Fernando Llort: “Mi deseo fue motivar a mi pueblo con mi pintura”

Es artesano, pintor, muralista, compositor y cantante. La noche de ayer, el gobierno de El Salvador le concedió el Premio Nacional de Cultura, título prominente que se le otorga a un artista destacado. Su gestión cultural le dio vida a la cooperativa "La Semilla de Dios"

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elsalvador.com

Por Tomás Andréu Twitter: @tomazs_andreu

2013-11-05 10:00:00

El gobierno de El Salvador le otorgó, en ceremonia oficial, el título de Premio Nacional de Cultura al artista y gestor cultural, Fernando Llort.

El discurso del artesano fue sencillo, emotivo y entregado en agradecimientos a “todos aquellos que creyeron en su sueño”.

Indirectamente, por segundo año consecutivo, las artes plásticas vuelven a tener relevancia en el gobierno como en la opinión pública, a pesar de que la condecoración reconoce la labor de Fernando Llort como gestor cultural. En 2012 el Premio Nacional de Cultura fue entregado al pintor, Carlos Cañas, quien murió a los 88 años el pasado mes de abril.

La condecoración del gobierno cae en vísperas de los 50 años de gestión y labor artística de Fernando Llort, quien ha realizado una insuperable faena en La Palma, Chalatenango.

“A raíz de la búsqueda de mi identidad cultural, tomé la decisión de dedicarme al arte. Todo fue impulsado gracias a la necesidad de expresarme y de comunicar mi identidad como salvadoreño”, dijo Fernando Llort al inaugurar su discurso. A continuación, el artista habló de cómo la geografía, el clima y toda una población le cambió la vida:

“Dios puso una semilla en mis manos de donde creció una comunidad de arte que ha dado frutos en abundancia para el municipio de La Palma y para El Salvador”.

Toda una generación que conoció los pasos del maestro Llort, se hizo presente en la ceremonia. El discurso continuó con los agradecimientos. En primera línea estaba la compañera de vida del artista: Estela. Luego tuvo palabras para su descendencia y la comunidad que lo acompañó en su travesía artística:

“Este premio se lo dedico a mi esposa Estela que con su sencillez y amor ha estado siempre conmigo y quien es la raíz de la semilla y el árbol. Sin ella yo no estaría aquí ahora. A mi hija y su esposo, a mis hijos y sus esposas. Y con todo mi amor a mis nietos que me dan vida (…) comparto este premio con los artesanos de La Palma y con aquellos que se acercaron a mi casa, creyeron en mi sueño y con quienes trabajamos mano a mano desde un inicio. Sin ellos, su fe, dedicación y talento todo este movimiento artesanal no hubiera sido posible”.

Llort tampoco se olvidó del motor de su vida: Dios.

“Agradezco primeramente a Dios por mi vida y los dones que me ha dado”.

El gobierno de El Salvador anunció el 1 de octubre que la edición número XXV del Premio Nacional de Cultura 2013 se lo otorgaría a Fernando Llort. Su argumento fue:

“[El artista] ha sido elegido para recibir el galardón por sus méritos como gestor cultural y por haber transformado a la comunidad a través de la enseñanza de sus diseños artísticos aplicados a la artesanía, lo cual desarrolló una industria comunitaria sustentable, que dio origen a la primera cooperativa de artesanos llamada ‘La Semilla de Dios’. Es creador de un método sencillo de enseñanza artística basado en dibujos lineales y el uso de materiales abundantes del lugar que le permitió a los pobladores realizar artesanías, dando inicio al desarrollo en colectivo de la población (…) con un impacto a nivel local, nacional e internacional (…) con innumerables talleres, los cuales siguen produciendo artesanías que contribuyen al desarrollo económico, social y cultural del país”.

Fernando Llort nació el 7 de abril de 1949. Comenzó sus estudios religiosos en Colombia en 1966. Luego partió a la Universidad de Toulouse, Francia a estudiar filosofía. Ahí permaneció tres años e hizo una exposición en ese país. También hizo estudios en Louisiana State University en Baton Rouge.

En 1971 regresó a El Salvador. Algo le dijo en su interior que lo que andaba buscando estaba en La Palma, Chalatenango.

El clímax del discurso llegó cuando el artista justificó su arte y sus casi cinco décadas de trabajo artístico:

“Siempre fue mi deseo ayudar en lo posible con mi pintura a motivar a nuestro pueblo para que despertara sus propias raíces y a buscar una expresión propia. Siempre sentí una profunda necesidad vital de redescubrir una cultura local, que nos permitiera ubicarnos y que nos ubicaran como salvadoreños en el contexto latinoamericano (…) [que mi trabajo] nos inviten a ver las cosas con una visión mágica, como las pueden ver los ojos, el corazón o la mente de un niño o la ingenuidad de un sabio campesino sin prejuicios ni esquemas preconcebidos”.