Quién recuerda a Julio Alexander Castro, lo recuerda como un jugador con mucho carácter y entregado en defender cada camiseta que vistió en la Primera División y hasta con la Selección.
Un zaguero central que luchó cada pelota como si fuera la última. Pegadizo en la marca, quien por su altura, era complicado ganarle un balón aéreo. Esa condición también le permitió marcar algunos goles.
Fue uno de los grandes talentos que surgieron del ADET y que poco a poco se fue haciendo de un nombre para llegar a equipos con más historia. Así llegó a vestir los colores del de Arcense, San Salvador FC, Metapán, Alianza, Águila, Firpo, FAS y UES, Once Municipal y Atlético Balboa.
“Mi carrera como futbolista la califico como muy buena, porque tuve la oportunidad de jugar en equipos ‘grandes’ de El Salvador, donde siempre entregué el cien por ciento de mi, tratando de que las cosas salieran bien para que mi nombre llegara a estar hasta donde lo está ahora”, manifiesta el ex jugador, que dentro de su palmarés está haber logrado un título con el equipo metapaneco (Apertura 2008).
Con la Selección estuvo desde el proceso Sub 21, hasta la mayor. Pero su mayor logro lo consiguió con la Sub 23, al integrar al grupo que ganó la medalla de oro en los Juegos Centroamericanos y del Caribe, en el 2002: “Fue una experiencia sin comparación. Llegar a la Selección ya era un sueño cumplido, ganar esa medalla fue alcanzar el cielo”, expresa Castro.
Como jugador profesional recogió muchas anécdotas pero nunca olvidará una. Hasta la fecha se la siguen mencionando: “Cuando jugaba para San Salvador, en un partido contra el Águila, en el Barraza, escuché un pito y tomé la pelota con las manos, dentro del área, por lo que se sancionó penal. Eso siempre me lo recuerdan y yo ahora lo tomo con humor, sin embargo, en esa época, me sirvió para mentalmente crecer”, puntualiza Castro.
Al fútbol, Julio Castro no tiene nada que reprocharle, a pesar de algunos malos momentos que también vivió. Solo quedará el lamento de que “nunca pude jugar en el exterior, que era uno de mis objetivos”, reconoce.
Castro se retiró a los 31 años, porque decidió aprovechar su residencia en los Estados Unidos: “Sentía que el fútbol no era muy rentable en el país. Cuando uno ya está de treinta años, mucha gente dice que ya no se puede hacer útil, aunque sabía que tenía mucho para dar”, aceptó.
¿Qué hace?
Ya casi está por cumplir cuatro años de estar residiendo en el área de California, en Estados Unidos, donde Julio Castro trabaja en el área de la construcción.
“Me tocó adaptarme a todo, porque ya me dedicaba a lo que me había dedicado la mayor parte de mi vida. Antes era descansar, para ir a entrenar y esperar el día del partido. Ahora, trabajo en la construcción, algo que vine a aprender aquí. Es una rutina muy pesada, porque toca levantarse a las 5:00 de la mañana y volver a casa hasta en la noche, de lunes a sábado”, explica sobre lo que realiza el ex seleccionado nacional.
Sin embargo, futbolísticamente se mantiene activo, en una Liga amateur, donde se reencuentra con ex compañeros. Castro señaló que “la otra semana inició un curso de inglés, para ya familiarizarme con este idioma”, aunque ya conoce algunos términos básicos.
También mencionó que está por iniciar el proceso para convertirse en entrenador de fútbol, aunque solo se enfocaría en enseñar a niños y de esta forma devolverle a este deporte, todo de lo que vive, por siempre, muy agradecido.