El cansancio y la angustia es evidente en el rostro de Ana Mercedes. Tiene 62 años y no sabe leer ni escribir. Nunca pudo ir a la escuela debido a la pobreza en la que creció solo junto a su madre.
Sin embargo, desde que su hijo fue capturado bajo el régimen, ella no ha dejado de recorrer, oficina en oficina del gobierno, abogando por que liberen a Ricardo Ernesto Martínez García, de 29 años.
La inocencia que Mercedes alega sobre su hijo es respaldada por un documento que le entregaron en la oficina fiscal de Mejicanos, en el que el propio Ministerio Público afirma no tener “elementos para judicializar el caso” contra el detenido, por lo que solicita su libertad.
El documento revela que la Fiscalía ha solicitado la libertad del joven en dos ocasiones debido a que no cuentan con indicios de prueba para sustentar el cometimiento del delito, en las dos veces que lo han detenido.
“Si yo no supiera que mi hijo fuera inocente, no saliera a poner mi cara por él, pero yo sé que él no ha hecho eso que le ponen”, asegura la señora.
Primera captura
Mercedes relata que el 10 de mayo del año pasado su hijo había regresado de trabajar de San Miguel, donde estaba laborando con un contratista en la instalación de sistemas de aire acondicionado. Ricardo usualmente regresaba cada 15 días, pero esa vez debido al asueto le dieron día libre y junto a sus hermanos le compraron un pastel a su madre.
“Yo estaba contenta porque me habían traído un pastel y habían venido mis otros hijos y estábamos aquí todos juntos, pero de repente vino la Policía a preguntar por él y se lo llevaron”, relata la señora, al borde del llanto.
Los agentes llegaron a la modesta vivienda, donde la familia de Ricardo vive desde hace unos doce años. La casa no es de ellos, son cuidadores; a cambio, Mercedes debe mantener limpio de maleza el terreno, a fuerza de la cuma.
“Los señores le dijeron que los acompañara a la delegación porque solo iban a verificar su DUI en el sistema y luego regresaría”, relata su madre.
Los agentes se llevaron a Ricardo en la patrulla, mientras que su madre se fue caminando, tan rápido como pudo. Al llegar a la delegación, le dijeron que quedaría detenido mientras investigaban, pero “que si no andaba en nada ya iba a salir”. Pero desde ese día ha pasado un año y medio.
Durante tres meses, Mercedes no supo qué pasó con su hijo, hasta que logró dar con su paradero en el penal de Izalco. En esa primera captura, Ricardo fue acusado por agrupaciones ilícitas, pero el 26 de junio de 2023, un tribunal especializado de San Salvador le otorgó medidas alternas a la prisión por petición de la misma Fiscalía, al no tener elementos de prueba para sustentar el delito de agrupaciones ilícitas.
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Segunda captura
Aunque el tribunal ordenó su liberación en junio, no logró salir. Después de esa audiencia fue llevado a Mariona y el 13 de octubre a la salida del penal fue capturado por segunda vez y acusado por el delito de organizaciones terroristas.
De esta segunda detención de su hijo, Mercedes no fue informada y solo lo supo porque unos investigadores llegaron a buscarlo a su casa creyendo que estaba libre.
Tras la segunda captura, la oficina fiscal de Mejicanos tampoco encontró elementos suficientes para acusar a Ricardo ante los juzgados, por lo que solicitó al centro penal su liberación.
Luego que en la Fiscalía le entregaron la copia de la orden de liberación, la señora se fue hasta el penal de Mariona con la esperanza de que le entregaran a su hijo.
“Los custodios me dijeron: ‘este papel aquí no tiene nada que ver, hasta el otro año venga que entonces van salir’ ¿A quién recurrir? solamente a Dios”, dice Mercedes en su desesperación.
La madre de Ricardo ya no sabe a dónde acudir, lamenta ser de escasos recursos y no poder pagar un abogado particular para que le ayude con el caso de su hijo.
“Noche y día le pido a Dios que haya una persona que me ayude y que le den la libertad a mi hijo porque yo no tengo dinero o influencias”, se lamenta.
La pobreza en la que vive la señora es tanta, que a veces no tiene para pagar los 0.40 centavos que le cobran en el molino, por darle prioridad a la compra de saldo para un teléfono que le han regalado.
Su hija menor le ayuda a revisar cada noche en los grupos de familiares de capturados el listado de los liberados, con la ilusión de encontrar el nombre de Ricardo.