Pasó dos décadas en el pasillo de la muerte

A sus 20 años fue condenado a pena de muerte por un homicidio que no cometió, esto lo llevó a luchar por su vida y probar su inocencia a través de su historia

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elsalvador.com

Por Texto: Pedro Carlos Mancía Fotos: Erika Chávez / cortesía

2014-06-21 8:00:00

erry Cook luchó por 22 años para salvar su vida de la pena de muerte. Acusado y condenado de un crimen que no cometió, Cook mantuvo la esperanza de salir de su celda para poder ver a su familia.

Desde que Cook puso pie en su celda a la edad de 20 años, se convenció de que debía probar su inocencia. El caso de Kerry es uno entre muchos que han sido víctimas del sistema judicial del Estado de Texas en Estados Unidos.

En 1977 fue injustamente acusado de la violación y asesinato de Linda Jo Edwards y luego sentenciado a pena de muerte. Kerry asegura que desde el momento en que el jurado lo declaró culpable de homicidio él supo que tenía que probar su inocencia.

En prisión fue víctima de abuso y tortura por parte de otros prisioneros. “Fui odiado porque había sido acusado de matar a una mujer, y en el mundo de la cárcel, la gente que va a prisión por crímenes en contra de mujeres y niños están destinados a ser abusados y muchas veces asesinados”, explica Kerry, tras una fugaz visita a El Salvador donde expuso su historia.

Por dos décadas, Kerry luchó para sobrevivir. Su vida no solo estaba en manos de quienes lo ejecutarían, sino también de los reos que buscaban matarlo. En ese entonces, se dio cuenta de que la única forma de poder salir era educándose.

En Estados Unidos, toda persona encarcelada que no posee un título de bachiller está obligada a sacar la equivalencia a través de un examen, conocido como GED, pero aquellos que están sentenciados a la pena de muerte no tienen esa oportunidad.

Kerry mandó carta tras carta al alcaide de la prisión para obtener la oportunidad de sacar su título de bachiller. Después de varias cartas, convenció al alcaide que lo dejará tomar el examen y años después buscó sacar una carrera universitaria.

Esto desencadenó una serie de intentos por probar su inocencia, siempre armado de esperanza y sediento por la verdad. Su historia se ha convertido en una de fortaleza ante la adversidad.

A Kerry le robaron la vida y lo condenaron al infierno, motivo por lo que él prometió convertirse en un embajador de esperanza y perdón una vez fuera libre. Es por eso que se ha dedicado a contar su historia y enseñar que es posible superar todo obstáculo.

“La gente se identifica con mi historia porque yo soy un hombre común y corriente, no soy nada especial, no soy millonario, solo soy quien soy, y mi mensaje es de esperanza, redención, perdón y amor, que no proviene de debilidad, sino de fortaleza y el sufrimiento que me enseñó la importancia de esas cualidades”, explica el exconvicto.

Durante su confinamiento, aprendió sobre el perdón, cuenta que su camino para convertirse en un maestro del perdón no vino de un día para otro, fue una metamórfosis de más de dos décadas.

Es cuando una persona lo pierde todo que empieza a luchar por las cosas que ama. Y Kerry no solo fue víctima de otros reos, sino también del Estado de Texas. Human Rights Watch, una organización global que monitorea casos de atrocidades en contra de los derechos humanos, consideró a Kerry como “el hombre más brutalizado en la historia del sistema de prisión de Estados Unidos”.

Su caso se llevó a Corte cuatro veces en el tiempo que estuvo condenado y fue David Dobbs, el Fiscal General encargado del caso, quien luchó por mantenerlo encarcelado. Dobbs ofreció a Kerry una solución: que se declarara culpable y por ello exonerarían su sentencia.

Kerry fue claro con su abogado, explicándole que prefería morir antes de tener que mentir. Es aquí cuando se le ofreció una súplica de “Nolo Contendere”, esto significa –aplica en EE. UU.– que declara eso en lugar de aceptar o negar una culpabilidad aunque mantiene su condena. Este recurso legal permitió que Kerry saliera libre como un inocente, aunque para el Estado de Texas siempre será homicida.

En 2012, The New York Times retomó una publicación del Texas Monthly, en la que reseña que “dos meses más tarde –desde aceptar el acuerdo fiscal–, los resultados de ADN llegaron. El semen pertenecía a James Mayfield, un hombre casado con quien la señora Edwards había estado teniendo un romance”.

Según Dobbs dijo a un periódico estadounidense después del último juicio, “lo importante para nosotros era asegurarnos de que él tuviera una condena por homicidio que lo siguiera por el resto de su vida”. Cook declaró a ese mismo periódico que su reputación había sido manchada desde ese momento y aunque cada vez que está con su familia él siente que ganó, al estar solo presiente que perdió esa batalla.

Sin embargo, jamás se ha rendido, desde su liberación ha peleado por dejar un legado de esperanza e inocencia. Así desde que empezó a pregonar su mensaje, ha buscado inspirar a quienes se sienten derrotados, “cada quien vive su condena, pueda que pelearse con tu esposa o perder tu trabajo sean tu condena de muerte”, exclama. Según explica, no existe un nivel para el sufrimiento. “Todos tenemos nuestras condenas y debemos encontrar soluciones sin rendirnos”.

Kerry ha dedicado su vida a viajar por el mundo para inspirar a quienes se sienten sin salida. Ha hablado en países como Inglaterra y Pakistán, ayudando a adultos y adolescentes a sobrepasar sus temores.

Su estadía en prisión fue turbulenta. Él aprendió que aunque su sufrimiento acabaría el día de su ejecución, el de su familia seguiría existiendo en el recuerdo de su muerte y su falsa acusación. Su lucha trascendió los barrotes de su celda, buscó la atención de los medios y fueron ellos –admite– quienes ayudaron a liberarlo.

En un acto irónico, explica cómo los medios fueron los que ayudaron a condenarlo, pero también los que lo salvaron de la muerte.

La esperanza de seguir adelante

En su charla “The Anatomy of Dreams” (La Anatomía de los Sueños), Kerry Cook enseña sobre la importancia de encontrar su propia voz y nunca rendirse en sus sueños. Aquí el enseña que nunca se debe aceptar un no por respuesta y que el futuro pertenece a aquellos que creen en la belleza de sus sueños.

Este ha sido el mensaje clave de Kerry. Su experiencia ha resonado con personas que ha sido víctimas de abuso físico y sexual o incluso aquellos que han sufrido de violaciones.

Sus ojos se ven llenos de dolor cuando cuenta su historia, pero su tragedia no lo desmotiva a detenerse. Él aprendió que todo lo que vivió debía convertirse en enseñanzas para otros y de estar forma brindar la mano a quienes la necesitan.

Considera que en su condena, Dios le recordó a través de su fe y su creencia, que Él le otorgó las herramientas para pelear y salir adelante. “Tenía que continuar peleando, no podía rendirme, cómo podía amar a Dios si me rendía en este momento”. Así, con su mensaje busca dejar un gran legado, enseñar que es imposible rendirse a cualquier problema, que no solo podemos sentarnos y esperar a que pase, sino que debemos luchar con alma, fe y esperanza para lograr lo que muchos consideran imposible.