Obama con presión para actuar contra Siria

Crece el riesgo de introducción de armas químicas en el conflicto

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elsalvador.com

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2013-05-06 7:00:00

WASHINGTON. Pese a la prudencia demostrada hasta ahora por el presidente Barack Obama y a la falta de informaciones contrastadas sobre la utilización de armas químicas, la sucesión de acontecimientos en Siria, particularmente los ataques efectuados por Israel, ha creado una sensación de urgencia en EE. UU. sobre una posible intervención contra el régimen de Bashar El Asad.

El riesgo creciente de la introducción de armas químicas en el conflicto, mencionado ayer por unas contradictorias declaraciones de la ONU, coloca la situación al borde de la línea roja que el presidente norteamericano advirtió de no cruzar.

Carla Ponte, una de las integrantes de una comisión de la ONU creada en 2010 para investigar la situación de los derechos humanos en Siria, dijo ayer en una entrevista a una televisión suiza que existen “fuertes y concretas sospechas, aunque no pruebas incontrovertibles” de que algunos grupos de la oposición han utilizado gas sarín. Del Ponte añadió que, probablemente, también el régimen de Bachir al Asad había usado ese armamento. Posteriormente, la propio comisión emitió un comunicado en el que desmentía a la funcionaria y precisaba que no existían “hallazgos concluyentes” sobre ese asunto.

El portavoz de la Casa Blanca, Jay Carney, manifestó que el Gobierno norteamericano era “muy escéptico sobre las denuncias de que la oposición ha usado armas químicas”. “Si esas armas han sido utilizadas, lo más probable es que haya sido por parte del régimen”, añadió.

La confusión no resulta demasiado tranquilizadora ni para Israel ni para Estados Unidos. Por un lado, prolonga esta difícil etapa de comprobación de datos que parecen estar en manos del todo del mundo pero que nadie quiere dar por definitivos. Por el otro, estas declaraciones contradictorias alertan sobre el riesgo de una proliferación de armas químicas en Siria, lo que, dadas las dudas sobre la verdadera naturaleza de la oposición, solo contribuye a incrementar la preocupación general por las consecuencias de ese conflicto.

Esa preocupación es más grave en Washington que en cualquier otro lugar, ya que la Administración norteamericana se encuentra en pleno proceso de decidir el siguiente paso a dar en Siria, que de forma cada día más clara se vislumbra como un paso de carácter militar.

Los bombardeos ejecutados por Israel en los últimos días han empujado las cosas en esa dirección, por dos razones, principalmente: una, porque demuestran que Israel siente su seguridad amenazada por la guerra en Siria; dos, porque esos ataques han permitido comprobar que es posible hacerlos sin enormes peligros.

“Si Israel ha podido penetrar con tanta facilidad las defensas antiaéreas siria, ¿por qué no puede hacerlo EE. UU.?”, preguntó ayer el senador John McCain, que encabeza un grupo de influyentes congresistas que presionan a la Administración para que actúe sin más dilación.

El vicesecretario de Estado, William Burns, aseguró este fin de semana que “es necesario trabajar más intensamente con los aliados y con la oposición para acelerar la salida de Asad mientras siga quedando algo de Siria por salvar”, y reconoció “la urgencia de actuar a medida que crecen los costes humanos y estratégicos”.

Carney tuvo que responder a varias preguntas sobre si Obama no estaba rompiendo el compromiso asumido desde agosto del año pasado de que no toleraría el uso de armas químicas en Siria. Ese es el aspecto más complicado, desde el punto de vista político, de este caso: Obama puso la palabra del presidente de EE. UU. sobre la mesa, y ahora, su credibilidad y la de su nación están en juego

Los argumentos en ese sentido se multiplican a diario, tanto entre republicanos como demócratas. Ayer, el ex director de The New York Times, Bill Keller, publicaba un artículo en el que advertía al presidente que los errores cometidos en Irak no debían impedirle ahora hacer lo que sea justo hacer en Siria. —AGENCIAS