Escuelas en agonía debido a la apatía y la violencia

Docentes y especialistas en educación explican las situaciones adversas que afectan el proceso en las aulas del sistema educativo público. Los primeros señalan un marcado desinterés de la mayoría de estudiantes, padres y gobierno. Los segundos afirman que la raíz de todo el problema está en la falta de valoración de la educación a nivel nacional

descripción de la imagen
En algunos casos, la motivación del alumno por ir a la escuela es la posibilidad de jugar con sus amigos, dicen docentes. Foto EDH

Por Texto: Susana Joma

2013-10-12 7:00:00

La apatía de los estudiantes y padres por cumplir con sus responsabilidades, las deficiencias en los docentes, la violencia y el mal uso de la tecnología son algunas de las causas que mantienen en agonía la enseñanza en la escuela pública, según el testimonio de los propios educadores y especialistas en el campo educativo.

Un pequeño sondeo puso en evidencia que entre los mismos maestros hay preocupación sobre esta situación, la cual consideran como un círculo vicioso que ahoga la actividad académica día a día.

Ana Rosa de Anaya, directora del Centro Escolar Peralta Lagos, expresó que a los escolares se les deja trabajos para hacer en casa y no los entregan en la fecha indicada, aún así se les da la oportunidad que lo entreguen después.

“Estamos teniendo más apatía en la gran mayoría, aunque en cada sección siempre hay varios que sobresalen”, reconoció la educadora.

De Anaya expresó que los profesores están batallando con el uso de los celulares en el salón de clase.

“A veces están mensajeando y no ponen atención, o con los audífonos puestos oyendo música. Vienen con sueño aquí porque se quedan en la noche viendo el internet en su casa”, advirtió la docente quien lamenta que “se ha perdido la responsabilidad de los padres para ejercer presión sobre sus hijos”.

Los profesores tienen la percepción de que los padres dejan solos y sin orientación a sus hijos, cuando aún no son edades para hacerlo, pero además resienten que los padres y estudiantes tienen para el saldo del celular pero no para pagar cinco centavos de dólar por la hoja de un examen, aunque se les hace ver que son cosas que les van a servir.

La profesora De Anaya dijo que los padres “se hacen del ojo pacho” respecto a lo que hacen sus hijos e incluso lamenta que cuando hay reuniones de padres de familia los que menos llegan son los que se han mandado a llamar especialmente por el comportamiento de sus hijos.

La ley no ayuda

De Anaya advierte que los niños están muy tremendos y ahora, bajo el amparo de la ley de niñez (Lepina), los profesores no pueden sancionar, a lo que se suma que los padres de familia en lugar de dialogar con el maestro ponen a los niños en su contra.

“Yo a nadie le recomendaría que estudie para maestro en las circunstancias en que vivimos. Está bien difícil trabajar. El maestro viene, da su clase y trata de enseñar, pero como el alumno no hace por entregar tareas o documentarse más, siento que allí está la deficiencia académica”, opinó la docente.

Hay otros casos, como el del Centro Escolar La Fortaleza, de la capital, en donde el problema de la violencia y maras hace que los estudiantes se retiren. Mientras, otros lo hacen porque la falta de ingresos en sus hogares los obliga a tener que trabajar.

La directora de la institución, Kelly Elizabeth Flores, expresó que el 80 % de alumnos del Centro Escolar La Fortaleza proviene de hogares desintegrados y eso también influye en el poco apoyo de los padres a la institución para mejorar la situación de sus hijos en la escuela.

Manuel Molina, del Centro Escolar San Francisco, de Cuscatlán, considera que los niños y adolescentes tienen ahora otros intereses que no son el estudio. “Muy pocos tienen el estudio como objetivo principal”, aseguró.

Según expuso, los alumnos llegan a los centros por otras circunstancias, entre ellas “por ir a jugar porque en la casa no los dejan hacerlo y los mandan a hacer oficio. En el caso de los adolescentes por ir a ver a otros niños o niñas, otros lo hacen por el deporte o por la banda musical”.

Paz Linares, directora del Centro Escolar Cantón El Zapote, de Caluco, Sonsonate, explicó que los niños casi no cumplen con las tareas por ello han optado asignarles más trabajo en las aulas. “El objetivo es facilitarles el aprendizaje”, afirmó Linares, quien tiene 35 años de carrera docente.

El fenómeno no se vive solo en el nivel de enseñanza básica, sino también en el de Media, indicaron.

En su momento, el profesor Jorge Sevillano, del Instituto Nacional de la colonia Santa Lucía, de Ilopango, expresó que “la población estudiantil, entre más tiempo ha ido pasando tiene menos interés, aunque tengan más oportunidades. También no hay interés de los padres de familia”.

En dicha institución este año desertaron 150 estudiantes. “Eso es bastante alto ya en porcentaje. El 12.5 % de deserción. Si los padres no están pendientes, (los alumnos) se dedican a andar con el chat y Facebook. Eso, en lugar de favorecer termina perjudicándolo por el mal uso de la tecnología en informática”, agregó Sevillano.

Aunque los educadores tratan de orientarles al respecto, los adolescentes terminan visitando los cibercafé, para ver páginas de pornografía.

Para Francisco Zelada, director del Centro Escolar Cantón Planes de Mariona, en Mejicanos, la falta de motivación es en los dos sentidos, maestro y estudiante. En el caso de los primeros porque no existen los recursos para que puedan desempeñarse de manera efectiva y esa afirmación la respaldan en otros centros como el Centro Educativo Soldado Óscar Antonio Ortiz Reyes, de San Juan Opico, donde la falta de recursos limita la clase a la metodología tradicional: dictado, pizarra y exposición del maestro.

“No hay recursos para aplicar pedagogías innovadoras. (Los profesores) están volviendo a la enseñanza tradicional (dictado) porque no tienen ni plumones. Entonces están volviendo a un pasado que los estudiantes no quieren ahora que hay otras tecnologías que hacen más divertida la enseñanza”, agregó el profesor Zelada.

En su escuela Planes de Mariona los docentes no cuentan ni con papelógrafos para reforzar las exposiciones, comentó Zelada.

El docente afirma que otra situación que afecta es que unos estudiantes amenazan a otros para que se vayan de la escuela y aunque algunos no lo hacen llegan con miedo.

“Perdemos mucho tiempo vigilando a los estudiantes”, agregó tras reconocer que algunos alumnos terminan por marcharse por la presión de la inseguridad.

Educación vs delincuencia

En ese centro educativo han prohibido el uso de los celulares, porque, según Zelada, “se pasan copia de áreas e informan a los grupos de delincuentes. Es decir, los celulares se vuelven instrumento de extorsión en la escuela”.

Según indica, hay muchos estudiantes que llegan a la escuela a reclutar a otros para que ingresen a las pandillas y entonces los que llegan con intención de aprender se desilusionan.

“Los buenos estudiantes ven que aunque el profesor quiera dar clases no puede, porque se ponen a pintar grafitis, amenazan al maestro en el aula”, narró al tiempo de señalar que en el marco de la ley de niñez (Lepina), los maestros no pueden hacer nada.

Según explicó, muchos maestros, para no tener problemas, dejan que los alumnos hagan lo que quieran. Tal como ha tenido la oportunidad de ver en centros educativos de Soyapango.

Al consultarle al especialista en Educación, Óscar Picardo, sobre lo que podría haber detrás de la apatía escolar, sostuvo que hay varios elementos que inciden.

Uno de ellos tiene que ver con la valoración social y la relevancia que le dan a la educación y por otro lado se vincula con la calidad pedagógica.

Picardo explica que los padres y madres solo tienden a darle seguimiento a sus hijos en función de la entrega de notas, pero no profundizan para ver si realmente están aprendiendo en la escuela.

A criterio de Picardo el esfuerzo del maestro también tiene mucho que ver en la situación educativa.

“Los maestros tienen que hacer un esfuerzo para que sus clases sean más atractivas que el teléfono celular, que el aparato de música, el YouTube, Facebook y las redes sociales en general”, citó el experto en educación.

De allí que considera que hay que revisar lo que llama “el equipaje pedagógico” del docente y replantearse cómo se está educando, con qué parámetros y recursos se está haciendo.

Sin embargo, reconoce que muchas instituciones educativas públicas carecen de recursos didácticos, de laboratorios y conectividad. Eso implica que el proceso de enseñanza aprendizaje será muy tedioso.

Por otra parte, Óscar Picardo expresó que se debe revisar si los contenidos que se enseñan tienen un sentido real. Enseñarles la utilidad de lo que se les enseña.

“Nosotros (Centro de Investigaciones de la Universidad Francisco Gavidia) estamos estudiando tres centros escolares públicos y lo primero que te dice el docente es que el estudiante está poco motivado. Obviamente, cuando lo dice le está tirando la pelota a la familia, pero después rebotará en el aula”, expuso.

El también investigador del campo educativo sostiene que si bien el gobierno ha hecho esfuerzos de capacitación docente un poco aisladas, es necesario prepararlo más sobre las teorías cognitivas del aprendizaje y el desarrollo de las inteligencias múltiples.

“Yo creo que hay muchos maestros que desconocen cómo aprenden los niños y ese es un tema eminentemente técnico que se ha descuidado. Y es un tema estructural”, aseguró Picardo, antes de insistir en que es necesario resolver el tema del modelo pedagógico curricular y la falta de recursos y equipamiento en los centros.

El especialista educativo, Felipe Rivas, también es de la opinión que el desinterés que los estudiantes y padres de familia muestran es el resultado de la falta de valoración de la educación.

“Mientras no haya una valoración nacional por los aprendizajes, que empiece en la familia, la tendencia es más bien a tener jóvenes apáticos, lo cual tiene que ver con el sistema de país, de sociedad y de educación que tenemos”, detalló convencido.

Rivas afirma que debido a esta situación, los jóvenes viven encerrados por la violencia, inmersos en la violencia. Mientras, los sectores medios se la pasan encerrados en sus casas, conectados a un ordenador o al televisor.

“Entonces tenemos un problema grave, porque como sociedad no estimulamos las competencias y aprendizajes significativos y no tenemos un concepto de la sociedad que esté día a día reforzando la importancia de la educación y conocimiento que potencia el bienestar”, opinó el especialista.

Señaló que todo esto, más la violencia que en muchas ocasiones obliga al maestro a huir, están haciendo más difícil la labor de estos y de la comunidad educativa.