Hermana revela una “mentirilla” del Papa

A sus 21 años, él le decía a su familia que estudiaba para ser doctor

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elsalvador.com

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2013-03-18 7:00:00

BUENOS AIRES. María Elena Bergoglio, hermana menor del Papa Francisco, destapó ayer un pequeño “pecado” que el primogénito de la familia cometió siendo joven: mintió a los padres, los genoveses Mario José y Regina María Sivori, sobre su verdadera vocación.

Ya era técnico químico y trabajaba en un laboratorio a los 21 años cuando decidió mudar de vocación. Entonces comentó en la familia que planeaba meterse a estudiar en la facultad de medicina. La noticia cayó bien en los progenitores y él se enclaustró en el cuarto de la planta alta.

Hasta que un día Regina María subió las escaleras hasta aquella habitación siempre ocupada por los hijos y no encontró nada vinculado al arte de curar, sino libros de teología y de latín sobre la mesa. Enseguida encaró a su hijo mayor y le preguntó por qué la había engañado.

“Él le contestó que no la había mentido y le dijo ‘voy a estudiar medicina, pero del alma…'”, contó María Elena, de 64 años y única hermana viva del Papa Francisco. Los otros tres hermanos, Alberto Horacio, Óscar Adrián y Marta Regina, han fallecido.

También evocó que “de pequeño” Jorge Mario “era un chico normal como cualquier chico. Le gustaba salir a jugar al fútbol con sus amigos de la parroquia, se reunía con sus amigos y siempre fue “muy cariñoso, muy compañero y muy paternal”.

Y reveló el contenido de una carta que su hermano mayor le escribió desde Chile siendo seminarista, el 5 de mayo de 1960. “Te voy a contar algo: Yo doy clases de religión en una escuela a tercer y cuarto grado. Los chicos y las chicas son muy pobres; algunos hasta vienen descalzos al colegio” empezó.

En la epístola contaba que esos niños “muchas veces no tienen nada que comer, y en invierno sienten el frío en toda su crudeza. Tú no sabes lo que es eso, pues nunca te faltó comida, y cuando sientes frío te acercas a una estufa”.

“Te digo esto –prosiguió– para que pienses… Cuando estás contenta, hay muchos niños que están llorando. Cuando te sientas a la mesa, muchos no tienen más que un pedazo de pan para comer, y cuando llueve y hace frío, muchos están viviendo en cuevas de lata, y a veces no tienen con qué cubrirse”.

Bergoglio seminarista escribió que “los otros días me decía una viejita: ‘Padrecito, si yo pudiera conseguir una frazada (manta), ¡qué bien me vendría! Porque de noche siento mucho frío'”. Y lo peor de todo es que no conocen a Jesús. No lo conocen porque no hay quién se lo enseñe. ¿Comprendes ahora por qué te digo que hacen falta muchos santos?”.

Y le propuso a su hermana más pequeña, entonces de solo 11 años: “Yo quisiera que fueras una santita. ¿Por qué no haces la prueba? Hacen falta tantos santos…”. Ahora María Eugenia lee aquella carta y se echa a reír. “¿Santita? Él y Óscar eran muy buenos… pero los tres hermanos más chicos éramos terribles”, según ha recordado al diario ‘La Nación’.