El robo fue el sábado 10 de febrero, como a las 9:30 de la noche. Minutos antes fue recibida una llamada al Sistema 911 de la Delegación de Santa Ana, en la que denunciaban un problema de violencia intrafamiliar, era un altercado entre un hombre y una mujer en un restaurante y pupusería.
Tras la llamada, se le ordenó a una patrulla conformada por dos hombres y una mujer a verificar la denuncia. En cuanto llegaron, los dos policías se enfocaron a resolver la situación denunciada mientras que la mujer se quedó cerca del área de caja.
Y mientras sus dos compañeros hacían su trabajo, ella se metió a la caja registradora de la cual sustrajo la suma de 700 dólares, sin percatarse de que desde algún lugar era observada por el propietario del negocio, quien no dijo nada para no ser detectada por la policía “ladrona”.
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Una vez que solventaron la situación por la cual habían sido llamados, se retiraron del lugar a continuar con sus patrullajes. Y en cuanto la patrulla se retiró, el dueño de la pupusería fue a poner el aviso a la delegación policial.
El oficial de servicio ordenó que se comenzara a rastrear dónde estaba la patrulla. Como no los hallaban, un equipo de policías de civil se sumaron a la búsqueda. Cuando por fin la encontraron, les dijeron que se quedaran en el lugar, que iban a coordinar otras actividades.
La patrulla fue ubicada en la avenida Independencia y la 19 calle Oriente, cerca de un reconocido colegio de Santa Ana. La patrulla obedeció, se quedaron en el lugar, creyendo que en realidad recibirían otras órdenes.
Cuando un superior llegó y les explicó por qué les habían ordenado quedarse en el lugar y por qué se hacía presente él junto con otros policías. La agente policial andaba en la parte de atrás del carro.
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Cuando escuchó para qué había llegado el oficial de servicio, con mucho disimulo caminó bajo unos árboles pequeños, y en un tubo de papel higiénico colocó el dinero lo escondió en uno de los arbolitos.
Pero esa no era la noche de la policía…
Resulta que la agente no se percató que frente al pequeño árbol donde escondió el dinero había una cámara de vigilancia privada.
Los policías que llegaron a verificar la denuncia del robo de los 700 dólares sí notaron que frente a donde estaban realizando el procedimiento había una cámara de vigilancia. Al preguntarle a los dueños del inmueble si funcionaba la cámara, a lo cual respondieron que sí.
En el vídeo de vigilancia no había duda: la cámara captó cuando la policía se acercó a los arbustos, sacó el dinero y lo escondió. No había más que dudar; de inmediato procedieron a detenerla.
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Los otros dos policías no fueron detenidos porque supuestamente no sabían lo que su compañera había hecho mientras ellos procedían a solucionar el problema de violencia familiar.
La agente policial fue identificada como Ana Edith Z. R.
Ana Edith se quedó sin palabras cuando le dijeron que quedaría detenida por el robo. Sobre todo cuando le dijeron que el dueño de la pupusería la había visto cuando abrió la caja del dinero y se llevó el dinero. Todo coincidía: cuando revisaron el dinero que la policía había escondido coincidía con la cantidad reportada por el agraviado.
Hasta el momento, la institución policial ha ocultado el caso, pues no han presentado a la agente policial; los funcionarios de Seguridad tampoco se han referido al hecho delictivo cometido por una agente mientras estaba de servicio, vistiendo el uniforme policial.