Jóvenes de Cateura impactan con instrumentos reciclados

Una orquesta que ejecuta instrumentos musicales hechos con chatarra o material para reciclaje cautivo con el mensaje: "El mundo nos da basura, nosotros le damos música".

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elsalvador.com

Por Tomás Guevara Corresponsal en Washington escena@elsalvador.com

2013-09-04 9:00:00

¿Quien se imaginaría que un bidón de latón corroído podría convertirse en un armonioso violonchelo? Más aún, si un violín está hecho de una lata aplastada, y no se diga el saxofón construido ingeniosamente con un tubo de canaleta, cucharas retorcidas que funcionan como teclas y contactos de la caña; además de otros artilugios sacados de la basura. En fidelidad de sonido y acústica poco le deben estos instrumentos de material reciclado a los que utiliza una orquesta del más riguroso método académico.

Como la necesidad es la madre de la inventiva, la Orquesta de Instrumentos Reciclados de Paraguay, que deslumbró con dos presentaciones en Washington DC, y por aclamación del público realizará dos actuaciones más en el prestigioso Kennedy Center y la Organización de Estados Americanos (OEA), pegó en el clavo con el mensaje y el objetivo de este proyecto.

Buena parte de los 18 jóvenes que llegaron a la capital estadounidense para interpretar piezas de música clásica como el universal Wolf gang Amadeus Mozart, los Beatles y algunos géneros tradicionales latinoamericanos como la cumbia colombiana, estuvo a tono en el concierto de apertura en el auditorium del Banco Interamericano de Desarrollo, BID, que patrocina parte de este proyecto.

El ingenioso director de la orquesta, Favio Chávez, músico y quien se ganaba la vida como empleado de una organización no gubernamental en las fueras de Asunción como técnico en proyectos de reciclaje de basura, que el mismo organismo internacional financiaba, nunca se imaginó que el fracasado proyecto de la ONG sería el embrión para una iniciativa que ha dado de qué hablar en el mundo.

El vertedero de basura, Cateura, un crematorio a cielo abierto en las periferias de la capital paraguaya, es el centro de sustento de la mayoría de familias de donde provienen los músicos, las que sobreviven del reciclaje de basura.

Hoy, al ver el fruto de su trabajo que surgió por esa combinación entre la labor por la que recibía la paga y por su acción desinteresada de enseñar música a partir de la motivación de los niños y sus familias, el director acentúa que los instrumentos hechos de reciclaje son “una opción real para aquellos chicos que no pueden acceder a instrumentos formales. Estos chicos no tenían dinero para un violín, en muchos casos el violín vale más que sus casas”, agregó el creador del proyecto.

Todo comenzó cuando el director llevó a otros jóvenes músicos, de un grupo que dirigía en su vecindario, para ofrecer una tarde de entretenimiento a la comunidad marginal de Cateura.

Los padres al ver los músicos expresaron la esperanzadora frase: “Como nos gustaría que nuestros niños tuvieran opor tunidad de aprender a tocar así”. Y así fue porque Chávez se ofreció para enseñar música luego de culminar su jornada laboral, según explicó a la nutrida concurrencia entre ejecutivos del banco que llenó el auditorium del organismo financiero, no sin apuntar en la responsabilidad social de cada persona de hacer algo desde sus propias posibilidades, para tener un mundo mejor para todos.

Y como las carencias son parte de la realidad del continente, el director ideó que podría surgir la música con lo que estaba a la mano: la basura.

“El proyecto surge de las necesidades de los niños. Querían estudiar música y estaban rodeados de basura, por eso la orquesta del reciclaje ¿Por qué no utilizar los recursos de reciclaje procedentes del vertedero si ya los empleaban para hacer sus casas?”, explicó Chávez.

Los orgullos jóvenes, cuyas condiciones de vulnerabilidad los habían condenado a la pobreza, hoy ven las luces del mundo y han pisado tablas en recintos sagrados de la música en Alemania, Canadá, Estados Unidos y Sudamérica. Ahora fungen como emisarios del mensaje: “El mundo nos tira basura, nosotros le devolvemos música”.

María de los Ángeles Rodríguez, violinista de la orquesta y voluntaria, sintetiza el proceso del que ahora son ejemplo en plataforma internacional.

“Nunca se nos cruzó por la cabeza que giraríamos por todo el mundo con esto que surgió de la necesidad de ayudar a todos los chicos de la comunidad”.

Y el bajista de la orquesta, Tadeo Rotela, profesor de contrabajo en el proyecto en la zona marginal, razona luego de mostrar un gran bidón transformado en instrumento musical y que pasó revisiones especiales de seguridad en aduana por parecer sospechoso, que la zona de donde provienen los chicos de la orquesta es asediada por bandas distribuidoras de droga, con poca estructura en las bases de familias, pero que la música es más que una esperanza, es la realidad de hacer una vida mejor para los niños y jóvenes.

“Cateura es un gran vertedero en Asunción, la gente que vive allí se dedica al reciclaje. Esta música motiva a los jóvenes a seguir luchando, y aprendiendo algo de disciplina”, reflexiona el músico, luego de la ovación del público a la orquesta que la gente ha dado en llamar “Los reciclados” y ahora también son conocidos como “The recycling”.