Carta al presidente de CASALCO: Sinvergüenzadas

No tan estimado ciudadano y empresario Luis Dada:

Puede ser que usted sea un genial bromista o un infortunado oportunista. Leí su carta de renuncia a la Junta Directiva de ANEP, del 21 de septiembre, y por un rato me vino esta duda. Dice usted en la misiva que como presidente de la Cámara Salvadoreña de la Industria de la Construcción (CASALCO) presentó su renuncia al cargo en el Comité Ejecutivo de la Asociación Nacional de la Empresa Privada (ANEP), expresando que CASALCO siempre “ha buscado mantenerse alejada de temas políticos. Nuestro sector continuará alejado de consideraciones políticas de cualquier tipo”.

Esto lo dijo usted un par de días después de haber publicado un comunicado respaldando la reelección del presidente Bukele. Dar el aval al intento inconstitucional del actual mandatario de reelegirse es lo contrario a mantenerse “alejado de consideraciones políticas de cualquier tipo”. Además constituye una total sumisión de la gremial empresarial al presidente. O sea, es una sinvergüenzada. También es un acto de corrupción, siendo su empresa beneficiaria de varias adjudicaciones, por cierto muy cuestionables, de proyectos de construcción gubernamentales. Por ejemplo, el campo de concentración Tecoluca.

Sea broma, sea sumisión o sea corrupción, lo que usted hizo es un acto eminentemente político. Es parte de esta forma de política de cheros haciendo negocios juntos. Y es parte de una política que desarma la autonomía del sector empresarial, convirtiéndolo en anexo de un régimen antidemocrático y corrupto.

Tal vez usted no entiende que cuando tenga todo el poder político y quiera ir por el poder económico, va a extorsionar a los empresarios, pidiendo sus tajadas de cualquier negocio, y si no acceden, va a joderlos, así como Daniel Ortega está tratando a los empresarios, aunque le hayan permitido asumir el poder total.

Los dictadorzuelos, una vez consolidado su poder (por ejemplo por su reelección) tienden a decir: aquí el único con derecho de robar soy yo. Y si quieren tener una tajada, me tienen que dar mi parte. Guarde esta frase, señor Luis Dada.

Pero estoy siendo injusto con usted, porque no es el único que actúa de esta forma indecente para quedar bien con el presidente y su oficina de repartición lucrosos contratos. Están en la misma línea sus colegas de la Junta Directiva de CASALCO y también la Cámara de Turismo CASATUR, que publicó un comunicado que parece copia del suyo.

También estos colegas suyos primero afirman que son una “asociación apolítica”, para enseguida emitir su posición eminentemente política de “reconocer la labor realizada por el señor presidente” para el sector turismo y por tanto apoyar su reelección por 5 años más. Estoy seguro que analizando licitaciones y adjudicaciones, llegaríamos a detectar en el rubro de turismo la misma maloliente mezcla de negocios y política que en CASALCO.

Así que no está solo. Además, hasta el rector de la UES y el arzobispo de San Salvador le hacen compañía y defienden el “derecho” de Bukele de quedarse en el poder. A saber qué tajada esperan ellos…

Dado como actúa el presidente contra quienes identifica como adversarios, yo puedo entender por qué muchos empresarios, a pesar de ser buenos demócratas y patriotas, deciden mejor mantenerse callados. Porque desde Casa Presidencial pueden emanar ordenes para joderle negocio a cualquiera. Pero mantenerse prudentemente callado es diferente a lamerle las botas al presidente. No buscar la confrontación abierta con el gobierno no es lo mismo que entrar en negocios sucios con él.

En este contexto, mi respeto por los directivos de ANEP y de la Cámara de Comercio que se han pronunciado valiente y claramente sobre la inconstitucionalidad de la candidatura de Bukele para el 2024.

Ustedes, los de CASALCO y CASATUR, quedarán en un capítulo muy vergonzoso de la historia. Tampoco pienso que todos los empresarios afiliados en estas gremiales comparten las decisiones y posiciones vergonzosas tomadas por las cúpulas. Espero que reaccionen, aunque sea sin publicidad.

Sin más que agregar, Paolo Luers