Ramón Rivas: El legado del gobierno de Funes en el tema cultura es desastroso

El antropólogo y director de Cultura y del Museo Universitario de Antropología (MUA) de la UTEC será galardonado por su aporte a El Salvador.

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elsalvador.com

Por Tomás Andréu Twitter: @tomazs_andreu

2013-09-18 7:00:00

El Centro Cultural Salvadoreño Americano le entregará al antropólogo, Ramón Rivas, el Premio de Cultura “Lic. Antonia Portillo de Galindo 2012-2013” en la especialidad de Investigación Cultural. La ceremonia será hoy a partir de las 6:00 de la tarde en las instalaciones del ente que condecorará al académico.

¿Cómo se siente por el reconocimiento que va a recibir?

—Sorprendido. Nunca me imagine que a un antropólogo una institución cultural lo considerara merecedor de un reconocimiento como este. Como antropólogo, he sido formado para ver, escuchar y analizar lo que dice y hace la gente en todos los aspectos, (dígase económico, social cultural, político y hasta religioso). El Centro Cultural Salvadoreño Americano ha tenido a bien otorgarme este galardón. Esto es, naturalmente, un incentivo para continuar descubriendo caminos que nos lleven a entender mejor nuestra cultura; para la comprensión y armonía de nuestra sociedad.

¿Qué papel está jugando la antropología en el siglo XXI en la sociedad salvadoreña?

—En nuestro país es una ciencia muy joven, aún está en pañales. Se institucionaliza en la academia en el 2001 en la Utec, y dos años más tarde en la UES. Lo que por el momento se hace es formar esos futuros profesionales de la Antropología. Y conociendo a la mayoría de esos estudiantes, estoy seguro de que tendremos un futuro con muy buenos profesionales, entendidos y formados en la compresión de ese “otro”, esperando que, entonces, por la divulgación que ya hacemos, se despierte el interés para abrir espacios en todo tipo de empresas e instituciones nacionales; siempre buscando el estudio y comprensión de nosotros mismos. Los antropólogos somos los termómetros de una sociedad y de la cultura, pues medimos en qué condición esta última se encuentra, y, además, qué podemos aprender también de esa sociedad y cultura, que muchas veces ni conocemos.

Hablando de cultura, ¿en qué situación se encuentra el patrimonio del país y por qué?

—No hay una política precisa en este país para la protección y conservación de patrimonio tangible e intangible que garantice el cuidado y el valor histórico y cultural que representa. Las instancias encargas de lograr esto han tenido una visón muy corta de lo que significa el patrimonio cultural en todos sus aspectos. De nada sirve hacer investigaciones sobre determinados aspectos del patrimonio en nuestro país si los funcionarios de turno tienen ya establecidas sus propias agendas y caprichos, que no están en armonía con el sentido de las investigaciones, terminando los esfuerzos, como siempre, en nada relevante.

¿Nunca se ha sentido como una voz que clama en el desierto a la hora de predicar sobre cultura?

—Es que no se trata de solo predicar, sino que además de hacer; y eso es lo que ha faltado. Aquí muchos funcionarios se sienten muy cómodos cuando ocupan un puesto, más no se dan cuenta de que allí es precisamente solo donde inicia el trabajo. Hay que ir al campo; hay asolearse, aguantar la lluvia, hablar con la gente, joderse. Y, hasta muchas veces, gastar recursos personales. Pero cuando uno cree que la cultura no solo es un medio importantísimo para la vida y persistencia sana de los pueblos, que no la conocemos a fondo, entonces hay que trabajar duro para descubrirla y predicar con el ejemplo. No me siento como una voz solitaria en el desierto, sino que más como un guerrero defendiendo algo noble que encierra los intereses culturales del país.

¿Qué papel o rol han jugado los intelectuales y académicos en este quinquenio del gobierno del presidente Funes?

—Esto habría que preguntárselo mejor a los intelectuales que trabajan o han trabajo en este quinquenio con el señor Funes. En mi caso personal, en lo referente a la cultura, claro ha quedado que ha habido mucho ruido con mesa de cultura aquí y mesa de cultura allá durante la campaña; tres secretarios de cultura, pero en la práctica se ha demostrado que los funcionarios que estaban a la altura para liderar esa importante instancia fueron puestos a un lado. Yo, que quede claro, renuncié. Y por lo demás, sucede como que a cualquier sonámbulo o sonámbula que va pasando por la calle han llamado y les han dado el puesto que han querido. Y en esto hay que tener cuidado, pues la historia, tarde o temprano, va a señalar a los irresponsables.

¿Cuál es el legado que ha dejado el gobierno de Funes en el tema cultura?

—Un legado desastroso. Y que quede claro que, cuando digo Gobierno, me refiero a Funes y no al FMLN. Y me pregunto aún: ¿sabe este Gobierno lo que es y para qué sirve la cultura? Solo vea lo que ha pasado con la destrucción del mural de la catedral; lo que esta pasando con la Orquesta Sinfónica Nacional; el caso del sitio arqueológico Las Marías, en donde la misma Asamblea Legislativa da el dinero para que se inicien los trámites de compra de ese importante sitio y hasta el día de hoy no ha sucedido nada; el Museo Nacional de Antropología, que solo cuenta con una sala de exposiciones y que, si no fuera que los honorables embajadores que ofrecen exposiciones temporales de su país, ese lugar estaría abandonado; la Dirección de Publicaciones, que está agonizando, si es que no esta muerta ya. ¿Y qué más te puedo decir?

Usted fue funcionario del gobierno. ¿Qué le hubiese gustado dejar hecho, de qué se arrepiente al respecto?

—Quizá una de mis metas prioritarias era ponerle dientes y muelas a la Ley Especial de Patrimonio Cultural y a su Reglamento, que por ahora duerme el sueño de los justos en escritorio del señor presidente de la República. Haber dejado listo y hasta con catálogo el Museo Nacional de Antropología “David J. Guzmán”; haber abierto para el disfrute del pueblo el sitio arqueológico Ciudad Vieja; y por lo menos haber presentado ante la Unesco dos sitios arqueológicos para que fueran puestos en la lista de candidatos para patrimonios culturales de la humanidad, haber creado la policía para la protección del patrimonio; poner los patrimonios tangible e intangible en la agenda de la Unesco y otros organismos de carácter mundial. Habían más proyectos, como por ejemplo, estudiar dónde y cuándo sucedieron masacres durante la guerra para recoger la información y declararlos lugares históricos patrimoniales para no olvidar la memoria y continuar con el inventario a escala nacional de la riqueza patrimonial, y otros proyectos más

¿Qué opina del sistema educativo del país? Me da la impresión que nos preparan para estar detrás de un escritorio, de una máquina, pero no nos enseñan a pensar, a crear y a transformar.

-—Aquí hay mucha tela que cortar. Y esto hay que hacerlo desde el kínder; y en realidad desde la preparatoria hasta llegar a la universidad. En ese sentido, hay mucho que hacer; y sobre todo preguntarse qué se enseña y para qué se enseña. Para mejorar el fenómeno educativo en nuestro país, se tendría que pasar por una reestructuración de programas pensum y hasta de actitudes de los docentes y los alumnos. Urge dignificar la enseñanza y a quien enseña; y esto solo se logrará, entre otras cosas, con buenos planes y una supervisión de carácter comprometida y no de pone dedo; pero además hay que incentivar mejorando el escalafón respectivo de los docentes. Hay que hacer que los funcionarios que trabajan en el mismo Ministerio salgan de sus oficinas y se confronten con la realidad. Año 2013, esto es un reto, por no decir un desafío ante una sociedad sumida en la desconfianza, la falta de identidad, de valores y con la dependencia de las remesas familiares.