Un rincón ecológico en San Bartolo III

Nelson Mayén, contralor de una maquila, ha convertido su casa en un verdadero laboratorio ecológico

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El agua que mantiene en la piscina colocada en el patio le sirve para regar plantas y criar tilapias.

Por Texto: Susana Joma Fotos: Lissette Monterrosa nacional@elsalvador.com

2013-04-13 7:00:00

El amor por la naturaleza va más allá de los discursos. Nelson de Jesús Mayén Barrientos ha dado ejemplo de ello. En su pequeña casa, ubicada en Montes de San Bartolo III, Soyapango, ha puesto en práctica varias iniciativas destinadas a reducir el consumo de agua y energía eléctrica. A la fecha lo ha logrado, aseguró con copias de los recibos en mano.

Aunque su vivienda es pequeña, Nelson Mayén Barrientos ha construido de forma artesanal un colector de aguas lluvias que ha instalado en la sala. Desde allí, con una serie de mangueras, la conduce hacia la pila, la ducha y una pequeña piscina donde se puede encontrar a un grupo de tilapias.

Los mencionados peces, incluyendo uno que está en el tanque colector de agua lluvia y otros en la pila, comen residuos de alga que tienden a formarse en el fondo de los depósitos que limpia cada cierto tiempo con unos coladores artesanales.

“Mis vecinos dicen que estoy loco y me han gritado de todo, pero yo no les hago caso”, comenta Mayén Barrientos, quien nació en Chalchuapa, Santa Ana. Cuando tenía cinco llegó a vivir al Cantón La Criba, en Candelaria de La Frontera, siempre del mismo departamento. Según afirma allí nació su gusto por cuidar la Tierra.

La casa que habita Mayén Barrientos es mixta (cemento, ladrillo y duralita), muy sencilla.

Durante el día el área de la salacomedor (como suelen estar distribuidas las casas populares) está iluminada con la luz que se cuela a través de botellas de agua mezclada con lejía, las cuales penden del techo. El resto de la casa permanece con las luces apagadas.

¿Y cuándo es de noche y los niños o usted quieren estudiar cómo hacen? “Lo hacen en la sala, porque también tenemos focos led, que son los que consumen menos energía”, comenta Mayén Barrientos.

Este hombre, cuyo padre fue un campesino cuidador de una hacienda de café, asegura que con mucho esfuerzo se graduó de bachiller del Instituto Nacional de Santa Ana (INSA) y tras estudiar algún tiempo en la sede de la Universidad de El Salvador (UES) en aquella localidad, se vino a la capital para seguir su carrera de licenciatura en Contaduría en la Universidad Tecnológica. Explica que posee una maestría en Finanzas y estaría por graduarse de otra en Gestión de Energías Renovables, de la Universidad Don Bosco.

En su vivienda y con el apoyo de su esposa e hijos este emprendedor también ha levantado un pequeño muro en su patio, usando botellas vacías de bebida gaseosa unidas con una pasta de tierra y cemento.

Dicho muro replica otro que habría edificado en el pequeño terreno de Candelaria de La Frontera donde vivieron sus padres. Con el tiempo y con algunos arreglos más, la mencionada estructura contribuyó a formar un reservorio natural de agua que en invierno y verano es utilizado por los actuales residentes.

Junto al muro que tiene en el patio ha levantado una cocina tipo Lorena, pero con modificaciones que le permiten aprovechar aún más el calor. Su familia la utiliza para cocinar sopa o hervir agua.

Mayén Barrientos también ha ideado una pequeña herramienta con la que comprime cartón húmedo y forma briquetas, que luego seca para utilizar en la cocina en lugar de leña.

Esos son algunos de los proyectos que de forma artesanal ha puesto en marcha en su casa, la cual prácticamente ha convertido en lo que él llama “laboratorio experimental de energías alternativas y optimización de recursos”.

Eso también es parte de su proyecto académico; el cual, asegura, ha recibido el respaldo del doctor Pedro Fernández Carrasco, Catedrático de la Universidad Politécnica de Madrid.

Mayén Barrientos, quien actualmente es contralor en una maquila propiedad de una firma multinacional, tenía previsto este mes ir a la Universidad de Plymouth, donde se desarrollará el XII Simposio Costero Internacional. Este evento, del cual tuvo conocimiento a través de su mentor, tuvo lugar del 8 al 12 de abril de este año.

“Yo compartí estos proyectos con el catedrático (Carrasco) y el año pasado él me comentó que iba a haber un foro en Plymouth. Me invitaron, pero no cubren los costos y yo tenía que sufragar”, dijo.

Aunque antes de entrar a la Semana Santa había perdido las esperanzas de ir, las volvió a recobrar luego que la compañía con la cual trabaja accedió adelantarle el 80 % de su futura indemnización.

Consciente de que sus recursos financieros a futuro se reducen, está alegre; sobre todo porque durante semanas acudió a muchos lugares en busca de ayuda sin éxito alguno. Dos de los sitios donde no tuvo eco fueron la Cancillería y el Ministerio de Medio Ambiente, aseguró.

En su casa, este salvadoreño también ha instalado un pequeño panel solar que le provee luz en el área del baño. La energía del panel también le sirve para hacer sonar un pequeño radio.

En el patio también tiene plantas y sus mascotas: una iguana, dos conejos y Layca, su perra cariñosa.

Eso sin contar las tilapias que están en la piscina de agua colectada (que de paso utiliza para regar). También tiene algunas plantas aromáticas que mantiene colgadas en unas cestas.

“Esta es mi podadora natural”, dice Nelson, mientras sostiene uno de los conejos para que coma las puntas que cuelgan.

Como parte de su proyecto ecológico ha realizado cálculos sobre lo que se ahorra mensualmente con el uso de estos recursos, y lo que el país también se ahorraría si en cada vivienda en todos los hogares se hiciera lo mismo.

Según indica, de agua potable está ahorrando $15.50 mensuales, lo cual se traduce en $85 anuales.

También reutiliza el agua que utiliza para lavar ropa y trastes, con lo cual se ahorra otros $14.33 mensuales que suman $85.95 anuales.

Asegura, además, que tiene ventajas financieras en el tema del uso del gas donde se estaría ahorrando $76 anuales.