El Papa futbolero, el lado humano de Francisco

Jorge Mario Bergoglio. Su afición por el deporte y el gusto particular por el fútbol. Hincha apasionado de San Lorenzo de Almagro, uno de los equipos "grandes" de la Argentina.

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elsalvador.com

Por Por Gustavo Flores

2013-03-13 7:00:00

Mate, fútbol y tango. Tres sinónimos del argentino medio. Y Jorge Bergoglio, desde ayer el Papa Francisco, no es la excepción. Porteño, 76 años, hijo de inmigrantes italianos. Y futbolero, muy futbolero para alguien dedicado desde muy joven a la religión. Su adhesión a San Lorenzo de Almagro, un equipo de los denominados cinco grandes de la Argentina, dio ayer la vuelta al mundo.

San Lorenzo es un equipo que fue fundado por un sacerdote, usaba un oratorio para jugar y uno de sus apodos es “Los Santos”. No sería difícil establecer la relación por allí. Pero no. No fue por eso que Bergoglio se hizo hincha “azulgrana”. El gusto por el fútbol y el fanatismo bien entendido por su equipo lo heredó de su papá, un exjugador de baloncesto del club, quien lo llevaba de pequeño a ver los partidos de fútbol en el “Viejo Gasómetro”, un estadio mítico que fue desmantelado y reemplazado por un supermercado. Los socios del club buscan recuperarlo, ya hicieron marchas con 20 mil personas. ¿Recibirán hoy ayuda divina?

En los últimos años se fortaleció la relación del Papa con el club. Planteles de jugadores, con el histórico goleador Beto Acosta a la cabeza, le han regalado camisetas autografiadas. Solía recitar de memoria equipos campeones como una muestra de fidelidad a los colores. En 2008 ofició la misa del centenario del club y recibió el carnet de socio honorario. Curiosamente, los últimos cuatro dígitos de ese carnet fueron ayer el primer premio de la lotería argentina. Imposible para el feliz ganador no pensar en un milagro.

Entres sus gustos deportivos, el fútbol no es la única disciplina. Según biógrafos, también es un apasionado seguidor del boxeo y el tenis, deportes que en Argentina han dado ídolos de la talla de Carlos Monzón, con los guantes, o Guillermo Vilas, con la raqueta; deportistas que le han dado masificación a estas disciplinas en el país sudamericano, hoy encarnados en Maravilla Martínez y J.M. del Potro, de los mejores del mundo cada uno en su actividad.

Bergoglio vivía en un departamento de la Curia, a la par de la Catedral, justo enfrente de la Plaza de Mayo, lugar de manifestaciones históricas. También allí, en esa plaza, se ubica la Casa Rosada, lugar de trabajo de la presidenta Cristina, con quien el ahora Papa tuvo duros cruces por la pobreza y la marginalidad.

En la puerta de esa Catedral, en el corazón de Buenos Aires, hubo festejos ayer. Y sí, no faltaron las camisetas de fútbol. Las de Messi y las de San Lorenzo. Las de Maradona, que ayer dijo desde Dubái: “El Dios del fútbol es argentino, y ahora también el Papa”.

Tampoco faltaron las voces que acusan a Bergoglio de supuestos vínculos con la última dictadura militar, declarada culpable de crímenes de lesa humanidad y 30 mil desapariciones entre 1976 y 1983. Fotos que lo ubican junto al exdictador Jorge Rafael Videla recorrieron los principales medios gauchos y fueron multiplicadas en las redes sociales.

En democracia, Bergoglio agudizó su sentido social. Recorrió hospitales para visitar los heridos de “Cromañon”, la discoteca incendiada que se cobró 194 jóvenes víctimas a fines de 2004. También se destacaba por viajar en bus y en subte, el metro de Buenos Aires.

Pancho. Así se suele apodar a los Franciscos en Argentina. Por eso el “Papa Pancho” fue una de las frases más escuchadas en el país “del fin del mundo”, al que le costó salir del asombro y la conmoción por ser el anfitrión del primer Papa latinoamericano. Su apodo y su equipo de fútbol fueron las palabras más mencionadas ayer. Y San Lorenzo sacó su rédito, inimaginable un par de horas antes, cuando el humo blanco todavía no había aparecido en San Pedro. Sin ganar ningún título, un equipo azulgrana que no es el Barcelona fue, por un día, el club de fútbol más famoso del mundo.