Importante en el universo de las plantas es su demanda de nutrientes y el problema es que tendríamos que estar invirtiendo frecuentemente en fertilizantes para lograr su óptimo desarrollo.
Frutales, ornamentales o forestales, todos necesitan macro nutrientes que son el nitrógeno, fósforo y potasio. Pero además las plantas requieren de una amplia variedad de micronutrientes. Es en función de este hecho que aprovechar la biomasa generadas por los vegetales es una excelente alternativa, especialmente si tomamos en cuenta que todo lo que consume una planta en su vida, lo devuelve al descomponerse y que puede ser aprovechado por otros cultivares.
La biomasa de las hojas de los árboles, del corte de la grama, así como ramas y troncos generados en la poda, las frutas y especialmente las cáscaras de las frutas o semillas, los vegetales sobrantes de la cocina como verduras son fuentes de insumos que pueden ser aprovechados como una solución al proceso de fertilización de nuestras plantas.
Técnicamente a esta práctica se le llama compostaje, el cual es el proceso biológico aeróbico, mediante el cual los microorganismos actúan sobre la materia biodegradable, convirtiéndola en abono excelente para la agricultura. El compost mejora la estructura del suelo y ayuda a la absorción de agua y nutrientes a las plantas.
Basta separar los componentes de la basura y unir los orgánicos a la biomasa generada en el jardín, para echarla en una cámara u hoyo en cualquier parte del jardín.
Al descomponerse los materiales, se obtendrá el fertilizante para las plantas.
Como la transformación no es instantánea, es conveniente, hacer dos o tres huecos o cámaras, para aprovecharlas a diferentes épocas. Mientras dura la transformación en una cámara, se aprovecha el material de las otras.
A mayor escala, el mismo proceso se puede aplicar en plantaciones de frutales
El compost mejora las propiedades físicas del suelo. La materia orgánica favorece la estabilidad de la estructura de los agregados del suelo agrícola, aumenta la porosidad y permeabilidad y la capacidad de retención de agua en el suelo. Se obtienen suelos más esponjosos y con mayor vida.
Mejora las propiedades químicas. Aumenta el contenido de macro nutrientes y micro nutrientes, la capacidad de intercambio catiónico ( C.I.C ) y es fuentes y almacén de nutrientes para los cultivos.
Mejora la actividad biológica del suelo; actúa como soporte y alimento de microorganismos útiles.
La población microbiana es un indicador de la fertilidad del suelo. En general, aprovechar como fertilizante los desperdicios caseros o de fincas, generan enormes beneficios económicos y ambientales, además se desarrolla una cultura de sostenibilidad ecológica y se evita la problemática de la contaminación ambiental.
En poco tiempo, se mejora cualquier tipo de suelo.