¿Sabes cómo descubrir a un mentiroso?

¿Cuántas mentiras has dicho hoy? ¿Estás seguro? Porque grande, pequeña o sin importar la intención con que se haga una mentira es una mentira. También lo es omitir información. Además tu cuerpo sabe cuando no dices la verdad y lo manifiesta con respuestas fisiológicas que pueden ser detectadas.

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elsalvador.com

Por Mireya Amaya/ EFE

2018-07-01 4:08:26

Si por cada mentira que decimos hubiese algo que nos delatara, como el crecimiento de la nariz de Pinocho, parecería que los seres humanos tenemos un nexo directo con el popular muñeco de madera, creado por Carlos Collodi, allá por los años 1800.

Según la investigación del psicólogo Paul Ekman, una persona dice hasta tres falacias por conversación. Es más, de acuerdo con una publicación de efesalud.com, los estudios en este campo sostienen que los embustes van de los cuatro a los 200 al día, y se concentran especialmente por las tardes.

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Mentir es como respirar. “No, ese vestido no te hace más gorda”. “En cinco minutos llego”. “Estaré lista en 10 minutos”. ¿Te suenan conocidas esas frases? Estamos seguros que sí. y es que entre otros motivos se miente por conveniencia, por miedo, para conseguir algo, para que te traten mejor, para intimidar, para controlar, para impresionar, para esconder algo, por diversión e incluso para sobrevivir.

Cuando se trata de decodificar los engaños y su intencionalidad es preciso identificar si el mentiroso oculta información o si la falsifica, y si lo hace voluntaria o involuntariamente. En este punto la tecnología, con sistemas como el polígrafo y la lectura de la microexpresión facial, es una gran aliada.

¿Pero qué nos delata?
A juicio de la psicóloga María Jesús Álava Reyes, aunque todos mentimos cada día con más o menos frecuencia, no existen demasiados indicadores eficaces en la detección del engaño e, incluso en algunos casos, un gesto puede indicar justo lo contrario. Por lo que entra en juego la subjetividad.

Según Álava entre los indicadores objetivos más frecuentes cuando se miente están la elevación del tono de voz, duración de las pausas y frases negativas. Otros menos frecuentes son los movimientos de manos y dedos, movimientos de piernas y pies, y la lentitud en las respuestas.

En este punto, la experta destaca que la capacidad de detección de una mentira se incrementa cuando las personas se conocen o cuando la motivación del mentiroso es muy elevada, para sacar un beneficio o prevenir consecuencias importantes.

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Por su parte, Robert Trivers, profesor de Psicología en la Universidad de Harvard explica que mentir tiene sus riesgos, pues se activan algunas señales que pueden delatarnos como la elevación automática del tono de voz y que el cuerpo se tensa.

Sin embargo, aclara que si mentimos inconscientemente, esto no ocurre. “Tu voz será igual, porque tu cuerpo no se está tensando, ya que crees que no estás mintiendo”, indica Trivers.

Otras de las conductas no verbales indicativas de engaño son, por ejemplo, cambios en las pupilas, nerviosismo, tensión, indiferencia/despreocupación, tensión vocal…

Todos esos factores hacen que unos mientan mejor que otros. Es decir, quien mejor controle sus recursos cognitivos y emocionales, mejor mentirá. Y en ello también juega un papel importante la práctica, cuando mentimos con frecuencia mentir resulta más fácil.