Carmen María Rodríguez Vergara es una bailarina y estudiante de primer nivel, ha cumplido cada objetivo que se ha propuesto y con una excelencia que le ha abierto puertas tanto a nivel nacional como internacional.
Esta joven de 20 años recién ganó varias becas estudiantiles a desarrollarse en Estados Unidos; ella ya realizó su parte, pero ahora necesita del apoyo financiero de un patrocinador para llegar a su meta final.
En una entrevista exclusiva con elsalvador.com, Carmen María habló de su desempeño académico y artístico; además, dio detalles sobre las becas a las que aspira y cómo propone materializar los sueños que posee desde niña.
Tu última entrevista con EDH fue aproximadamente hace dos años, ¿Qué ha ocurrido con tu carrera como bailarina desde entonces?
Hace dos años estaba empezando mi último año de la escuela. Fue un reto fuerte el seguir bailando y dando clases a pesar de la carga extrema de tareas y exámenes. Yo cursé el bachillerato internacional, entonces la carga de estudios era el doble. Pero creo que el haber decidido hacerlo todo y no haber parado nunca de bailar —desde que entre a la escuela en kínder hasta graduarme— fue un punto clave para decidir qué carrera iba a estudiar. Todo el esfuerzo del último año lo tomé como una prueba para mí misma, de que el baile era el camino que iba a seguir.
Me gradué en el 2022 y cambiaron un poco mis planes. Me tomé un año sabático. Aparte de servirme para descansar, me sirvió para recuperar mi salud y poder audicionar bien y concentrada para las universidades. Como la carrera de danza es distinta, el proceso de aplicación es diferente. Me aconsejaron audicionar en persona, así que con el esfuerzo de mi mamá pude viajar a las universidades en Dallas, Atlanta, Boston y California. También hice otras audiciones grabadas y por zoom. Gracias a Dios logré que me aceptaran en las siete universidades a las que había aplicado.
Actualmente tengo la oportunidad de trabajar en otros estudios como Rusconi y MasDanza; gracias a mis maestras Beatriz Aguirre y Vilma Torres, sin su fe en mí no hubiera tenido la oportunidad de compartir lo que he aprendido en estos años. Hoy me estoy preparando para irme a la universidad y gracias a estos últimos dos años de nuevos retos me voy como una nueva persona, más segura de mí misma y con más sed de aprendizaje.
Has ganado dos becas para desarrollar al máximo tu talento, ¿de qué tratan y cómo las obtuviste?
Me esforcé mucho por cumplir con las condiciones de cada lugar y audición, mi sorpresa fue que cuando me mandaron los resultados, seis de esas universidades me ofrecieron apoyo económico. Y gracias a Dios, la universidad que más me está apoyando es la Universidad de Chapman (California), y me ha otorgado dos becas.
La primera la dan a estudiantes con desempeño académico excepcional que buscan la excelencia, y es renovable para los cuatro años de mi carrera. En la carta que me enviaron me dicen que seré una becaria Académica Presidencial, tendré la oportunidad de conocer líderes empresariales y cívicos y formaré parte de los eventos que organiza el presidente de la universidad, el señor Daniele C. Struppa.
La segunda es la Beca Delfín para Estudiantes Internacionales, la cual se otorga al momento de la admisión y dura cuatro años a cambio de un rendimiento satisfactorio. Su objetivo es apoyar la creación de una comunidad académica diversa.
Sé que te falta patrocinio para cumplir por completo estas becas, ¿qué necesitas y cómo te pueden ayudar?
Con estas becas cubro cerca del 60 % del costo, durante los cuatro años que dura mi carrera. Es mi responsabilidad gestionar el 40 % que falta. Por mi parte, la universidad me ha dado la oportunidad de trabajar en el campus y con esto espero poder ayudar a mis padres con los pagos.
Busco apoyo económico de empresas u otras instancias que crean en los jóvenes y en los talentos que tenemos. Para mí, la danza es un medio de expresión y una herramienta poderosa para prevenir la violencia y muchos riesgos que nuestra generación enfrenta hoy en día. Solo necesitamos una oportunidad.
Sé que es una carrera poco común, sin embargo, estoy dispuesta a retribuir a mis patrocinadores participando en sus campañas publicitarias o en eventos culturales que se ajusten a mi plan de estudios. Quiero representar a El Salvador en mi universidad y con su ayuda lo voy a lograr.
Has obtenido más premios en estos últimos meses, háblame de ellos.
Con Vivra Studio llevé cuatro coreografías (dos solos, un dúo y un grupal) a las competencias de Sheer Elite, en Guadalajara (México) a finales de abril. Fui coreógrafa de uno de mis solos y gané el premio de la categoría diamante. Me arriesgué a hacer un segundo solo de chachachá con el apoyo de la academia de baile Tumbao. Esto fue muy importante para mí porque mi coreógrafo me ayudó a salir de mi zona de confort. Fue un reto, pero terminé amándolo y disfrutándolo mucho.
Para esta misma competencia tuve la oportunidad de montar coreografías para otras bailarinas, algo que nunca había hecho. Un solo que lleva pasos míos, pero que Silvia Rico, la bailarina, le dio vida al bailarlo con su propia energía. También junto a ella montamos nuestro dúo y fue una experiencia inolvidable. Regresé con cuatro medallas de diamante y la coreografía de chachachá ganó el puntaje más alto de mi estudio.
Una semana después competí en el DanceXpert aquí en el Teatro Nacional, con las mismas coreografías y un grupal de contemporáneo adicional. En esta competencia tuve resultados muy inesperados. La coreografía montada por mí ganó el premio mayor que se llama DanceXpert “Overall Winner” con un premio de $400. Me sorprendió ganar porque habían muchos bailarines muy buenos y grupales impresionantes. Hasta hoy, sigo súperagradecida del resultado.
Una de tus metas era convertirte en maestra y coreógrafa, ¿cómo vas con esos planes?
Viéndome a mí misma ahora en comparación de hace dos años me siento como una nueva persona, con mucho más conocimiento y experiencia. Encontré mi manera de lograr una conexión fuerte con mis alumnas y verlas amar cada día más la danza. Como coreógrafa, ya logré llevar mi trabajo más allá de mí, montando grupales en otros estudios y coreografiando a otras bailarinas. Siento que ahora tengo una visión más clara de mis ideas y voy descubriendo poco a poco mi estilo. Me enfoco mucho en contar historias, en trasmitir un sentimiento concreto y me enorgullece decir que cada día voy mejorando y encontrando mi camino hasta algún día poder ser coreógrafa de cine.
Tu pasión por el baile es notoria, ¿hasta dónde quieres llegar?
Mi mayor sueño es ser coreógrafa y bailarina de películas musicales y shows en teatro. Me encantaría ver mi trabajo en una pantalla con luces y vestuarios. Otro gran sueño es seguir un proyecto que empecé en mi último año de bachillerato. Quiero enseñarles a niñas de bajos recursos a bailar y que les sirva como distracción de cualquier tentación que arriesgue su futuro, aquí en El Salvador o en cualquier otro país que la vida me lleve. Tengo la firme idea de estudiar dos carreras para poder aprender más sobre cómo ayudar a personas utilizando mi pasión y amor a la danza como una herramienta de impacto social.
¿Qué huella quieres dejar en el mundo artístico a nivel nacional e internacional?
Quiero llevar mi pasión al máximo. Me gustaría hacer saber algo que me costó mucho comprender, y es el hecho de que mi fuerte no sea la misma que los demás, la hace mucho más especial. Personalmente, me costó mucho llegar a creer en mí solo porque no podía hacer algunos trucos y ruedas sin manos como otras bailarinas. Hasta que mis profesores me motivaron a confiar en mi talento, en mi capacidad de expresión y en mi pasión que resalta al bailar. Y eso es lo que me está llevando cada vez más lejos. Y quiero que con mi ejemplo, niños y jóvenes aprendan a quererse a sí mismos, atesorar sus talentos y a usarlos para el bien común que hoy tanto nos hace falta. Por eso me gustaría dejar esta huella en el mundo artístico, porque esta misma marcó para siempre el mío.
¿Cómo vas en tus estudios? La última vez dijiste que harías un esfuerzo extra y así dedicarte de lleno al baile.
Hace un año me gradué de la escuela y del Bachillerato internacional. Fue una carga extremadamente grande y llevarla de la mano con la danza sin duda fue uno de los retos más grandes de mi vida. Sin embargo, esto nunca puso en duda mi pasión. Después de un proceso largo de audición ahora me decidí por Chapman University. Ahí estudiaré danza y en un futuro incluiré una segunda carrera. Por ahora, me llama la atención la carrera interdisciplinaria de industrias creativas y culturales.
Qué le dirías a esas jóvenes que sueñan con una sólida carrera en el baile.
Les soy honesta: es duro arriesgarte a seguir tu pasión, en un entorno donde lo primero que te dicen es “estudiá algo seguro”. Entiendo, pero creo que cuando tu pasión es así de grande, lo menos que puedes hacer por ella es seguirla. Me mantengo en el mensaje que les compartí hace unos años: no tener miedo a ser diferente. Ser diferente es algo bueno, cada bailarín tiene algo qué ofrecer y entre bailarines se aprende mucho. Los animaría a encontrar aquello que los hace resaltar y aferrarse a eso, porque bailar puede hacerlo todo el mundo, pero pocos pueden ofrecer algo más que un paso y un giro.
¿Qué otros proyectos tienes en puertas?
Por ahora, enfocarme en mi carrera de danza y acoplarme a una cultura diferente. Se viene un reto mayor que es estar lejos de casa y mi familia. Me propongo ir un día a la vez, pero espero regresar pronto a mi estudio y compartir lo que aprenda con todas mis alumnas y maestras. Mi principal proyecto personal es el de ir con la mente fuerte y aferrarme a mis valores y creencias para representar dignamente a mi país.