Antonio Vivaldi: sacerdote, empresario y compositor de música barroca

El italiano es considerado una de las figuras más relevantes de la historia de la música

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elsalvador.com

Por Katherine Miller Doctorado en estudios Medievales y Renacentistas de UCLA. Ha servido como Post-Doctoral Fellow en el Centro de

2014-07-03 7:00:00

Escuchar la música barroca de Antonio Vivaldi, tan familiar a nosotros hoy, es también experimentar una resonancia del mundo de la Serenísima República de Venecia del siglo XVIII, con su cultura de la Contra Reforma que intentó penetrar en las mentes de los europeos con la intención de producir los efectos apasionados “tan dulces como los diálogos de amor que pasa entre el alma y Dios…”(Santa Teresa de Ávila).

Las más familiares composiciones-Las Cuatro Estaciones, La Stravaganza, La Tempestad en el Mar-junto con sus 50 óperas y oratorios, además de sus más de 500 conciertos, producen impresiones en los sentidos sensuales de la memoria para animar los sentimientos. Y eso como parte de una política de crear una metáfora o una suerte de microcosmo o modelo social, que coordina con el creciente comercio competitivo y las guerras religiosas que los venecianos libraron contra los Turcos durante el siglo XVIII.

La Contra Reforma Católica que implementaba las provisiones del Concilio de Trento produjo una estética coincidente en el estilo del barroco: son inseparables en el sentido de la inter-penetración mutua de las clarificaciones doctrinales y una estética que guiaba el arte, las artes plásticas y especialmente la música, desde Palestrina hasta Vivaldi mismo.

Antonio Vivaldi nació en Venecia en 1678 y falleció en Vienna en 1741, habiendo sido tonsurado cuando tomó órdenes sagradas el 18 septiembre de 1693, a la edad de 10 años. Fue ordenado como sacerdote 10 años más tarde, el 23 marzo de 1703. Aunque su título oficial era mansionario (sacerdote del orfanato), sirvió durante más de 20 años como maestro de música en uno de los centros musicales más famosos de Venecia: Il Conservatori dell?Ospedale Della Pietà, donde enseñaba a las huérfanas e hijas ilegítimas de la aristocracia de Venecia, con las donaciones de quienes apoyaban en gran manera a las niñas y a los esfuerzos de Vivaldi mismo, cuando Venecia era un centro enorme de cultura. De hecho, las presentaciones de la música de Vivaldi en el Ospedale, con estas niñas, crecieron hasta convertirse en una sensación espectacular por toda Europa.

Durante el siglo XVIII se requería que los sacerdotes, músicos y compositores trabajaran para cubrir las necesidades de su vida cotidiana. Así, Vivaldi funcionaba como un empresario de montajes extravagantes, tensionadas y floridas de óperas, oratorios y conciertos, financiados por anfitriones riquísimos. Estas obras musicales fueron presentadas, esencialmente, por las niñas del Ospedale con sus voces y habilidades ejemplares con los instrumentos de cuerda.

Para los que dudan de la seriedad de Vivaldi como sacerdote, porque funcionaba como empresario, igual como maestro de música y compositor, es menester indicar que todas sus partituras-especialmente las de sus 50 óperas, fueron encabezadas con las letras LDBMDA: Laus Deo Beatae que Marie Deiparae Amen.

Evocar el esplendor impetuoso, con el objetivo de animar emoción hacia Dios, era una de las funciones sociales de la música de la Contra-Reformación y su expresión en la estética del barroco. Se puede considerar la música de Arcangelo Corelli, Antonio Vivaldi, Francesco Severio Geminiani, etc., como esfuerzo estético de promoción en fuerza y sensualidad de las doctrinas de la Contra Reforma Católica que llevaban consigo un empuje estético hacia un acercamiento emocional a Dios.

Sin embargo, también se puede contemplar la música barroca-especialmente de Vivaldi en su aspecto como empresario-como un microcosmo, o una expresión del auge político y comercial del siglo XVII-XVIII como explica Richard Taruskin, musicólogo e historiador, en su libro “The History of Music in the Seventeenth and Eighteenth Century”, (2009).

La expresión principal de los triunfos gemelos de la política del absolutismo y el mercantilismo económico, [era] una expresión que trajo a su punto álgido la explotación de las artes como una metodología de la representación del poder. (Traducción propia).

Vivaldi, en sus composiciones participó, implícitamente, en la implementación de las decisiones del Concilio de Trento (1545-1563)-este gran momento en la historia de la Iglesia que se desembocó en el barroco expresado en el arte, literatura y música. Con algunos de sus contemporáneos italianos (sin excluir los grandes compositores de Inglaterra, Francia y Alemania) como Arcangel Corelli (1653-1713) o Tomaso Albinoni (1671-1751) o Dominico Scarlatti (1685 – 1757), Antonio Vivaldi impulsó una estrategia de enormes y fuertes olas de emociones y tensiones, cuidadosamente dimensionadas, para animar y suavizar el entusiasmo religioso de toda una sociedad en tumulto por las Reformas Católicas y Protestantes.

La exaltación y claridad doctrinal musical, casi insoportable en su apasionada intensidad, así como evocada en la Éxtasis de Santa Teresa de Bernini, fue encomendada por el gran Concilio de Trento, implementada en la Contra Reforma Católica del periodo en que estaba ocupado con sus creaciones musicales. Podemos hasta pensar en el uso, por Vivaldi, del fuerte y continuo basso ostinato como una llamada a la disciplina doctrinal.

La acumulación mercantilista de la riqueza, especialmente en Venecia-este emporio y portal de la riqueza del oriente para toda Europa-aportaba, por supuesto, las luces resplandecientes del florecimiento de las artes musicales, igual como los avances doctrinales de la Iglesia. Su preocupación con las tempestades del mar y las estaciones del año son algunos de los contextos sociales para el desarrollo de la música barroco, la cuna musical de Vivaldi y otros compositores italianos y europeos durante los siglos XVII-XVIII.

Es que estos compositores, entre muchos otros, promovieron “El Mito de Venecia” como la Serenísima República; o sea, una concepción de Venecia como república perfecta, casi una Ciudad de Dios que apoyaba la Iglesia, las cortes y el proyecto de los umanisti como Coluccio Salutati y Leonardo Bruni, cancilleres de Florencia, quienes guiaban y gobernaban las estrategias políticas de sus ciudades-Estados como faro para los Renacimientos. Buscando, así como lo hicieron, ad fontes (a las fuentes) la influencia hacia el refinamiento de los clásicos griegos y romanos en la construcción de sus repúblicas y en la construcción de un espíritu cívico en el humanismo cívico.

Venecia tomó nota, por supuesto, y buscaban por medio de este objetivo, a la música ceremonial, las procesiones, la liturgia, el comercio y el espíritu militar, por ejemplo, de la Serenísima República de Venecia cuando se vio en la necesidad de defender el Catolicismo (y el comercio) contra los Turcos. En eso, Vivaldi jugaba su parte en sus composiciones musicales, como veremos.

Este último tema es la materia de una de sus óperas presentada en 1715. Después de su éxito con La Stravaganza, Vivaldi presenta a los aristócratas y magníficos de Venecia su ópera Juditha Triumphans, que celebra la victoria militar y religiosa de Venecia contra los Turcos en Corfu.

Su ópera caracteriza a Venecia como la nueva Juditha, una figura sumamente Católica en el ambiente de la Contra Reforma (y rechazada rotundamente por los Protestantes). Juditha, quien ha decapitada al tirano Holofernes es presentada como Venecia, “la nova Juditha”, la Serenissima República de Venecia. La figlia di coro (las niñas cantantes y músicas con sus violines y violas) de la Ospedale, cuando cantaba la ópera, casaban perfectamente con la victoriosa recitativa cantada por la prima donna de la ópera, Giulia, quien declara a una audiencia de venecianos, seguramente estremecida:

Veniti maris urbem inviolatam, discerno …

(Declaro a Venecia, la ciudad del mar, inviolada por toda la eternidad…).

Pero lo que queda en nuestros oídos y corazones, al escuchar la música de Vivaldi hoy, es sencillamente la belleza, la sensualidad, la voluptas que resuena en la música barroca y hace de sus composiciones musicales un instrumento para mover el alma y capturar una concepción de Venecia como la república perfecta y la verdadera Ciudad de Dios. Venecia con su Arsenal y monopolio comercial con Constantinopla y la Ruta de la Seda es pintada repetidamente en los conciertos y óperas, que eran admiradas por los grandes poetas y empresarios apasionados en su defensa de Venecia.

Vivaldi, empresario de ópera, igual como sacerdote y compositor, evoca el espíritu agresivo y florido de sus tiempos en sus obras, especialmente en su famoso y reconocido retrato en honor de Venecia, ciudad marítima: Tempesta di mari (Tormenta en el mar). Comercio y religión, guerra y pasión son la esencia del honor que rindió Vivaldi a su ciudad y a la Ospedale para niñas huérfanas sin dotes. Esta es seguramente la música como caritas en veritate. FIN