Basta del “¡no llore como niña!”

Una columna de opinión de Carlos Vides

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Por Carlos López Vides | Twitter: @celvides

2018-03-12 2:32:06

El jueves pasado se conmemoró el Día Internacional de la Mujer. En ese marco, aporto estas reflexiones sobre el oficio periodístico. Son para tomar en cuenta a diario en nuestras jornadas, no solo cada 8 de marzo.

Para periodistas: Cuando escribamos sobre temas deportivos, evitemos reproducir expresiones como las siguientes: “¡Péguele duro al balón, como hombre!”; “¡No chille como niña!”, “¿Por qué corrés así, como mujer?”, “El sexo débil” o “Bello”; ya no más “tenemos suficiente hombría para darle vuelta al marcador”, “El fútbol es para hombres”, “Qué mandona sos, parecés hombre”, etc.

Salgamos además de los lugares comunes: Ya no es noticia que una mujer haga deportes extremos, ya no debería sorprendernos que surfeen, escalen, hagan paracaidismo o alpinismo, o lo que sea. A menos que sean las campeonas de sus disciplinas, claro; pero, entonces, tratémoslas como eso: como atletas élite en sus deportes. Hombres o mujeres por igual. Es decir, manda el criterio de su calidad deportiva, nada más.

Consejo para profesionales del diseño: No es necesario ponerle rosado a todas las páginas con temas que son sobre mujeres en el deporte. Tampoco morado.

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El deporte no fue prioridad en ninguna de las propuestas políticas de las pasadas elecciones. Pero debería serlo, en su próxima gestión, para estos cinco funcionarios públicos.

Evite “cosificar” a la mujer, huya de abrirle espacios solamente bajo criterios de belleza física, morbo o sexualidad. La mujer en el deporte es mucho más que las edecanes en las conferencias de prensa, las “pit girls” en las grillas del automovilismo, que si son “novias o esposas de” un crack; o las hinchas que deciden mostrar escotes afuera o dentro de los estadios; o las presentadoras de TV que aceptan (¿o las obligan?) ponerse solo un poco de tela encima para dar las noticias en las pantallas.

Salga de la caja de los estereotipos. El ballet no es solo para niñas, como el boxeo tampoco es exclusivo de la masculinidad. No regañe a su hija si le gusta jugar fútbol o practicar karate. No limite a su hijo porque le llama la danza o cualquier otra expresión artística.

No encasille a su hijo en si practica o no deporte: hay un universo gigantesco de campos de la vida que lo pueden hacer feliz, donde la actividad física puede ser un disfrute y no una imposición.

Ellas y ellos son distintos. Somos distintos. En esas diferencias radica gran parte de la belleza de nuestras vidas, que se complementan en todos los colores, no solo en rosado y celeste. El mundo no está dividido en rosado y celeste.