Viuda se aferra a la voluntad de Dios para mantener a 12 niños

Asegura que tiene bajo su cuidado a nueve hijos menores y tres nietos

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Cuatro de los niños huérfanos pasan frente a los ataúdes de su padre y de su hermano mayor, asesinados el lunes en Monte San Juan. Foto EDH / Mauricio Cáceres

Por David Marroquín Marielos Ramírez sucesos@eldiariodehoy.com

2014-04-15 8:00:00

Lo único que fortalece a María es tener fe en que Dios la va a socorrer para salir adelante con sus nueve hijos menores huérfanos y tres nietos, después de que le asesinaran a su esposo Candelario C. S. y a su hijo Abel Ernesto, de 17, en el cantón Soledad de Monte San Juan, situado en Cuscatlán.

Como sospechoso del doble asesinato, la Policía ha capturado a Francisco Javier A. S., un pandillero de la mara 18 que anteriormente había amenazado a los hijos de Candelario. Por ahora está detenido por resistencia, pero luego le sumarán las amenazas y el doble crimen, dijo el subcomisionado Rigoberto Vigil, jefe de la Policía en Cuscatlán.

Tanto Candelario como su hijo Abel eran el sostén de la familia, explicó María, mientras se mantenía serena, quizás pensando en cómo enfrentará el reto de alimentar a su numerosa familia.

“Me quedo con todos mis hijos, son mis hijos y primero Dios, nuestro Señor, que Él es quien me va ayudar”, dijo.

Diez de los niños son menores de 10 años de edad; el más pequeño de todos tiene cinco meses. Hay dos menores que tienen 12 y 14 años. Solo la mitad de ellos asiste a la escuela.

Cada año, Candelario rentaba dos manzanas de terreno para cultivar maíz y frijol con lo que alimentaba a su familia por un par de meses.

Además de eso, sus hijos adolescentes lo acompañaban a trabajar en un terreno como capataz, donde se dedicaba a ordeñar vacas desde muy temprano.

Para sumar un poco de dinero, Candelario llevaba leche a su casa, pero no para consumo de su familia, sino para elaborar cuajada y luego venderla entre sus vecinos.

“Este hombre sí echaba riata para mantener a su familia, desde las 3:30 de la mañana comenzaba a trabajar”, dijo un vecino de Candelario.

Las necesidades que rodean a la familia son muchas, pero las esperanzas para salir adelante son pocas. Sin embargo, María no se deja vencer por la adversidad: “vamos a ver cómo le hacemos para trabajar, si me ayudaran con mis hijos serían bendecidos por Dios”, manifestó la mujer.

La numerosa familia vive en una modesta casa de bahareque, la cual se ha ido deteriorando por el paso de los años. Apenas cuentan con tres camas en mal estado, donde duermen hasta siete niños en una sola cama. El techo de la casa se encuentra en malas condiciones, pero por la falta de dinero, el cual apenas les alcanza para comer, no han podido arreglarlo y todos los años tienen que soportar las goteras en la época lluviosa.

El concejal de la alcaldía de Monte San Juan, Cuscatlán, Antonio Cruz dijo: “Vemos una necesidad grande que va a tener esta familia”, porque Candelario era el responsable de llevar “el pan de cada día” a su familia y para ello se dedicaba a la siembra de los granos básicos para al menos asegurarles su alimentación.

“Ahora va a ser muy duro para ellos”, lamentó Cruz.

Empleado del ISNA sugiere acudir a la PGR

Francisco Morán, un estudioso de las leyes que protegen a menores y que también es técnico en cooperación del Instituto Salvadoreño para el Desarrollo Integral de la Niñez y la Adolescencia (Isna), explicó que María tiene derecho a solicitar ayuda a la Procuraduría General de la República (PGR).

Y agregó que la madre es quien tiene ahora la patria potestad de los pequeños y que nadie puede obligarla a darlos en adopción: “Nada sustituye a la madre, y por la falta de dinero no existe vulneración de los derechos del niño. La pobreza no es violación a sus derechos; (aunque) hay que ver si la madre está en la capacidad de seguir cuidándolos”.

Solo si hay violación a derechos, como maltrato, abuso y todo aquello que vayan contra los derechos de protección, podrían arrebatarle a los 12 menores.