Numa Bracamonte, andanza de ciudades y sonidos

El pianista y director del Coro Polígono Don Bosco ha dedicado su vida al aprendizaje musical, partiendo desde joven a explorar el mundo

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elsalvador.com

Por Stanley Luna @Sol_o_Luna

2015-05-19 7:00:00

“Esto es algo que ya trae uno en la genética”, dijo con claridad Numa Bracamonte, el director del Coro Polígono Don Bosco, al referirse a la música, la rama del arte que le ha permitido conocer otros países, especializarse en lo suyo y formar parte de coros internacionales.

Numa es hijo de América Valencia, pianista y concertista de El Salvador; y Roberto Bracamonte, doctor, quien también se dedicó a la música, siendo discípulo del maestro Agustín Barrios Mangoré.

Por ello se siente seguro de acusar a la genética, aunque de sus cuatro hermanos, él es el único que se ha dedicado a alimentar su pasión desde los 15 años.

A esa edad una tía que vivía en Estados Unidos y que trabajaba en escuelas públicas les ofreció a los cinco la oportunidad de estudiar allá por seis meses.

Numa viajó e ingresó a la Bethesda Chevy Chase High School, en Maryland, lugar donde aparte de estudiar su segundo idioma también recibió clases de piano con Evert Williams, maestro a quien recuerda con cariño, porque aparte de enseñarle durante las clases diarias, le ayudaba en horas extras, dejándolo practicar en su piano de cola.

El artista salvadoreño volvió de forma breve a su tierra natal, para luego tomar coraje y aventurarse al mundo sin la compañía de nadie, más que sus ganas de aprender.

Es así como se fue a Guatemala. En este país vecino estudió por 12 años la carrera de piano y canto de forma simultánea, en el Conservatorio Nacional de Música. Fue alumno de maestros como Luis Felipe Girón May y Benjamín Alberto Navas.

La carrera de piano estaba destinada para que la terminara en siete años, pero según Numa, tuvo que repetir el quinto año y el sexto. “Se ponía más difícil, los programas eran demasiado largos”, recordó sonriendo.

Y es que él no solo se dedicó a la música, también estudió el bachillerato en el Instituto Central de Varones, y para poder sobrevivir de económicamente, comenzó a trabajar.

Fue así como acompañó tocando el piano a diferentes músicos guatemaltecos, impartió clases de música de forma independiente y llegó a cantar en siete coros, formando dos de ellos: Euterpe y Capella Cantorum.

Capella Cantorum, después de sus 25 años, aún sigue, inició con ocho integrantes y hoy tiene 17. Ha viajado por toda Latinoamérica. Hace tres años vino a El Salvador y los integrantes homenajearon a Bracamonte por haber sido el responsable de su fundación.

A Europa

Numa volvió en enero de 2001 a El Salvador justo cuando los terremotos -13 de enero y el 13 de febrero- devastaron al país.

En marzo se le concedió la oportunidad de viajar a Holanda y seguir preparándose.

Todo surgió a través del contacto vía teléfono que sostuvo con una ex novia de uno de sus hermanos. Ella también se dedicaba a la música. Le habló para preguntarle cómo estaba su familia y para decirle que probara suerte en Holanda por tres meses.

Numa estaba deprimido, una plaza de trabajo que le habían ofrecido fue congelada. Partió a aquel país, no con la intención de quedarse solo el tiempo sugerido, sino por más.

Al estar allá rompió el boleto de regreso.

“Me fui con 600 dólares, era lo que llevaba, pero al nomás llegar a Holanda yo no sé cómo explicarlo, probablemente, pero tal vez muy romántico: quemé el pasaje de regreso”, comentó el artista.

En el país europeo realizó la audición en el Conservatorio de Groningen, donde lo aceptaron para que estudiara dos carreras: piano y canto. Pero Groningen, según comentó, era una ciudad pequeña, por ello, estuvo ahí solo un año.

Año el que vivió bajo la misma dinámica que en Guatemala, tuvo que obtener un trabajo para mantenerse, a esas alturas, a diferencia del país centroamericano, sus papás ya no podían ayudarle y estuvo en casa de una amistad por un breve tiempo.

Trabajó como cantante y pianista en un restaurante de comida italiana que se encontraba en el Museo de Groningen, donde interpretaba desde piezas de ópera hasta música latina, lo que le permitió conocer a otros músicos, formando de esta manera un grupo con los holandeses Elselinde Buitenhuis, Joost Van der Linden y Anastasia Goldberg.

Luego, Bracamonte pasó a la Universidad de Róterdam, donde estudió dirección coral por cuatro años. Había hecho audiciones para estudiar canto en Ámsterdam.

“La competencia era gigantesca. Todavía me acuerdo lo decepcionante, porque ahí las audiciones eran abiertas y de alguna manera podíamos oír a los compañeros”, recordó el pianista y cantante.

Donde sí lo aceptaron fue en Güeldres, siempre en Holanda, pero no quiso permanecer ahí, porque la vivienda era cara.

Grandes retos

De Holanda se va a Viena, ciudad que había visitado durante su estadía en Europa y que admiraba porque veía mejor futuro como cantante de ópera, aunque al inicio creyó que sería un problema, porque debía contar con una visa con permiso para poder laborar.

Cuando fue a solicitarla, le simpatizó a la señora que lo atendió solo por decirle que era cantante de ópera, gusto que ambos compartían.

“¿Y usted para qué viene acá?”, contó Numa que le preguntó esa persona. “Soy cantante de ópera y quiero vivir acá”, le respondió. Pero el momento de interrogantes no terminaba, después ella le preguntó qué hacía en Viena, a lo que el salvadoreño respondió: “Es que yo quiero ser uno de los mejores cantantes del mundo”.

Con un “permítame” lo hizo esperar un par de minutos mientras realizaba los trámites para darle una visa para 10 años, con los permisos que él necesitaba.

Numa aún tiene presente qué lo apasionó de esa ciudad de Austria.

“Yo pasaba en la ópera todos los días, pasaba en los ensayos, pasaba viendo, porque yo soy loco ópera, y además me encantaba la parte de la técnica, porque ellos tenían una técnica ya depurada de cómo los cantantes se pueden hacer y era algo para mí bastante nuevo”, dijo.

Es así como a las 33 años, después de hacer las pruebas, ingresó a la Universidad de Viena, para estudiar pedagogía musical enfocada a la dirección coral.

La ciudad le abrió las puertas para que formara parte de dos coros: el Stephansdom Chor, perteneciente a la catedral, y el Arnold Schoenberg Chor, reconocido en Europa y con el que visitó viajó a diferentes lugares. Además fue miembro de un grupo llamado Ars Música. Los ingresos que obtenía le servía para mantenerse.

Enseñanza

Finalmente, en 2010, Numa, luego de haber aprendido de otras culturas, nuevos idiomas, pero sobre todo, de haberse alimentado de música y canto, sintió la necesidad de volver a El Salvador para compartir sus conocimientos con los demás.

A su regreso formó el Coro Infantil Nacional y el Coro Juvenil. Después pasó a ser el director del Coro Polígono Don Bosco, proyecto que al igual que la Orquesta, impulsa el presbítero José María Moratalla, y está conformado por niños y jóvenes, quienes viajaron el mes pasado a Washington D. C. (Estados Unidos). En 2011 se casó con Mirna López, mujer de la que siempre quiso ser novio cuando estuvo en El Salvador, y ahora tienen una bebé de dos años.