Redes sociales y la desconcentración

Realizar varias actividades a la vez en dispositivos móviles está afectando la concentración y la lectura comprensiva y profunda, según profesores y analistas del boom de los tiempos de ser "multitareas"

descripción de la imagen
elsalvador.com

Por Texto: Alfredo García Fotografía: El Diario de Hoy

2013-11-16 8:00:00

“Pierdo el sosiego y el hilo, empiezo a pensar qué otra cosa hacer. Me siento como si estuviese siempre arrastrando mi cerebro desconcentrado de vuelta al texto. La lectura profunda que solía venir naturalmente se ha convertido en un esfuerzo”. Esto es lo que le ocurría a Nicholas Carr, autor del libro “Superficiales: ¿Qué está haciendo Internet con nuestras mentes?”.

Si a usted también le es cada vez más difícil mantener la concentración mientras intenta leer algún libro o documento que requiere mayor análisis esto se podría deber a Facebook, el correo electrónico o el Whatsapp.

Carr tras cansarse de tanta sobreinformación decidió irse a vivir a las montañas de Colorado, Estados Unidos, lejos de los celulares “inteligentes” y el Internet.

Los efectos buenos y malos de pasar muchas horas frente a las pantallas de celulares y computadoras han comenzado a ser estudiados.

Aunque parezcan actividades simples, tienen influencia en los procesos de la mente, y especialmente en los niños.

Trastornos

Manfred Spitzer, director de la Clínica Psiquiátrica Universitaria de Ulm y del Centro de Transferencia de Conocimientos para las Neuronas y el Aprendizaje, declaró esta semana para un artículo del periódico español elpais.com que “la utilización de ordenadores en edades muy tempranas en la guardería puede motivar trastornos de la atención, y a una edad posterior, todavía en edad preescolar, puede conducir a trastornos de la lectura”.

“Lo que sucede al leer digitalmente, a través de una tableta o del ordenador, es que uno siente más la necesidad de comentar lo que lee con todo el que pueda”, opina Antonio María Ávila, de la Federación de Editores de España.

Los maestros son los mejores observadores del cambio que experimentan las nuevas generaciones, tanto en la lectura como en la escritura.

José Antonio Luengo, psicólogo educativo, es de los maestro que consideran que los estudiantes “Si están leyendo, aunque sea en Facebook, están adquiriendo las claves de la lectura. Yo creo que nuestros chicos cuando elaboran un texto o hacen un comentario están poniendo negro sobre blanco sus ideas. Lo que sucede es que en la lectura en pantalla, la lectura profunda es incompleta. El problema es que pasamos demasiado tiempo en ese tipo de lectura y dedicamos menos a la más sosegada. La captura no es la misma cuando lees una página en papel sin interrupciones. En la lectura digital hay una cierta dispersión. Vas de una pantalla a otra, el texto te lleva a un vídeo y luego a un mapa, y la concentración es menor, aunque la cantidad de lectura es mayor”.

Con el auge del Internet, las computadoras y más aún de los dispositivos móviles las formas de aprender están cambiando.

El objeto de análisis de estos especialistas es específicamente la forma en que se lee, por ser esto una de las formas más importantes de aprender, y el efecto que las redes sociales tienen sobre el cerebro.

Al hecho de estar demasiado tiempo inmerso en el teléfono o la computadora y estar pendiente de muchas conversaciones, lecturas y escribiendo a la vez los especialistas lo han denominado el fenómeno de “atención parcial continua”.

“Algo así como ‘el que mucho abarca poco aprieta’. Para luchar contra el fenómeno, debemos buscar un equilibrio. El libro en papel nos permite una vida interior que es indispensable vivir y que no es tan fácil de experimentar cuando se está ante una pantalla que permite ir de un sitio a otro. Hay que equilibrar el abordaje de los textos. Porque la incapacidad que estamos observando en los alumnos les impide tener ese mundo interior. Es importante que interpreten bien lo que leen. Les digo, pinchad y leed, pero volved a la página original y haced anotaciones de lo que habéis leído”, afirma Luengo.

Hoy en día el uso de redes sociales es cada vez más frecuente desde la infancia en países desarrollados y también en El Salvador.

A principios de este año existían 1,5 millones de cuentas de Facebook en El Salvador, según el II estudio de Redes Sociales en América Central, desarrollado por la empresa iLifebelt.

La investigación coloca a El Salvador como el tercer país centroamericano que tiene más usuarios con perfiles en esa red social.

En el mundo, Facebook posee 1,155 millones de cuentas.

Unos 699 millones de personas se conectan cada día para comunicarse con sus contactos y ver las noticias que aparecen en su muro, según el portal gadgetos.com

Un cambio cultural

En el artículo de elpais.com Isidro Moreno, profesor de Tecnologías de la Información y la Comunicación en la Universidad Complutense de Madrid, expone: “Internet y todos los dispositivos móviles hacen que los jóvenes interpreten el mundo mediados por las tecnologías. Mis alumnos manejan los medios con bastante soltura, pero se quedan solo en la parte externa de los medios, no profundizan. No les da tiempo, nadie les ha preparado y los profesores no estamos preparados en ver qué hay detrás”.

“Todo esto va en detrimento de la lectura clásica, tradicional. Pero nos falta tiempo y sosiego para sentarnos y leer. Y cuando a los más jóvenes se lo facilitas, lo hacen, pero hay que facilitar que se dé esa situación y crearles la necesidad. Por suerte la gente joven es muy lista”, agrega.

Algunos involucrados con estos temas consideran que actualmente existen dos tipos de lecturas; una de navegación muy superficial y esa forma de “ojear” se va a trasladar a la lectura de libros digitales. Y esto a la vez dará la pauta para una lectura más pausada.

La mayoría de maestros, psicólogos y analistas coinciden en un punto; el Internet, las tabletas, los celulares y las redes sociales han cambiado la forma de leer y no hay marcha atrás.

Sin embargo, lograr un equilibrio es lo mejor; realizar lecturas superficiales y rápidas en medios digitales no debe impedir tener el placer de leer en papel buenos libros que cultiven con profundidad nuestro intelecto y mundo interior.