La tradición y la religiosidad se adueñan de las calles españolas para celebrar la Semana Santa, una de las fiestas más importantes del país, con más de 300 años de historia. Con sus cofradías, los más devotos irrumpen en las vías para conmemorar la muerte y resurrección de Jesús, a través de pasiones vivientes y procesiones, tanto de día como de noche.
La Comunidad de Andalucía, al sur del país, es una de las regiones con mayor número de devotos. La fiesta, declarada de interés turístico e internacional, se celebra desde el domingo de ramos hasta el de resurrección. Durante toda la semana las calles se llenan de vida y pasión. Numerosas bandas de tambores y trompetas ambientan con su música, aunque el canto por excelencia es el de la saeta.
En Sevilla, la capital de Andalucía, la noche más especial es la que se conoce como ‘madrugá’, entre el jueves y la del viernes santo. Los costaleros de las cofradías cargan a la Virgen de la Macarena – virgen de la ciudad – hasta llegar a la catedral, y al amanecer, recuerdan la condena a muerte de Jesús. Igualmente, Granada, por el paso del Cristo de los Gitanos el miércoles Santo, y Málaga, por la procesión de El Cautivo, están consolidadas como ciudades de gran relevancia durante dicha festividad.
Asimismo, en el centro y norte de la península cabe mencionar las procesiones de Cuenca, Valladolid y Zamora.
Por otro lado, una de las tradiciones más peculiares es la que se conoce como Pasiones vivientes: representaciones reales de la Pasión de Cristo desde la última cena hasta su crucifixión. El actor que interpreta a Jesucristo sufre, durante los cuatros días, el mismo calvario en su cuerpo. Entre las más importantes destacan la de Balmaseda, en el País Vasco, la de Chinchón en Madrid, la de Tarancón en Cuenca y la de Castro Urdiales en Cantabría.