Hacen más revelaciones contra los tres Bobadilla

Coinciden relatos de testigos en juicio por muerte de Helene

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Los tres imputados se mostraron inquietos, ayer, al escuchar los relatos de los testigos.

Por Diana Escalante sucesos@eldiariodehoy.com

2013-11-19 7:00:00

El segundo día del juicio por el plagio y asesinato de la universitaria Helene Arias Moreno no pudo ser más sombrío, ayer, para Andrea Bobadilla y Claudia de Bobadilla, dos de las imputadas, que son juzgadas junto a Alejandro, sobrino e hijastro respectivamente.

Un amigo de Alejandro Bobadilla, un hombre que era vigilante de la residencial donde vivían los imputados, y una exempleada de Andrea revelaron en el Tribunal de Sentencia de Santa Tecla información que, según la Fiscalía, incrimina a los sospechosos en el homicidio cometido el 30 de octubre de 2012.

El primer testigo protegido sostuvo que fue compañero de colegio de Alejandro y así conoció a Andrea y a Claudia. Según declaró, cinco días antes del asesinato de Arias, la madrastra de su amigo lo llamó desde el teléfono de Andrea y le pidió prestados $200 con la promesa de devolvérselos en una semana. No lo hizo.

También aseguró que el 30 de octubre Alejandro lo llamó llorando, supuestamente preocupado por no saber el paradero de su novia, quien desde la mañana no se había comunicado con su familia.

Un día después, el imputado volvió a contactarlo para pedirle que lo acompañara a un centro comercial de Antiguo Cuscatlán porque ahí habían hallado el carro de la víctima.

Cuando la Policía dijo que el último número de teléfono con el que se contactó Helene era el de Andrea, Alejandro le confesó al testigo que su tía y madrastra citaron a Arias en ese lugar para saldar una deuda. Su amigo le aconsejó decirle a los investigadores que estaban recogiendo evidencias, pero desconoce si lo hizo.

Más tarde, él se fue con Alejandro y su madrastra a la residencial Quintas de Gratamira, en San Juan Opico, La Libertad, donde pretendían semienterrar a la víctima.

El amigo de los Bobadilla reveló que le pareció sospechoso que, durante el trayecto, Claudia cambió tres veces la versión sobre la cita que tuvo con Arias para supuestamente saldarle $2,000 que debía a los padres de la joven.

Primero, según él, la acusada sostuvo que le entregó a Helene el dinero en una parada de buses que está a la salida del centro comercial donde hallaron el carro de Helene; luego aseguró que entró en su carro hasta el parqueo y que allí le pagó; después se contradijo al decir que llegó a recoger a la víctima para llevarla a una agencia bancaria de Santa Tecla y hacer el depósito.

La imputada habría asegurado que, cuando se dirigían al banco, Arias le dijo que no andaba DUI, por lo que regresó a dejarla al centro comercial.

“Vayan preparándole la tumba”

El amigo de estudios de Alejandro también aseveró que cuando llegaron frente a la fachada de la residencial, sobre la carretera, Claudia le insistió a su hijastro que la dejara ahí, que ella caminaría hasta la casa y los mandó a la casa de Helene para que acompañaran a sus familiares.

Los jóvenes se marcharon a Santa Tecla y allí estaban los padres de Helene y su hermano Bryan. Según el testigo, la madre de la víctima le pidió a Alejandro que le dijera lo que supiera sobre Helene, pero él aseguró no saber nada.

Mientras los parientes de Arias estaban reunidos en la sala, Alejandro recibió un mensaje de texto que decía: “Helencita está en un mejor lugar, vayan preparándole la tumba”. El imputado lo leyó en voz alta y aseguró que no sabía quién era el remitente.

Casi a la medianoche de ese 31 de octubre, el testigo se enteró, a través de Twitter, que habían hallado un cadáver en La Libertad y se presumía que la víctima era Helene.

Al relato de este testigo se sumó el de la exempleada doméstica de los Bobadilla, quien aseguró que el 15 de octubre su patrona Andrea y Claudia conversaron por teléfono con altavoz y ella oyó que acordaron cavar un hoyo en el patio de la casa para sembrar una palmera.

Dos días después, un jardinero llegó y cavó una fosa de un metro de profundidad; Andrea pagó $6 por el hoyo, pero nunca compró la palmera.

Claudia llegó el 29 de octubre a la casa de su cuñada para verificar que el hoyo estuviera hecho y luego se encerraron en una habitación.

Un día después, Claudia llegó a sacar a su cuñada de la casa y Andrea le dijo a la empleada que iban al dentista. Más tarde le llamó para decirle que se fuera a un centro comercial situado en Colón y que ahí la esperara. La doméstica quiso comunicarse tres veces con Andrea, desde el centro comercial, porque estaba tardándose en recogerla, pero no obtuvo respuesta. Declaró que tras unas cuatro horas de espera se enojó y se regresó a la casa de la imputada.

Al llegar descubrió a Andrea y a su cuñada recién bañadas. Cuando Claudia la vio le reprochó que por qué no esperó. La testigo dijo que estaba tan indignada porque la habían plantado que renunció.

Cuando la doméstica entró al cuarto donde solía dormir vio que estaba desordenado: el colchón lo habían sacado al patio y en la casa se sentía un fuerte olor a lejía. Andrea le prohibió entrar al baño, porque supuestamente ahí había guardado unos televisores.

Luego la empleada vio a las mujeres limpiando los asientos de la camioneta en la que horas antes habían salido.

Un vigilante de la residencial declaró que para el 30 de octubre Claudia mostró “actitudes sospechosas” que él plasmó en un libro de control.

Según él, Claudia entró y salió de la colonia cuatro veces; en dos ocasiones se le acercó para saber si su esposo había preguntado por ella y le pidió que si lo hacía le dijera que no la había visto. El vigilante siguió a la imputada hasta la casa de Andrea y vio que del baúl bajó una bolsa negra.

Más tarde, Claudia le preguntó si vio entrar a Helene a la colonia y, aunque él le respondió que no, ella le hizo asegurarle eso tres veces.