“Tía, ayúdeme necesito que me deposite $3,400”

Delincuentes fingen ser parientes de las víctimas que están en El Salvador y les piden dinero desde frontera

descripción de la imagen
Los clientes podrán acercarse a las sucursales habilitadas y preguntar por los chequeos preventivos. Fotos edh / Omar carbonero

Por El Diario de Hoy sucesos@eldiariodehoy.com

2014-03-14 8:00:00

La ingenuidad de una mujer y la astucia de un delincuente le está pasando la factura a una sencilla familia de Ahuachapán que, en enero pasado, le depositó $3,400 a un desconocido que se hizo pasar como un familiar que, supuestamente, estaba pasando por un grave apuro.

Manuel Velásquez (nombre ficticio) relata que un hombre llamó al teléfono de su casa y su esposa, quien se dedica a los quehaceres del hogar, fue quien le respondió. Él se identificó como Calixto, un sobrino de Velásquez que desde hace más de ocho años reside en Estados Unidos.

El desconocido le pidió el número celular de su “tío” y la mujer —sin advertir ninguna mala intención— se lo dio. El delincuente le marcó a Manuel, le aseguró que era su sobrino y que al día siguiente viajaría a El Salvador para visitar a la familia, pero que antes haría una escala en Guadalajara, México.

Según Velásquez, quien trabaja como motorista temporal para una institución de Gobierno, a él le pareció extraño que Calixto le llamara por primera vez desde que había emigrado; sin embargo, nunca dudó que fuera él porque “la voz era igualita”.

El falso Calixto le pidió que fuera por él al aeropuerto, pero le externó que no quería que llegara en los carros de su padre (el cuñado de Manuel) porque este padece una enfermedad y el saber que vendría al país podría causarle una fuerte impresión.

“Mejor rente un vehículo usted y me va a traer. Yo mañana a las 10:00 le voy a llamar para decirle en qué vuelo voy a llegar”, le dijo el sujeto a Velásquez, quien ese día estaba trabajando muy lejos de casa.

Al la mañana siguiente, la esposa del Velásquez le llamó para decirle que Calixto había hablado diciendo que necesitaba dinero porque lo tenían retenido en México, pues, según él, traía varias maletas con regalos para toda la familia, pero no había pagado los impuestos al salir de Estados Unidos.

“Mire tía, ayúdeme, necesito que me deposite $3,400, porque el jefe del aeropuerto me tiene retenido, tengo que pagar una gran multa. Al llegar allá se lo voy a pagar con intereses”, fue lo que el hombre le dijo a su “tía” política.

Familia buscó dinero donde prestamista

Manuel cuenta que al percibir la necesidad que tenía Calixto y la insistencia con la que pedía el dinero, su esposa se mostró conmovida y le dijo entre lágrimas que iría donde una prestamista.

“¿Qué vas a ir a hacer ahí, si yo todavía le debo $700?”, le increpó Manuel, pero ella le respondió: “Sí, pero tu sobrino dice que al venir él lo va a pagar”.

Pese a la oposición de su esposo, la mujer hizo el préstamo y al recibir el dinero fue a una agencia del Banco Azteca de Sonsonate y depositó los $3,400 a nombre de Omar Herrera Hernández. Según Calixto, ese era el nombre del empleado del aeropuerto que lo tenía retenido en México.

“Hoy hasta ando padeciendo de problemas nerviosos por los grandes intereses que voy a tener que pagar”, cuenta angustiado Manuel.

Horas más tarde, Calixto se comunicó con los Velásquez para asegurarse de que ya habían remesado el dinero, luego les dijo que llegaran a recogerlo al aeropuerto a las 6:00 de la tarde del día siguiente.

“Fuimos y se nos dieron las 9:00 de la noche, andando en un vehículo alquilado, y el tal sobrino nunca llegó”, cuenta el hombre compungido.

Para saber qué es lo que había pasado con el visitante, Velásquez le llamó por teléfono al hermano de Calixto que también vive en Estados Unidos y él le aseguró que su pariente estaba en la casa y que no tenía planes de viaje.

Así fue como los Velásquez cayeron en la cuenta de que habían sido estafados. Las víctimas quieren creer que quien los engañó no es un conocido, aunque les llama la atención que manejara información sobre sus familiares.

Con la esperanza de que el hecho no quedara impune, los afectados acudieron al puesto policial de Ahuachapán para poner una denuncia, pero, según Manuel, su caso solo sirvió de burla para los agentes que lo atendieron.

“Da pena decirlo, pero las autoridades en vez de ayudarle a uno mejor se burlan. Dijeron que mi mujer, que es más joven que yo, había hecho una bobada y que no podían hacer nada, pues se entregó el dinero con nuestro consentimiento”, se queja Velásquez.

El hombre buscó asesoría con un abogado, con quien ha logrado que una unidad policial les reciba la denuncia.

El afectado duda de que la investigación avance, pero teme que otros salvadoreños puedan caer en la misma trampa y por eso quiere que su caso salga a la luz.

En 2013 hubo 20 casos similares en San Salvador

Los temores de Manuel no son infundados, si se considera que, solo en el departamento de San Salvador, la Unidad de Patrimonio Privado de la Fiscalía General de la República (FGR) recibió 20 denuncias de este tipo el año pasado.

Para la coordinadora de fiscales de dicha Unidad, Carolina de Ayala, esta cifra puede dar una idea de cuántos casos similares, denominados por la institución como “Estafas México”, se tienen registrados en el resto del país.

Según ella, en los 20 casos, los delincuentes usaban la misma estrategia: llamaban a los teléfonos fijos de las víctimas, se hacían pasar como parientes que están retenidos en la frontera entre México y Estados Unidos y les decían que necesitaban que les hicieran una remesa para cancelar la fianza y quedar en libertad para continuar el viaje.

“La gente, si tiene parientes fuera del país, hace la remesa, y cuando logra hablar con sus (verdaderos) familiares se entera de que estos nunca estuvieron detenidos y que no recibieron el dinero”, según la delegada fiscal.

El Ministerio Público no tiene una hipótesis formada sobre cómo los delincuentes obtienen la información de sus víctimas, pero presumen que las escogen al azar.

Aunque algunas personas pueden creer que las víctimas de estas estafas son de estrato socioeconómico bajo o sin ningún grado académico, los casos conocidos por El Diario de Hoy demuestran que gente de todos los niveles (profesionales, amas de casa o estudiantes) caen —o estuvieron a punto de hacerlo— en los engaños de los estafadores.

Delincuentes manipulan a sus víctimas

Las personas que han sido víctimas de estafa o que se libraron de serlo coinciden en que los delincuentes tienen una gran habilidad y facilidad para influir sobre los demás para conseguir lo que quieren.

Para ello, apelan a los sentimientos, diciéndoles a los afectados que tienen ganas de reencontrarse con ellos en El Salvador y que les traen obsequios. Además, se muestran como víctimas para inspirar lástima al decir que estarán presos por no pagar impuestos o que los someten a todo tipo de maltratos.

“Llaman y montan una escena a través del teléfono, cruel, insensible, en la que mi supuesto primo se hace pasar por detenido en un aeropuerto en México”, recordó una de las personas afectadas.

Ante estas situaciones, la delegada de la Fiscalía recomienda que quienes reciban una llamada de este tipo mantengan la calma y no entren en pánico, porque, a su juicio, “los delincuentes juegan con la psicología de sus víctimas”.

También exhorta a los ciudadanos a no permitir que sean las personas las que hacen la llamada quienes dirijan un interrogatorio, porque así es como los delincuentes les irán sacando información que luego será usada en su contra.

“Deben reaccionar de una manera lógica y contenida, porque, si se prestan a las emociones, para la otra persona va a ser muy fácil ser ella quien controle la conversación”, sostiene De Ayala.

Algunos afectados aseguran que por desidia o falta de confianza en las instituciones no denuncian los casos; otros suponen que, porque los estafadores delinquen desde el extranjero, difícilmente las autoridades podrán dar con su paradero y hacerlos pagar por sus delitos.