En un diagnóstico: una imagen vale más que mil palabras

La tecnología que utilice el médico dependerá de los síntomas y de la parte del cuerpo que debe examinarse

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elsalvador.com

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2014-11-11 12:00:00

Todos alguna vez han esperado buenas o malas noticias del médico mientras observaba una imagen ante una potente luz blanca. Lo que en realidad se espera es un diagnóstico al que el profesional de la salud llega mediante la utilización de una fotografía del interior de nuestro cuerpo. Este procedimiento hace referencia a las pruebas de diagnóstico por imagen.

“Esas pruebas han cambiado la práctica médica de forma drástica”, señala Carlos Marín Rodríguez, radiólogo pediátrico del hospital Gregorio Marañón, de España.

Durante más de 100 años, estas técnicas han evolucionado tanto en el ámbito de la medicina nuclear como en el ámbito radiológico donde se diferencian pruebas como la ecografía y la resonancia magnética, que no utilizan radiación, y pruebas como la radiografía, el escáner y la mamografía, que sí utilizan rayos X.

Una imagen que puede salvar vidas

Cuando se acude al médico con un dolor en lo único que se piensa es en la molestia que genera, esperando que el doctor pueda decir “es esto, tómate esto otro y te sentirás mejor”, destaca el doctor Marín.

Sin embargo, encontrar la solución no es tan fácil, ya que dicha dolencia no va a asociada a una determinada prueba sino que “el médico selecciona la exploración de diagnóstico por imagen que quiere en función de la sospecha clínica que tenga”, afirma el radiólogo pediátrico.

“Si el médico sospecha que el paciente tiene piedras en el riñón pide una ecografía, si sospecha de una neumonía pide un escáner”, explica.

Las pruebas de diagnóstico por imagen en radiología son:

Radiografía: Es una técnica con la que se consigue un diagnóstico mediante las tonalidades de grises que se observan en la imagen de una determinada zona anatómica, al colocar esta entre una placa fotográfica y un emisor de una mínima cantidad de radiación ionizante.

Aunque “la imagen que tiene la gente de la radiografía es el hueso roto, esto es bastante más complejo”, por lo que la utilización de esta prueba depende de aquello que el médico quiera observar, afirma Carlos Marín.

Ecografía: después de aplicar un siempre frío gel transmisor, el transductor o instrumento que se sitúa sobre la zona a estudiar, emite ondas de ultrasonido cuyo eco es trasformado por el ordenador en una imagen bidimensional o tridimensional.

Aunque la ecografía se asocia tradicionalmente a los controles del feto durante el embarazo, también es el principal método de diagnóstico por imagen del corazón o una de las pruebas más importantes para el estudio del cerebro de los recién nacidos.

“La ecografía se hace para ver muchas cosas: las piedras de la vesícula y del riñón, el estudio del hígado o para lesiones musculares entre otras cosas”, subraya.

TAC, escáner o tomografía computarizada: En esta prueba diagnóstica los rayos X se utilizan para generar imágenes transversales de nuestro cuerpo, reconstruidas por potentes ordenadores a partir de la información enviada por los receptores de radiación.

Como explica el radiólogo pediátrico Carlos Marín, “son rebanadas de nuestro cuerpo, como si nos cortasen como a una mortadela”, con la intención de observar múltiples patologías como cánceres o coágulos de sangre.

Resonancia magnética: normalmente cuando se realiza esta prueba se evita que el paciente posea cualquier elemento metálico, ya que la resonancia magnética genera docenas de imágenes o cortes de nuestra anatomía mediante la utilización de campos magnéticos y ondas de radiofrecuencia.

Estas imágenes, que se pueden almacenar en un ordenador o imprimir en una película, son utilizadas “en numerosas áreas de la medicina, como en enfermedades neurológicas o abdominales”, con la intención de estudiar grandes volúmenes y distintos planos de una determinada zona del cuerpo, señala Marín.

Mamografía: Esta técnica utiliza la radiación ionizante para observar posibles patologías en la glándula mamaria mediante una imagen que se forma a partir de la información recogida de los rayos X emitidos hacia un seno situado entre dos placas plásticas.

A diferencia de las anteriores, la mamografía es una prueba “focalizada fundamentalmente en el cáncer de mama, los demás usos son prácticamente marginales”, aclara el radiólogo pediátrico.

“Cada prueba aporta una información diferente, por lo que un médico pide una prueba u otra dependiendo de la patología que quiera ver”, afirma.

Una confianza informada

Según sus sospechas sobre la enfermedad del paciente, el médico puede encargar una u otra de las pruebas de diagnóstico por imagen analizadas. Sin embargo, dentro de las mismas, aquellas que pueden afectar a la salud del paciente por la utilización de radiación ionizante son la radiografía, el escáner y la mamografía.

Los efectos probabilísticos de estas pruebas, que suponen una mayor probabilidad de padecer cáncer cuanta mayor sea la radiación recibida, no pueden hacer olvidar sus beneficios, que pueden mejorar la salud del paciente e incluso salvarle la vida, a cambio de una mínima dosis de radiación.

“La dosis de una radiografía de tórax equivale a la que una persona recibe durante dos días debido a la radiación ambiental”, explica el radiólogo Marín.

Aunque la relación entre el riesgo y el beneficio es muy favorable, las complicaciones pueden aumentar en el caso de las mujeres embarazadas, que deben de firmar un consentimiento informado antes de someterse a pruebas de diagnóstico por imagen con radiación, y en el caso de los niños, donde se busca la utilización de la menor dosis de radiación posible bajo los principios de justificación y optimización.

Según lo que se quiera observar, pruebas como la resonancia magnética, la ecografía o el escáner pueden no servir sin la utilización de contraste, es decir, sin la ingesta por vía oral, vesical o intravenosa de una sustancia cuya composición y resultado son diferentes en función de la prueba.

“Por ejemplo, cuando se hace un escáner para ver masas en el hígado o enfermedades tumorales, entonces sí es necesario el uso de contraste”, explica.

Sin embargo, dentro del complejo mundo farmacológico de los contrastes, los que más preocupan son los intravenosos debido a su probabilidad de generar reacciones indeseadas. Aunque esta posibilidad es muy baja, el paciente tiene que firmar un consentimiento informado, “sobre todo si ha tenido un antecedente de reacción alérgica al mismo contraste”, afirma el doctor Marín. —EFE