Sistema de premios y castigos en los infantes

Desde pequeños los niños deben asimilar, por medio de sus figuras de autoridad, que cada acto tiene consecuencias positivas y negativas, y una de esta forma son las recompensas y sanciones

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elsalvador.com

Por Texto: Stanley Luna Fotografía: EDH

2014-09-13 8:00:00

Andrés (nombre ficticio), un niño de 7 años que cursaba primer grado y al que se le habían diagnosticado un problema clínico, olvidaba copiar las tareas en sus clases, perdía los útiles y no entregaba a sus padres las notas que la docente encargada les enviaba; y aunque hacía las actividades en su casa, no las presentaba el día correspondiente.

Ante tal situación, una psicóloga ideó para él un sistema de premios y castigos, que ayudara al niño a desempeñarse con éxito en cada una de las actividades que realizara. Este sistema consistía en detallar todas las conductas que se esperaban de él. Luego, al final del día Andrés recibiría un reconocimiento un sticker de una carita feliz, si lograba alcanzar las metas que él se había establecido. Estos premios, se colocaban en un calendario diseñado específicamente para este fin.

Además, si al final de la semana alcanzaba cuatro de cinco caritas felices, los padres lo felicitaban y lo premiaban con incentivos que anteriormente habían establecido entre ellos y el niño, por ejemplo: escoger la comida que quería para el almuerzo o tener una hora más de juego.

Si Andrés no alcanzaba la meta se le explicaba en qué había fallado, cómo podía mejorar, se le animaba a esforzarse y no se le permitía jugar con su juguete favorito.

A través de todas las acciones para moldear la conducta, en cuatro semanas Andrés logró superar todos los obstáculos. Al mismo tiempo se reforzó en él el sentimiento de logro, comprobándole que él podía alcanzar todo lo que se propusiera, si siempre se esforzaba para ello.

“Con disciplina, constancia, firmeza, apoyo, aliento, amor y acompañamiento es posible impulsar a los niños a superar las conductas negativas y a fortalecer su autoestima”, explicó la psicóloga clínica y educativa, Martha Carcach, al referirse al caso de Andrés.

La profesional mencionó que los niños necesitan aprender que sus actos conllevan consecuencias: si estos son positivos, las consecuencias también lo serán. Si en cambio, sus actos son negativos lo que obtengan no puede ser de otra manera.

Retribuciones, sanciones y autoestima

Desde los primeros años de vida es necesario que los padres, quienes se convierten en los primeros agentes socializadores del niño, pongan límites al comportamiento de ellos. Mientras tienen menor edad, las consecuencias de sus actos deben ser más concretas.

Es a partir de los 5 y 6 años que el niño es capaz de diferenciar lo bueno y lo malo, a través de un sistema de recompensas y sanciones que ha tenido a su corta edad en diferentes puntos de socialización de su vida, como la familia y la escuela.

Según Carcach es importante que cuando un niño realice una acción positiva obtenga un premio, pero las figuras de autoridad (padres, maestros o encargados de los infantes) deben tomar en cuenta ciertos aspectos:

Las retribuciones pueden ser los mismos privilegios que estén en el entorno del niño, el refuerzo social positivo, el reconocimiento a su dedicación, el buen trabajo e incentivos a través de palabras que hagan sentir al niño especial.

“La motivación intrínseca es la fuerza que le ayudará a seguir en su camino y a esforzarse por alcanzar nuevas metas”, comentó la profesional. En caso de que los niños tengan una conducta negativa, Carcach explicó que es necesario procurar que los castigos sean la suspensión de algunos privilegios, exponiéndoles que eso es la derivación de una acción incorrecta.

También, puede señalarse la desaprobación, pero sin atacar al niño. Así mismo, es importante decirle lo que se espera de él y ayudarle a analizar el por qué de la conducta incorrecta, facilitándole la manera en que pueda corregir, reparar o enmendar lo que no hizo bien.

Gabriela de Cañas, maestra del colegio David Livingstone, mencionó que de acuerdo con el grado escolar el sistema de premios y castigos varía en los niños. Ella imparte clases a niños de kínder 4 y 5, preparatoria, segundo y sexto, y detalló que el trato para cada uno de los niveles es diferente.

“Con los niños pequeños se trabaja bastante con incentivos, con ellos los castigos son suaves. Por ejemplo, si un niño no acata las indicaciones, tenemos una silla que tiene el nombre de ‘silla del pensamiento’. Los niños se sientan ahí de acuerdo a su edad: si tiene 4 años, cuatro minutos, si tienen 5, cinco”, comentó De Cañas.

Ella señaló que a los pequeños no se les amenaza, sino que se les hace ver las consecuencias que puede tener por sus actos. Si ellos se portan bien la maestra les regala stickers, que son incentivos que a ellos les gustan.

En el caso de los alumnos más grandes, como los de segundo, este sistema funciona entablando conversaciones y llegan a acuerdos de aquellos aspectos por los que serán recompensados y aquellos por los que serán sancionados.

Mientras que con los de sexto el trato de vuelve un poco complicado, porque en esa etapa los alumnos están siendo influenciados por factores como los videojuegos de carros o peleas, esto lo reflejan al momento de asistir al colegio. En este caso los papás desde el hogar también toman medidas, manifestó la maestra.

Es importante mencionar que si el niño será castigado siempre debe saber las razones, para que de esta forma reconozca lo que ha hecho, se esmere por mejorarlo y no crezca con traumas en su vida.