Plegarias en Indonesia; sigue búsqueda del avión de AirAsia

Familiares exhaustos cantaron y lloraron en una capilla de Surabaya, la ciudad de donde salió el avión el domingo pasado con 162 pasajeros y tripulantes

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elsalvador.com

Por AP

2015-01-04 6:00:00

Unos cien parientes de las víctimas del vuelo 8501 de AirAsia que se accidentó buscaban consuelo el domingo, una semana después del desastre, mientras el mal tiempo volvía a impedir que los equipos de búsqueda llegaran a un gran objeto localizado en el fondo del mar que se cree es el fuselaje del avión.

Familiares exhaustos cantaron y lloraron en una diminuta capilla de Surabaya, la ciudad de donde salió el avión el domingo pasado con 162 pasajeros y tripulantes. El pastor Philip Mantofa, que lidera la iglesia de Mawar Sharon -en torno a un cuarto de las víctimas pertenecían a esa congregación- instó a los reunidos a buscar consuelo en su fe al tiempo que aceptan la realidad de que nadie sobrevivió al desastre.

“Si Dios ha llamado a su hijo, permíteme que le diga esto: Su hijo no merece lástima”, dijo Mantofa a un hombre indonesio sentado en la primera fila. “Su hijo ya está en los brazos de Dios. Un día, su familia se reunirá en el cielo”.

Sigue sin estar claro qué provocó que la aeronave se precipitase al mar de Java 42 minutos después de despegar de Surabaya, la segunda ciudad más grande de Indonesia, el pasado domingo. Unos minutos antes de perder el contacto, el piloto dijo a los controladores aéreos que se aproximaba a nubes amenazadoras, pero no recibió permiso para ganar altura debido al intenso tráfico aéreo.

Pese a la intensa operación internacional de búsqueda y rescate, por ahora sólo se han recuperado 31 cuerpos del accidente, debido al mal tiempo. Sin embargo, tras localizar lo que parecía ser una gran parte del fuselaje las autoridades creen que muchas de las 131 víctimas restantes podrían hallarse dentro del avión.

El domingo, los buzos esperaban treguas del mal tiempo para poder descender hasta el lugar, pero el limo y el lodo levantados por las agitadas aguas les dejaban sin visibilidad, indicó el responsable de la agencia indonesia de búsqueda y rescate, Henry Bambang Soelistyo.

Algunos buceadores tuvieron que volver a salir debido a las malas condiciones.

“En este momento es imposible enviar a ningún buzo”, dijo. “Esperaremos a que el tiempo mejore”.

Veinte aviones y helicópteros se desplegaron el domingo junto con 27 embarcaciones de Indonesia, Japón, Malasia, Singapur, y Estados Unidos, para buscar las importantes cajas negras y fragmentos de la nave.

La investigación dio un gran paso el fin de semana, cuando equipos de sónar identificaron cinco grandes fragmentos en el lecho marino en la zona de búsqueda, aunque no se han grabado imágenes que confirmen que formaban parte del avión de AirAsia.

El pedazo mayor, que mide 18 metros (59 pies) y 5,4 metros (18 pies) de ancho, parece ser parte del fuselaje del avión, dijo Soelistyo.

Otros pedazos hallados en el área de búsqueda medían hasta 12 metros (39 pies) de longitud, incluyendo uno grande y plano. También se avistaron lo que parecían fragmentos del avión diseminados en playas durante una inspección aérea.

Las autoridades indonesias anunciaron que se habían suspendido los vuelos de AirAsia de Surabaya a Singapur, y el Ministerio de Transportes dijo que la compañía no tenía permiso para volar los domingos. Sin embargo, la autoridad de Aviación Civil en Singapur indicó el sábado que la aerolínea sí había recibido autorización en su territorio para hacer la ruta todos los días.

AirAsia, que comenzó a operar en 2001 y pronto se convirtió en una de las compañías de bajo coste más populares de la región, dijo que estaba revisando la suspensión en Indonesia. El accidente fue el primero de la empresa.

Aunque Indonesia es de mayoría musulmana, muchos de los pasajeros del vuelo eran cristianos de origen chino. La congregación de Mantofa se vio especialmente golpeadas, perdiendo miembros de 13 familias de su iglesia pentecostal.

Después del servicio religioso del domingo, Edo Anggradinata, de 52 años, dijo que por fin empezaba a renunciar a la esperanza de que su hermana y los dos hijos de ésta hubieran sobrevivido a la tragedia.

“Mi mente aún está aturdida”, dijo. “Si hay un milagro, espero que estén vivos, pero sé que esto es difícil. Sólo rezo por que encontremos sus cuerpos”.