Edgar Romero: “A varios colegas se les agotó su trabajo [fotoperiodístico]”

Diez años han pasado desde que nació un lugar que ha tenido como meta ser un lugar para la fotografía. Ese esfuerzo se llama PhotoCafé

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elsalvador.com

Por Tomás Andréu Twitter: @tomazs_andreu

2013-07-16 7:00:00

Hace 10 años surgió la idea de hacer un espacio dedicado a la fotografía. Lo bautizaron PhotoCafé. Buena cantidad de fotoperiodistas salvadoreños y centroamericanos ha estado en ese lugar y ha mostrado su material gráfico. Edgar Romero es un fotoperiodista y está al frente de este lugar que el pasado 12 de julio celebró su décimo aniversario.

Romero hace un recuento de esta década. También habla de su colega asesinado en 2009 y que le dio un impulso importante al PhotoCafé: Christian Poveda.

Se cumplen 10 años del PhotoCafé. Decirlo es fácil, ¿pero cómo ha sido esta década de camino?

Cuando uno se lanza a una aventura, la sueña sencilla, práctica. Luego te das cuenta que lo más difícil es no tener esa experiencia en gestión cultural dentro del concepto innovador que nosotros queríamos hacer: generar una microempresa que produjera recursos para hacer nuestras actividades culturales. Estas siempre necesitan dinero y cada día es más difícil obtenerlo. Los dos primeros años fuimos un “boom”, pero fue años después que consolidamos nuestra idea de espacio para la fotografía.

Este espacio dedicado exclusivamente a la fotografía creo que es inédito en la historia del país.

Sí, tenemos que reconocer que ahí sí le atinamos muy bien. Exploramos el mercado y vimos que las galerías se decantaban por las artes plásticas. A veces se colaba alguna fotografía, pero no había un espacio entregado al concepto de la fotografía. El nicho lo encontramos vacío. Ahora muchos tratan de emularnos, pero siempre caen en los baches porque el concepto no es fácil. El fotógrafo centroamericano tiene un gran talento, una gran virtud, pero no tiene los recursos para imprimir, enmarcar, curar su material. La instancia tiene que proporcionar esos elementos para impulsar los trabajos.

Hábleme sobre la primera exposición que se montó aquí. ¿La recuerda?

Sí. Trabajaba en las agencias internacionales y eso me permitió pedirle fotos a diferentes colegas con los que montamos una muestra colectiva. Tuve la gran dicha que, para esos años, todavía no tenía la fama Spencer Tunik y publicamos una serie de trabajos de él. Fue un trabajo colectivo en el que estaban Víctor Ruiz, Moisés Castillo y otra gente que se fue sumando. Le voy a decir que fue un poco desordenada, no tenía lógica. Fue material entregado por cada fotógrafo. No había concepto, pero eso nos permitió crear expectativas y fuimos exponiendo con trabajos más personalizados.

¿Y qué papel ha jugado la censura en estos 10 años?

En el primer año se me acercó Walterio Iraheta y me dijo que había un trabajo importante de una entidad guatemalteca. Esta tenía un archivo fotográfico de un fotógrafo de los años 20 que era solo de muertitos. Era un trabajo excepcional. Los padres a quienes se les moría su hijo pequeño buscaban a este fotógrafo para que se los retratara y quedaran en la memoria. Ese trabajo, visto con el tiempo, tiene una estética muy depurada. Entonces montamos ese trabajo con Walterio. Un medio se interesó en el trabajo y nos iba a publicar tres páginas en una sección importante, pero en el último momento le dijeron al redactor que ese trabajo ya no iba porque cómo era posible que el periódico publicara muertos. Es una contradicción, porque en la sección de nacionales todos los días publican muertos. Los trabajos de Teyo Orellana sobre desnudos de personas obesas y el trabajo de desnudos de Juan José Figueroa causaron polémica también.

Por este lugar han pasado muchos fotoperiodistas. ¿Ha visto evolución en ellos?

Sí, en estos 10 años tenemos que reconocer que gente que estaba en el anonimato o hacía algunas cosas y con el aparecimiento de PhotoCafé y sus exposiciones, pues dieron un salto de calidad. Omar Carbonero evolucionó enormemente desde su primera exposición aquí. Ahora es muy reconocido. Hay que reconocer el trabajo de Mauro Arias que vino de menos a más y que empezó en muestras colectivas y ha terminado con exposiciones individuales anualmente. Hay otros fotógrafos consagrados que merecían un espacio propio y digno. Te hablo de Francisco Campos que para mí es el maestro de la cotidianidad, de la vida urbana. Él es el fotógrafo por excelencia en ese campo. Hubo otros que en el camino parecían despuntar y se vinieron abajo. Eso tiene que ver con el trabajo que han realizado producto de la casualidad en los medios, pierden su fuente de trabajo y se retiran. Ya no siguen ejerciendo.

¿Qué significó Christian Poveda para el PhotoCafé?

Él es una pieza… No podemos llenar ese vacío. Era inmenso lo que quería dar Poveda. El fotoperiodismo salvadoreño con la muerte de Christian Poveda perdió a la persona que pudo haber hecho de acá una escuela que transformara. Ahora esa es nuestra lucha. Sabemos que no es fácil. Poveda dejó un gran legado que le permite al proyecto PhotoCafé dar pasos hacia esa formación.

¿Y cómo ve el trabajo fotoperiodístico en los medios nacionales? Es decir, vemos los últimos modelos de cámaras profesionales para publicar una fotografía tipo DUI.

Con el perdón de los editores y directores, es que seguimos viviendo en una sociedad de medios gobernada por grandes colegas del periodismo escrito que imponen su agenda. Se invierte en grandes equipos fotográficos, pero las fotografías terminan en la computadora y terminamos creando un gueto de fotoperiodistas frustrados, porque su material está ahí y se lo termina viendo su colega o se lo termina adulando la esposa, el amigo. O sube la fotografía a la red social y en menos de cinco minutos desapareció. O te dan 25 o 50 “likes” y luego, ¿qué? ¿Cambió algo?

¿Han habido pérdidas en el PhotoCafé, pérdida de la amistad, fotoperiodistas que ya no expongan?

Mirá, nosotros lo que miramos son pequeños altibajos en estos 10 años. O sea, gente que antes era muy asidua, ahora viene poco. Nos encontramos, pero nadie ha sido capaz de decirme: “mirá, yo no expongo en el PhotoCafé por esto y esto”. Nadie. Este espacio tiene ciertas normas, ciertas reglas. Yo estoy abierto a escuchar a cualquier colega. En este camino, lo que sí te puedo decir es que a varios colegas se les agotó su trabajo [fotoperiodístico]. Entonces, cuando se les agota se escudan en decir que el problema es otro. A mí lo que me gustaría es que, sí existe algún colega [molesto], pues hablemos.