Aunque por el momento los alcaldes no han sido presionados directamente, temen que conforme el tiempo pase, las pandillas, “que no son ningunos angelitos”, ejerzan algún tipo de presión contra ellos por no cumplir con lo pactado.
Uno de los alcaldes, que pidió por seguridad no ser identificado, afirmó que las pandillas los tienen “bien controlados”, conocen sus actividades, sus pasos, rutas y cualquier otro movimiento; como para poder atentar en caso de que las cosas no salgan como están establecidas.
Aunado a ese temor, algunos alcaldes aseguran haber comenzado a enfrentarse a un constante roce con algunos sectores de la Policía.
El problema se ha presentado por capturas de pandilleros que están insertados en proyectos de desarrollo como panaderías, talleres y otros; ya que según las investigaciones policiales están pendientes con la justicia.
Las diferencias entre alcaldes y policías han llegado a niveles de insultos, amenazas y hasta a agresiones verbales fuertes.
Otro edil, que también prefirió el anonimato para evitar más conflictos, dijo que la Policía estaba poniendo en peligro su vida con la actitud que agentes han tomado hacia él.
El jefe edilicio dijo que no era propicio el momento para profundizar en detalles sobre las divergencias, pero detalló que una de las sub direcciones que ha sido cuestionada por el alcalde es la Antipandillas.
Los inconvenientes también se dan porque algunos ayuntamientos están empleando a jóvenes que siguen perteneciendo a las maras.
Aunque no es el caso, la alcaldía de Apopa está trabajando con unos 300 jóvenes que viven en más de 20 comunidades en riesgo, quienes trabajan en proyectos de recolección de desechos, ornato y otros esfuerzos conjuntos con empresas privadas.
Hay planes para trabajar en la construcción y en otro tipo de proyectos, al igual que en las alcaldías Ilopango, Santa Tecla y Tonacatepeque.