Centros educativos limitados de recursos e infraestructura

La situación afecta por igual a centros de enseñanza básica y media del sistema público

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Centros educativos limitados de recursos e infraestructura

Por Susana Joma Nacional@eldiariodehoy.com

2013-09-07 8:00:00

La falta de infraestructura y recursos es una situación que golpea los esfuerzos de enseñanza en muchos centros educativos del sector público. Así lo revelan los directores y docentes de instituciones de enseñanza básica y media del país, en algunos casos bajo amenaza de ser amonestados por sus superiores por declarar sobre el tema.

En San Salvador hay casos como el Instituto Nacional de la Colonia Santa Lucía, de Ilopango, en donde arrastran una camándula de necesidades relacionadas con el mantenimiento de las edificaciones, además de otros recursos para la enseñanza.

Por una parte es resultado de que el Ministerio de Educación (Mined) está retrasado en asignarles las cuotas correspondientes al presupuesto. La mayoría ha recibido pequeños montos, a cuenta gotas, destinados principalmente para pagar el personal administrativo y docente, pero no así el dinero que necesitan para el funcionamiento.

En los últimos años la cartera de Estado no ha destinado de su presupuesto los recursos necesarios para el rubro de la infraestructura escolar, así como de mobiliario.

Además, mucho de lo que invierte en esta área provienen de fuentes distintas a las gubernamentales.

Si bien Educación insiste en negar esa realidad y desestimar las críticas que hacen los gremios docentes, la vivencia diaria de los directores, de los profesores, de los padres de familia y de los mismos alumnos evidencia que los problemas descritos inciden en la actividad educativa de por sí afectada por otras situaciones económicas y sociales.

“Tenemos problemas porque del mismo dinero que nos depositan damos mantenimiento a los talleres, al sistema eléctrico. Hay algunos techos y encielados que necesitan cambio porque tienen goteras”, explicó Jorge Sevillano, director de la institución Santa Lucía, en donde se atiende a 1,300 alumnos en varias modalidades de bachillerato técnico.

Según explicó, en la sala de tecnologías hay goteras y cuando llueve se ven obligados a mover equipos y archivos. El piso de dicho salón, que de paso requiere reparación, queda lleno de agua.

El techo del taller donde se practica soldadura eléctrica también está dañado y se inunda, lo cual impide realizar las prácticas. Ellos tienen poco equipo y muchos alumnos.

La misma zona necesita una renovación del sistema eléctrico porque la capacidad está por debajo de lo que la utilizan y resulta peligroso.

Este año tampoco han podido darle mantenimiento a los servicios sanitarios de los estudiantes y docentes, así que también están arruinados.

Los profesores del centro hablan de que les faltan recursos elementales para realizar el proceso enseñanza – aprendizaje.

Flor Henríquez, quien es docente del bachillerato de Asistencia Contable, dijo que en la sala de tecnologías tienen unas pocas máquinas donde los alumnos tendrían que atender sus prácticas contables en computadora, pero estas son muy pocas, carecen de mobiliario y de programas informáticos de contabilidad.

La situación se repite en el Centro de Recursos de Aprendizaje, donde los alumnos de todas las modalidades aprenden los programas de computación. Allí requieren por lo menos 10 máquinas.

Otras 16 computadoras con programas especiales, además de herramientas y materiales, son demandadas en la zona de los talleres, en los que los alumnos de mecánica, electrotecnia y electricidad, entre otros, deben cumplir con las prácticas.

Los coordinadores aseguran que es urgente renovar todos los equipos mecánicos y eléctricos que se utilizan porque en la mayoría de casos han ido quedando obsoletos, respecto a lo que se usan en los centros de atención de vehículos.

Con todo es admirable que no decaen en su tarea de enseñar, lo mismo que sus colegas de otras instituciones de enseñanza básica que enfrentan carencias en sus instalaciones, así como material para trabajar en el aula.

Entre ellos el Centro Escolar Los Ángeles, Centro Escolar Jorge Lardé, el Centro Escolar La Fortaleza y Centro Escolar San Roque, todos de San Salvador.

Se suman el Complejo Educativo René Armando Arce Suárez, de Acajutla, Sonsonate, el Centro Escolar Cantón Galeano, de Chalchuapa, en Santa Ana, y el Centro Escolar Cantón El Sayal, en Atiquizaya, en Ahuachapán.

Los Ángeles

En el Centro Escolar Los Ángeles, los techos de la edificación están dañados y aún cuentan con tres aulas provisionales con techo de lámina, que con la caída de las lluvias afecta el trabajo del maestro y los alumnos.

“Allí anda el ordenanza remendando con cemento para que no se moje. No se alcanza a comprar duralita con lo del presupuesto”, afirmó Mirna Quintanilla, asistente de la institución.

Según expuso les hace falta mobiliario escolar para básica y parvularia porque el que está en uso está deteriorado.

La institución carece de Centro de Recurso de Aprendizaje y el respectivo equipo.

Tampoco tienen laboratorios de Ciencias, ni biblioteca.

Para el Centro Escolar Jorge Lardé las cosas no son muy alentadoras, según explicó días atrás el profesor Mario Ernesto Soriano, director de la citada escuela.

“Los servicios sanitarios están deplorables, las ventanas están malas. El techo Alba Petróleos nos ha ayudado, pero el cielo falso está malo. El sistema eléctrico está malo y en este momento está pispileando una lámpara que está sobre mí”, enunció Soriano.

Posteriormente Soriano se retractó de la invitación que nos había hecho para visitar la institución, bajo el argumento de que había llegado personal del Mined y le dijeron que no hablara más sobre el tema con los medios de comunicación por el manejo de la información en las cercanías de la campaña.

Sin embargo, ya había adelantado en su declaración de que Educación todavía no le había desembolsado el dinero para el funcionamiento.

La Fortaleza

Mientras, en el Centro Escolar La Fortaleza, institución donde atienden 175 alumnos, con un primer dinero del presupuesto lograron comprar pintura, pero no disponen de fondos para techar el patio.

Kely Elizabeth Flores, la directora, explicó que necesitan esa obra para poder realizar distintas actividades, sobre todo porque allí no hay árboles que les provean alguna sombra y cuando llueve se mojan.

“Lo que es el sistema eléctrico en la mayoría de salones no sirve, necesitan cambio de techo y mobiliario adecuado para parvularia y tercer ciclo”, dijo.

Escuela Arce Suárez

Donde también trabajan con aulas provisionales, desde los terremotos de 2001, es en el Complejo Educativo René Armando Arce Suárez.

La directora Alba Luz Alvarez expresó que en un pabellón los techos están dañados y lo que han hecho es remendarlo, pero en otro pabellón el problema lo constituye el sistema eléctrico.

Si bien tienen centro de cómputo, las máquinas están arruinadas, no tienen un lugar adecuado para laboratorio y biblioteca.

Además, la necesidad de crear un bachillerato en turismo trajo consigo la necesidad de que les construyan dos aulas más.

“No alcanzamos a pagar las reparaciones con el presupuesto”, comentó Alvarez.

Su institución cuenta con una población de 670 estudiantes, desde parvularia hasta Educación Media.

Escuela Galeano

Para Luis Alberto Herrera, de la escuela del Cantón Galeano, en Chalchuapa la situación no es menos extrema.

Desde hace bastante están a la espera de que el Mined les cambie el techo de cuatro aulas.

“Eso ya lo hemos gestionado, pero nunca han dado respuesta. Solo vienen a inspeccionar y en eso se queda”, declaró, al tiempo de destacar los problemas con el sistema eléctrico, la falta de biblioteca, centro de cómputo y de laboratorio equipados.

Allí continúan trabajando con pizarras de madera y tiza, algunas de ellas están dañadas y les faltan cuatro más.

“Nosotros hemos comprado la fórmica para hacerlas acrílicas”, citó en alusión al apoyo que para ello les ha dado la comunidad.

Cifras oficiales

En su informe de rendición de cuentas las autoridades de Educación señalaron que entre 2012 y 2013 han invertido $22.6 millones en 1,071 proyectos de infraestructura escolar y dotación de mobiliario.

Aunque dicho monto supera a los $17.4 millones reportados para la gestión 2011 – 2013, los titulares del ramo no dejaron claro cuánto de esa inversión representan fondos del gobierno y cuánto proviene de los cooperantes y la empresa privada.

Sin embargo, la experiencia indica que el aporte de otros sectores es la que empuja la mayoría de proyectos educativos.

El profesor Paz Zetino Gutiérrez, secretario general de la gremial Bases Magisteriales, opinó que es necesario que el gobierno incremente la asignación presupuestaria para el ramo educativo de cara que aumente también lo que se asigna a los centros de enseñanza públicos y la cifra de proyectos de construcción y rehabilitación de centros, entre otros recursos por cubrir.

Tanto Gutiérrez como su similar de Simeduco, Manuel Molina, vienen insistiendo en que el Mined entregue a las escuelas los fondos de forma oportuna, y no cuando está por finalizar el año escolar como ocurre hoy.

De allí la preocupación de que en la medida en que les entreguen más tarde, menos posibilidades tendrán de invertir los fondos para cubrir los requerimientos básicos.

Así los directores de las escuelas, que tienen encima el proceso de finiquito de su presupuesto escolar, terminarán devolviendo el dinero a las arcas de Hacienda porque no tuvieron tiempo de invertirlo; algo que a criterio de los sindicalistas es una estrategia gubernamental.

La situación que atraviesan las escuelas y los miembros de las comunidades educativas hace más urgente que el gobierno actual, pero sobre todo el venidero, tome en cuenta las recomendaciones que la Unicef y la Fundaciones Innovaciones Educativas Centroamericanas (Fieca) emitieron este año en el documento El Financiamiento de la Educación en El Salvador. Entre ellas está la creación de una política de financiamiento de la educación de largo plazo, que priorice el financiamiento y garantice un crecimiento constante de la ejecución presupuestal del ramo de Educación a tasas superiores a las que ha crecido en la última década. Además, la generación de una ley y política que contemple un aumento del gasto público en educación, logrando por lo menos el seis por ciento del PIB y otros no menos importantes.