La música que el CAM no puede escuchar

Sin Sonido es un proyecto creado por un baterista salvadoreño. Son salas de ensayo totalmente equipadas y están a disposición de los músicos del país

descripción de la imagen
elsalvador.com

Por Tomás Andréu Twitter: @tomazs_andreu

2013-08-24 7:00:00

Los músicos salvadoreños ya le pueden decir adiós a los vecinos que olvidaron la juventud a los 20, a los padres que pagarían más de lo que ganan para evitar que sus hijos toquen rock. También le pueden decir adiós al Cuerpo de Agentes Metropolitanos (CAM) que no prestan ganas a la hora de ser los aguafiestas del barrio. Y todo gracias a Sin Sonido, el proyecto de un baterista guanaco que tomándose un café en un día —no tan cualquiera— se le prendió el foco y le dio vida a estas salas de ensayos en El Salvador.

La sabiduría popular consigna en su voz que “nadie aprende de la experiencia ajena”. Giovanni Rosales es de esos jóvenes que después de la guerra que vivió El Salvador se montó en esa enérgica ola musical que inundó la necesidad de crear bandas de rock. El contexto no podía ser mejor: MTV todavía valía la pena, la radio tenía programas dedicados al rock, los canales locales mantenían franjas en las que desfilaban bandas que incluían desde Nirvana pasando por Sepultura hasta llegar a las salvadoreñas Nativa Geranio o Adrenalina.

Desde aquella fecha ha corrido mucha agua bajo el puente. Y la pregunta hasta hace unos años seguía siendo la misma para las bandas: ¿dónde ensayamos?

“Un día, tomándome un café con mi esposa, se me encendió el foco. La idea surgió hace cuatro años, pero fue hace dos cuando pude echarla a andar”, cuenta Giovanni Rosales a El Diario de Hoy en su negocio.

Por nueve dólares Sin Sonido alquila por una hora sus salas. En total son tres. Cada una está equipada con dos amplificadores (para guitarras y bajo), una batería, consola, bocinas y micrófonos (voz). Hay Internet inalámbrico. El aire acondicionado no falta en las instalaciones.

“Los vecinos no son muy tolerantes. Tarde o temprano llamaban al CAM para poner fin al ensayo”, recuerda Giovanni Rosales mientras le echa un vistazo a su idea materializada.

La propuesta de Rosales realmente es económica. Si un grupo está compuesto por cuatro personas, cada músico aportaría la cantidad de dos dólares con veinticinco centavos. Un precio módico que evita fastidiar a la familia y los vecinos y sobre todo, sirve para perfeccionar la ejecución de las canciones.

Pero ya sabemos de los males que sufre el salvadoreño: lo que no le cuesta no lo cuida. Antes las salas ofrecían otros accesorios musicales, pero hubo una razón para anularlos. El propietario de Sin Sonido lo explica:

“Hay que admitir que somos descuidados con lo que no es de nosotros, se arruinaban algunos instrumentos. Entonces, para no echar a perder la comunión, decidimos [suprimir] instrumentos. Por eso solo damos el ‘backline’. Además, si vos querés ser músico, hacerte de tus instrumentos, de tu equipo”.

Sin Sonido comenzó con una sala. A los seis meses nació otra. La demanda empezó a crecer sobre todo por las noches. La explicación es sencilla: el músico no vive de lo que hace, así que tiene que tener un empleo como cualquier mortal. Por eso todas las salas de ensayo están ocupadas al final del día.

“El músico no tiene dónde ensayar. Son contados con los dedos los músicos que tienen un nicho para eso. Y no solo se trata de tener un cuarto acolchonado, tenés que tener aire acondicionando, sino te afixiás”, agrega el músico mientras se sube a la batería. La hora de ensayar con su banda también le llegó a Giovanni Rosales.

Sin Sonido inició operaciones el día 30 de enero de 2011. Más allá de la idea de que solo llegan a ensayar grupos de rock duro, lo cierto es que llegan bandas de todos los géneros. Incluso, las agrupaciones cristianas también alquilan los cuartos de ensayo.

Rosales inició su sueño no con la idea de hacerse empresario ni nada por el estilo. De hecho, tuvo que enrolarse con el sistema financiero del país y echar mano de sus ahorros para darle vida a su iniciativa. Su objetivo es casi filantrópico:

“Mi idea no es vivir de esto, sino darle un espacio al músico. Quizás alguien no tiene la perspectiva que yo tengo, pero no te imaginás el grado de compañerismo y hermandad el que se ha creado entre nosotros. Aquí siempre hay gente ensayando o hablando de música. Hay una gran fraternidad entre todos los músicos”.

Giovanni Rosales es el baterista de la banda Heresies. Tocan lo que ellos llaman “groove death metal” y fue fundada en 2010. Tras el nacimiento de Sin Sonido como espacio de ensayo, ahí mismo surgieron otras bandas. La afinidad musical entre los aristas que convergen en el lugar ha dado vida a nuevas propuestas.

“Un día le hablé a un chero mío (Ernesto Gamero alias El Tacua, guitarrista) y le hablamos a otra gente y así surgió la banda hace un año y medio. Ya dimos varios conciertos, ya grabamos una canción. Solo ensayamos en Sin Sonido”, comenta Giovanni en referencia a la creación de la agrupación Mientras Agonices.

Por las salas de ensayo de Sin Sonido transitan asiduamente bandas como Los Tachos, Adhesivo, Salzón, Rudas Intenciones y varias agrupaciones cristianas.

“El Salvador tiene talento musical. No tiene nada que envidiarle a otros países. El problema es que no hay espacio para que el músico salvadoreño demuestre lo que puede hacer. Hay bandas fijas. Los Tachos, por ejemplo, ensayan todos los lunes y Conceived by hate todos los jueves”, explica Giovanni Rosales.

Después de la jornada de ensayos, los músicos pueden pasar al minibar por una soda o por la ancestral bebida que siempre ha acompañado al rock: la cerveza.

“Desde que empezamos, esta fue nuestra sede, nuestra cancha. Aquí se nos ha abierto una puerta para que nos podamos desenvolver en la música. Además, descubrimos que como banda tenemos una gran química y eso viene porque este lugar te ofrece todo y no tenemos de qué preocuparnos. Y lo más importante: no estás fregando a tus vecinos y no te están echando a la policía”, dice José Carías Cañas de la agrupación Benjamin Breeg Project. La banda se formó a inicios de 2013 y ahora prepara en Sin Sonido su tercer tributo a Iron Maiden.

“Esta mara se puso las pilas con esto y creo que la visión viene porque el dueño es músico. Esto es una inspiración, porque solo de la música pudo haber sacado esto”, añade Carías Cañas. Luego confiesa:

“Si no estuviera Sin Sonido no tendríamos dónde ensayar. De hecho, creo que no existiría la banda”.

La dirección de Sin Sonido es calle San Antonio Abad y Av. Bernal, Edificio EM, tercer nivel. Local 1. El número telefónico para hacer las reservaciones es 2243 0088. También los puede encontrar en la red social de Facebook con el mismo nombre, es decir, Sin Sonido.