Daño al turismo por presa el Chaparral

La poza Suntular y los ausoles de Aguas Calientes desaparecerán con la represa El Chaparral. Son los únicos lugares turísticos en el municipio de Carolina, según vecinos

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El puente de acero de Carolina sobre el río Torola tiene unos 20 metros de alto y 100 metros de largo, conecta siete comunidades más. Esta zona será inundada al construir la represa.

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2013-06-23 10:00:00

Dionisio Sorto Pineda recuerda la hazaña de cruzar nadando la poza Suntular; las tardes de domingo en los Ausoles de Aguas Calientes junto al río Torola; las noches cuando pescaba en abundancia sardinas, camarón criollo y bagres. Todo eso será parte de su historia personal, de la historia de Carolina, pero no de las nuevas generaciones.

Ellos tampoco podrán imaginarse el escenario en el que nacieron las leyendas que cuenta Rodrigo Ventura Ramos, como la que narra que “bajo el tejado del trapiche, los mozos observaron a una mujer vestida de blanco”, cuya contemplación les causaba fiebre unos cuantos días.

Cada uno de los lugares donde los habitantes han dado vida a increíbles historias y leyendas quedarán bajo el agua, ante la inminente inundación que producirá la construcción de la represa El Chaparral. 

Los ausoles de Aguas Calientes son el lugar turístico más visitado de Carolina, un municipio fundado en 1838. 

Agua Caliente está formado por una serie de nacimientos junto al río Torola, donde brota del suelo “agua hirviendo con olor a azufre”. 

Los fines de semana, sobre todo en la época seca, los lugareños acostumbran reunirse ahí para departir y disfrutar de “los baños curativos” en una poza con aguas termales a pocos metros de los ausoles.

La poza del Suntular es visitada especialmente por los jóvenes. Ahí aprovechan para pescar y nadar en el río Torola, bajo la sombra de caobas, laureles y cedros centenarios.

Además de los sitios turísticos, la inundación amenaza la fauna. Según los pobladores es común ver en estos campos: cusucos, venados, garrobos y tepezcuintles.

El puente de Carolina, una estructura de hierro que tiene 100 metros de largo y que sirve para conectar al menos siete comunidades también será historia. “No tenemos idea (de) cómo vamos a hacer para venir a Carolina”, afirma Víctor Hernández mientras cruza el puente colgante a caballo. “Este es como nuestro Golden Gate”, comenta Edgard Sorto mientras otro grupo de carolinos cruzan el puente.

Incertidumbre

Aunque algunos habitantes consideran que la presa será como una maldición para el municipio, la mayoría ya han vendido sus otrora tierras, la que serán inundadas. Según ellos, se vieron obligados a tomar esa decisión. 

“La presa nos vino a arruinar, no sabemos cómo nos va ir”, comenta Juana de Martínez. Su familia vendió varias manzanas de terreno, el cual era utilizado para pastar ganado y para sembrar maíz y caña de azúcar. 

Aseguran no haber sido informados sobre cuándo comenzará la inundación, pero muchos habitantes han comenzado a talar los árboles para aprovechar la leña.

En un municipio donde la esperanza de vida es 68.7 años, según los indicadores Municipales sobre Desarrollo Humano de 2005, Dionisio Sorto ya alcanzó los 80. Mientras espera la inundación, todavía puede ir a la poza el Suntular, sentarse bajo los árboles y recordar las aventuras que vivió en su infancia.