El arte salva vidas y Geovanny Misael Alvarado es un claro ejemplo de ello. El salvadoreño nació en San Salvador, específicamente en la colonia La Chacra, un lugar que hasta hace un par de años era asediado por la violencia y los grupos delincuenciales.
Alvarado aún recuerda todos esos momentos duros que tuvo que vivir en su infancia al crecer en una colonia “caliente” por la violencia.
Su padre murió cuando él tenía ocho meses de nacido y su hermana un año y medio. Ambos se criaron con su abuela, “Mamá Noy”, en un hogar de escasos recursos.
Al crecer, cayó en cuenta que poseía un talento que deseaba seguir explorando. Se trataba de la actuación e interpretación.
“En la escuela siempre me gustaba participar, era súper imperativo. Tuve un momento en el que comencé a crear cosas artísticas en la escuela con otros compañeros. También estuve en una parroquia que me dio ayuda escolar para poder seguir estudiando, ya que éramos de escasos recursos”, comentó Geovanny.
Fue esa parroquia la que le dio la oportunidad de seguir con sus estudios de bachillerato. Y la única condición que le impusieron fue participar en un grupo de acción y de formación. En ese entonces, tenían un coro y un grupo de danza, pero no había teatro, por lo que habló con el párroco para poder crear uno.
El religioso le pidió que buscara al menos tres integrantes más para ponerlo en marcha, y así fue. Lo primero que hicieron fue un sociodrama de lo que pasaba en la parroquia.
“En la primera obra que hicimos le tiramos a las señoras chambrosas de la parroquia, por eso a mucha gente no le gustó que existiera este grupo de acción, porque decíamos las cosas que estaban sucediendo en la parroquia, pero al padre le gustó y nos dijo que lo siguiéramos haciendo. Yo era el que coordinaba el grupo a cómo podía, ya que no tenía una escuela o formación al respecto”, explicó el compatriota.
Posteriormente, entró a la Universidad de El Salvador a estudiar Licenciatura en Trabajo Social, pero no logró culminarla. No obstante, durante esos años se involucró en el teatro universitario de la UES, y después se inscribió en talleres de formación en teatro. Fue ahí cuando supo que su verdadera vocación eran las artes escénicas.
“Me comenzó a gustar esa parte de lo pedagógico, por lo que inicié a leer, a escribir y a formarme. Estuve en talleres de clown, malabares y zancos. Eso me llevó a transmitir lo que conocía y empecé a estudiar Trabajo Social. No terminé la carrera de teatro porque me gustó más esto. Y al final, empecé a hacer procesos creativos con oenegés vendiéndoles el arte como medio de trasformación social en las comunidades”, detalló el salvadoreño.
Geovanny se percató de que el arte que lo había atrapado por completo, también lo había alejado de los oscuros caminos a los que estaba expuesto en su colonia, donde la violencia era el pan de cada día.
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Por eso usó el teatro como una herramienta para concientizar a los niños y los jóvenes sobre temas de prevención de pandillas, dando talleres artísticos para transformar vidas por medio del arte.
Así, se convirtió en fundador de varios grupos de teatro, como: TIET, Escena X Teatro, Asociación Escénica y Teatro Cíclico.
Por más de una década estuvo dirigiendo el teatro de la Universidad Don Bosco y participó en varias asociaciones relacionadas a las artes escénicas, entre las que se pueden mencionar la Asociación Tiempos Nuevos Teatro (TNT) y EsArtes Suchitoto.
Hacia el norte
En cierto momento, Geovanny decidió dejar su país atrás para buscar nuevos sueños en Estados Unidos, país al que llevó dentro de sus maletas todo los recuerdos y conocimientos sobre las artes escénicas que acumuló, ya que no perdió la fe de que podía hacer teatro fuera del territorio que lo vio nacer.
“Cuando llegué a Estados Unidos todo el mundo me decía que no iba a hacer teatro, que iba a hacer difícil, que las oportunidades no existen y que las puertas se cierran. Una cosa era hacer teatro en El Salvador, porque ya era conocido y tenía un recorrido artístico, pero estando acá me iban a cerrar puertas. Cosa que no fue así, porque trabajando duro logra uno todo lo que se propone”, enfatizó.
El artista llegó a Houston, Texas, en donde tocó puertas en teatros en español para continuar con su legado teatral. En esos espacios tuvo la oportunidad de dar talleres, charlas y montar espectáculos.
Más adelante fundó su propio colectivo, “Tercera Llamada”, conformado por diversos artistas y agentes culturales comprometidos con crear y representar obras de teatro, así como con la formación y educación de la comunidad latina por medio de diversas disciplinas artísticas.
Este colectivo, del cual es director, está enfocado en entretener, expresar sus culturas y diferentes problemáticas a través de las artes escénicas. Su trabajo actoral equilibra la excelencia artística a través de técnicas de la biomecánica del cuerpo, en donde este es el elemento comunicador principal en escena.
Mientras que, su pedagogía en las otras disciplinas artísticas integra la creación, reflexión e investigación con base en el respeto, inclusión, tolerancia y no discriminación.
“Tercera Llamada surgió en diciembre del año pasado con mi compañera mexicana Karla Gutiérrez. Con ella decidimos empezar este proceso y fue maravilloso porque hemos ido compleméntandonos, ella hace la parte administrativa y yo hago la parte creativa. Karla también nos ayuda en la parte creativa y de producción”, alegó el cuscatleco.
Según el director, muchas organizaciones se unieron para apoyarlos cuando crearon el colectivo independiente. Una de las que fue fundamental fue “Friends of El Salvador”, entidad sin fines de lucro con base en Houston y que trabaja en pro de la educación, la salud, el bienestar y proyectos sostenibles en El Salvador.
Este carismático salvadoreño no solo ha cumplido su sueño de hacer teatro en el país americano, sino también le ha permitido a muchos actores y actrices de diversos países desarrollar sus talentos en esa rama artística.
“Todo el grupo es bastante multicultural. Hay gente de Colombia, El Salvador, Honduras, Venezuela y México. Es muy interesante cómo se han ido incorporando y han ido desarrollando esta técnica. Al final, mucha gente me ve y cree que soy mexicano, pero no, soy salvadoreño. Es como ‘ah, sí, entonces El Salvador tiene talento también’, porque a veces creen que El Salvador solo produce pandillas”, agregó.
Recientemente, estrenaron “Las preciosas ridículas”, una adaptación de la obra del dramaturgo francés Molière, cuya comedia trata sobre la superficialidad y las vanidades acerca del valor de ser uno mismo.
Para lograr una visión fresca y actual en la obra se incorporaron elementos de las técnicas de Meyerhold, circenses y la comedia del arte. Las funciones fueron todo un éxito, ya que el teatro lució abarrotado de espectadores.
En 2024 pretenden llevar a las tablas a “Pinocho”, pero con un concepto diferente al que se está a acostumbrado a ver. “Tercera Llamada” busca posicionarse como uno de los mejores colectivos de teatro en Houston.