los policías hubiesen sido más acuciosos, podrían haber salvado a los tres, pues los mareros los habían bajado del microbús e introducido a un rancho cuyos cuidadores les colaboraban, según lo revelado por un pandillero de la MS que colaboró con las investigaciones a cambio de beneficios judiciales (criterio de oportunidad).

Esa misma noche, ya cuando las autoridades se retiraron de San Diego, el soldado y los otros dos hombres fueron llevados hasta el cantón Cinco Cedros, en el municipio de Colón, La Libertad.

Los trasladaron en un auto sedán que robaron ese mismo día para lo cual supuestamente mataron a su propietario, quien era vecino de uno de los mareros condenados.

Una vez que llegaron a Cinco Cedros, al motorista y al cobrador los llevaron a un lugar distinto al que llevarían al soldado Bautista Valenzuela.

Al militar lo introdujeron a un cultivo de berenjenas que estaba entre Cinco Cedros y Entre Ríos. Los mareros le ordenaron que se pusiera el uniforme porque de esa forma sentirían más placer para torturarlo.

Pero mientras el militar se ponía el pantalón, los mareros se descuidaron y el soldado salió corriendo entre el cultivo. Un pandillero que tenía un fusil AK-47 le apuntó pero otro le gritó que no lo hiciera porque haría un escándalo. Esto sucedió como a las 11:00 p.m., del 9 de diciembre.

Como a la 1:00 a.m. del siguiente día, los mareros lograron recapturar a Bautista Valenzuela. Esta vez lo ataron de pies y manos, y le pusieron una cuerda al cuello.

El grupo de mareros comenzó a torturar al militar, un joven campesino que era el único sostén económico de su madre y varias hermanas menores de edad.

Lo golpearon con la boquilla del AK-47 y le infligieron varias heridas en el rostro hasta llegar a la mutilación.

A las 4:00 a.m., los mareros introdujeron las partes seccionadas del militar y las fueron a botar a la orilla de la calle que conecta Armenia con Sonsonate. A un lado le dejaron los documentos que lo acreditaban como militar.

Negociaron rescate de muertos

Al motorista y al cobrador los mantuvieron unas horas más con vida. Negociaron pago de rescate por ambos pues ya no podían hacerlo por la unidad de transporte, que había sido recuperada por la Policía.

La familia no tenía mucho dinero así que entregaron una parte de dinero y varios electrodomésticos como equipos de sonido y teatros en casa. Los mareros fueron a recogerlos a un lugar indicado.

Al regresar a Cinco Cedros se los repartieron. Mas las familias del cobrador y motoristas tuvieron que esperar casi un mes para hallar a ambos, los encontraron muertos, enterrados en una tumba clandestina en Cinco Cedros.

Por estos dos crímenes, también fueron sentenciados Juan Francisco Díaz Rugamas, según explicó el juez Carlos Linares Ascencio, quien dictó las sentencias respectivas.

Todos los mareros condenados por el caso del soldado y de los empleados del microbús pertenecen a la misma estructura que asesinó al ingeniero Josué Aldana el 25 de noviembre de 2011.