de diablos a patrimonio cultural

La Asamblea Legislativa aprobó, recientemente, que la Ceremonia de los Talcigüines se convirtiera en "Patrimonio Cultural Inmaterial de El Salvador". Para los pobladores de Texistepeque este es un gran motivo de alegría, pues es una labor que tiene décadas de realizarse

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elsalvador.com

Por Texto: Tomás Andréu Fotografía: EDH/ Huber Rosales/ Archivo

2014-06-21 7:00:00

P robablemente, “me gusta quitarle los pecados a la gente”, dice Ander Pérez enfundado en su traje de demonio rojo. Es un talcigüín. Él es uno de los pequeños que crecerá en esta tradición que revive cada lunes de la Semana Santa. A sus 8 años, Ander se siente todo un privilegiado al practicar esta ceremonia religiosa que fusiona el teatro, la danza y la procesión católica.

Fue René Pérez —padre de Ander y también talcigüín— quien le endosó a su retoño el gusto por esta celebración que representa la lucha entre el Bien y el Mal. Los protagonistas son Jesucristo y los talcigüines. Estos últimos evocan a los demonios que tentaron al hijo de Dios en el desierto.

El pasado jueves 22 de mayo, la Asamblea Legislativa aprobó que la Ceremonia de los Talcigüines se convirtiera en “Patrimonio Cultural Inmaterial de El Salvador”. Esto fue gracias al trabajo que se realiza en el municipio de Texistepeque (departamento de Santa Ana) y al apoyo del diputado José Gabriel Murillo Duarte, de Gran Alianza por la Unidad Nacional (Gana).

“Este es un esfuerzo de los comités que con mucho sacrificio mantienen la tradición y espero que los talcigüines vengan a quitarnos algunos pecados”, comentó el funcionario.

El artículo 63 de la Constitución de la República establece que la riqueza artística, histórica y arqueológica forma parte del tesoro cultural salvadoreño, es decir, que el Estado resguarda estas manifestaciones culturales y quedan sujetas a ley para su conservación y difusión.

“Tengo 22 años de pertenecer al grupo de los Talcigüines”, explica la presidenta del grupo —más de 40— que forma la tradición de los talcigüines, María Magdalena Murillo. Ella también le inculcó a su hijo —un egresado de Derecho— el amor a esta manifestación religiosa que tiene sus raíces en la invasión española, pero que los nativos de esta tierra vincularon con su sistema cultural.

“Mi hijo quiere ser talcigüín hasta que Dios se lo permita”, confiesa Murillo.

En Texistepeque ocurre algo inusual cuando de tradiciones y jóvenes se trata. Estos últimos mueren de ganas por ser parte de estos demonios. Ruegan a los veteranos que los dejen entrar, pero la respuesta es la misma: no.

La denegación tiene justificación: primero tienen que ser “judíos”, luego vendrá la oportunidad de ser talcigüín.

“Tenemos a varios en espera. Hay quienes han desempeñado el papel de judíos por muchos años. Tenemos gente que tiene hasta 10 años esperando”, revela Murillo. También añadió algo que es impensable en este momento: que una mujer sea talcigüina. Cosa de tradiciones, explicaron los consultados.

“Hombre endiablado” significa talcigüín. La ceremonia religiosa no tiene música propia, durante la peregrinación por la Plaza Central de Texistepeque, Jesús usa una campana que marca una especie de compás. El Hijo de Dios es representado por Walter Salguero. Comenzó cuando tenía 15 años. Es decir, de aquello son muchos años y aún continúa. Eso no solo significa una profunda devoción a la religión que profesa, sino, un arraigo a su terruño y a su manifestación cultural.

Diego Antonio Ramírez Herrera tiene 14 años. Desde 2007 es un talcigüín. “Me gusta quitarle a mis amigos los pecados. No lo hago por venganza, lo hago por diversión”, justifica este joven de Texistepeque. “Pego de la cintura para abajo”, añade. Y remata su gusto por esta actividad religiosa: “Me gustaría permanecer en esta tradición hasta el final de mis días”.

“Es muy importante que cultivemos nuestros valores culturales con esta tradición. Pero también esto nos deja una lección a los cristianos: el Mal siempre es vencido. El Bien siempre triunfa”, asevera el párroco de la iglesia parroquial San Esteban. Desde ahí, las campanas suenan a las 9:00 de la mañana de ese lunes de la Semana Santa. Eso significa que llegó el momento de sacarse una par de pecados de encima.

“Como Secretaría de Cultura de la Presidencia (Secultura) estamos viendo cómo le damos todo el estatus que se merece en el marco de la Ley de Patrimonio”, comentó el secretario de Cultura, Ramón Rivas.

Los integrantes de esta fiesta espiritual denunciaron que la Casa de la Cultura de Texistepeque modificó esta ceremonia incluyéndole música y haciéndola pasar por danza. La máxima autoridad de cultura del Gobierno afirmó a El Diario de Hoy que eso “no se puede modificar y estoy de acuerdo con ellos con sus molestias”. Rivas también aseveró que está abierto al diálogo y con gusto se sentaría con todos lo que hacen posible la ceremonia.

Los talcigüines de Texistepeque tendrán que llegar a la Asamblea Legislativa para que les sea notificado, oficialmente, que son “Patrimonio Cultural Inmaterial de El Salvador”. Muchos esperan que también haya un par de azotes para los Padres de la Patria: “La punta del látigo incluiría ‘huishte’, clavos y espinas. El acial se está preparando” (risas).