De las fiestas patronales a Coachella, así fueron los inicios de Los Hermanos Flores

Los Hermanos Flores no surgieron de una disquera ni de un gran escenario, sino de un sueño familiar que empezó en San Vicente. A inicios de la década de 1960, don Andrés Rodríguez, sastre de profesión y músico de corazón, impulsó a sus hijos a formarse en la música. Desde pequeños, les enseñaba solfeo y, al llegar a los once años, cada uno recibía un instrumento: trompetas, saxofones y percusiones.

De acuerdo con diarios de la época, en aquellos años, lo común eran las marimbas, y don Andrés mismo fue parte de la Marimba Alma Vicentina. Sin embargo, sus hijos, influenciados por lo que escuchaban en la radio —orquestas como Los Melódicos, la Santanera o Dámaso Pérez Prado— comenzaron a experimentar con nuevos sonidos.

Fue entonces que José Ángel, el mayor, lanzó la idea: “Papá, ¿y si mejor hacemos una orquesta?”. El 31 de diciembre de 1960, la familia celebró doble: don Andrés se casaba formalmente y, como regalo a su esposa, decidió bautizar oficialmente el proyecto como Orquesta Hermanos Flores. Ese día, nacía una agrupación que con el tiempo marcaría la identidad musical de El Salvador.

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De fiestas patronales a los primeros escenarios

Los primeros toques de la orquesta fueron en ferias y fiestas patronales. La novedad de tener una orquesta con metales —saxos y trompetas— le dio frescura a la música tropical que sonaba en el país. Su repertorio incluía cumbias colombianas y piezas bailables adaptadas con su propio estilo.

Poco a poco, los Hermanos Flores empezaron a sonar en radios locales y a ganarse un espacio en eventos cada vez más grandes. En 1965 grabaron sus primeras canciones en versión de 45 rpm, entre ellas El pobre Simón y Las chambrosas. Aunque eran piezas más sencillas, ya mostraban la línea musical que los caracterizaría: ritmos alegres, fáciles de bailar y con un sello salvadoreño.

El verdadero despegue llegó en 1970 con La Bala. Esta canción no solo se volvió un clásico en cada fiesta salvadoreña, sino que también cruzó fronteras. En México, permaneció durante diez semanas consecutivas en listas de popularidad, algo impensado para una orquesta centroamericana en esos años.

A partir de ahí, Los Hermanos Flores comenzaron a realizar giras internacionales. Estados Unidos, Canadá, Centroamérica e incluso escenarios en Italia y Australia fueron testigos del ritmo de cumbia “hecha en El Salvador”.

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Aunque muchos piensan que Nory Flores fue la primera voz femenina de la agrupación, en realidad fue Elsy Nohemí quien debutó como cantante de la orquesta en los años 60, interpretando temas como La Bala y Los jóvenes amantes. Con el tiempo, Nory se convirtió en la voz insignia, primero como saxofonista y luego como vocalista.

La presencia femenina en la orquesta no solo diversificó su propuesta, sino que también aportó carisma y cercanía con el público. Desde entonces, la agrupación se consolidó como una de las más queridas dentro y fuera del país.

Una trayectoria reconocida

Con más de 36 discos de larga duración, 20 discos especiales y cientos de giras, Los Hermanos Flores han cosechado reconocimientos internacionales. En 2003 fueron galardonados en la 5ª edición de La Gala El Premio de la Gente en Las Vegas con la Estatuilla de Oro como Gigantes de la Música. En esa ocasión, pusieron a bailar a artistas de talla mundial como Ricky Martin, Juanes y Juan Gabriel.

Pero más allá de los premios, el verdadero reconocimiento ha sido el cariño del público. Amor de pobre, Cumbia folclórica y El ausente son canciones que forman parte del ADN salvadoreño, himnos que suenan cada diciembre, en bodas y en ferias patronales.

Para la diáspora salvadoreña, especialmente la radicada en Estados Unidos, la música de Los Hermanos Flores ha sido un puente con sus raíces. Sus giras en ciudades como Los Ángeles, Washington y Nueva York se convirtieron en encuentros multitudinarios donde los salvadoreños podían cantar y bailar como si estuvieran de regreso en casa.

Por eso, su confirmación en el cartel de Coachella 2026 es más que un logro artístico: es una oportunidad histórica para que miles de compatriotas en California vean a sus ídolos en un escenario global.

Hoy, la agrupación vive un nuevo capítulo de su historia. De haber nacido en el corazón de San Vicente, han pasado a convertirse en embajadores de la cultura salvadoreña en uno de los festivales más importantes del mundo.

La historia de Los Hermanos Flores demuestra que la música no conoce fronteras y que, con esfuerzo y pasión, un proyecto familiar puede trascender generaciones. Más de seis décadas después de aquellos primeros ensayos, sus canciones siguen sonando y su legado se prepara para conquistar Coachella.