Hasta siempre Mauricio Vásquez, amigo de todos

Fueron más de 20 años los que Mauricio compartió en la Sala de Redacción. Sus colegas lo recuerdan como un leal y gran ser humano

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Vásquez (izquierda) en uno de sus viajes, saluda al expresidente Lech Walesa, quien libró a Polonia del regimen comunista y quien ganó el Premio Nobel de la Paz, 1983. EDH /

Por Jaime García comunidades@eldiariodehoy.com

2013-01-12 8:00:00

Jamás en mi vida pensé que escribiría estas líneas en El Diario de Hoy para despedir al amigo de todos, al mejor anfitrión, a un hombre de gustos finos y exquisitos, al incansable Mauricio Vásquez, Editor de Internacionales de este medio.

Para sus amigos y colegas siempre fue El Chelón.

En nuestras infinitas tertulias más de alguna vez hablamos de qué quisiéramos cuando el Creador nos llamara a su seno.

Recuerdo que una vez me dijo que quería que le tocaran la canción de Roberto Carlos “Emociones”. Esa melodía habla de llorar y reír en esta vida. Eso le tocó a Mauricio.

Su trayectoria

Hace 20 años, nadie en El Diario de Hoy se hubiera imaginado que ese joven flaco, blanco y ojos verdes que atendía las llamadas del conmutador se convertiría en el Editor de Internacionales del mejor periódico de El Salvador.

Desde su infancia tuvo que laborar de “hacelotodo” para alcanzar sus metas.

Contaba que cuando pintaba una casa, a hurtadillas, tomaba libros de los estantes y los devoraba para impregnarse de cultura general.

Su impecable vestimenta , su sonrisa y su eterno buen humor lo llevó a ser un periodista reconocido entre todos sus compañeros y en varias las embajadas acreditadas en el país.

Su sólido ascenso en el ámbito de las noticias del mundo lo llevó a recorrerlo: Francia, Egipto, Israel, Jordania, Alemania, Estados Unidos, Taiwán, fuero algunos de los países que visitó en su fructífera carrera.

Su eterno amor era la Sala de Redacción de esta empresa, decía que era su familia y el sostén de su bohemia vida.

El Adiós

Fue un hombre que hasta en la cama del hospital, donde luchó por su vida desde inicios de diciembre del año pasado, mostraba su bondad y desprendimiento.

El 24 de diciembre me llamó para decirme que había mandado a comprar comida y bebidas para las enfermeras y doctores que hacían turno ese día.

“Mañana cumplo años y quiero celebrarlo con todos los que están conmigo aquí”, me dijo. “He dejado la ropa de hospital y me he vestido como si estuviera en mi casa”, me expresó Mauricio.

Al día siguiente le llamé para felicitarlo, pero volví a escucharlo en mal estado de salud.

Ayer por la mañana la noticia me sorprendió en la Redacción que Mauricio tanto amó, y me sacudió el cuerpo de pies a cabeza. Y es que solo Dios sabe cuando nos llama a su seno. ¡Chelón descansa en paz hermano!