Carolina Padilla, una supermamá modelo con aroma a café

Esta salvadoreña se ha dejado moldear por la vida. Cada experiencia vivida, fue suficiente para sobreponerse a un divorcio y convertirse en emprendedora imparable.

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elsalvador.com

Por Rosemarié Mixco

2017-05-01 7:00:47

“Cuando estás sola, tienes doble trabajo”, afirma Carolina Padilla, quien después de su divorcio encontró la respuesta a esa hiperactividad que la caracterizó desde muy niña.

Pero en realidad, es una madre emprendedora con más de dos ocupaciones. Esta modelo profesional tiene energía en cantidades industriales. Es abogada graduada de la Universidad José Simeón Cañas (UCA), propietaria de una clínica de belleza y responsable de una finca cafetalera, que ha comenzado a exportar a Europa y Oceanía.

Por si eso fuera poco, para mantenerse al día con la tecnología estética y las innovaciones industriales, toma cursos año con año, para estar a la vanguardia, fuera del país.

 

Además, para mantenerse saludable y en forma, dedica todo el tiempo que puede a hacer ejercicio. Es runner, nada y cuando surge alguna maratón, se apunta. “Ahorita estoy inscrita para correr la maratón de San Francisco”, manifiesta.

A esto hay que agregar que brinda asesorías, trabaja un poco de mercadeo, a veces está en televisión y otras tantas en pasarelas internacionales, como la Fashion Week Nicaragua.

Pero si hay algo que llena su vida en todos los sentidos, es su labor de madre. Esta profesional de 1.79 metros de altura, disfruta cada momento compartido en familia; pues desde que vino al mundo, ha recorrido la vida de mano de hombre y mujeres muy especiales, que le enseñaron a amar el hogar.

Por el lado de su madre, corre por sus venas sangre alemana, su bisabuelo emigró desde la nación teutona a San Miguel. La familia de su padre tiene ascendencia española y francesa, al llegar a El Salvador se erradicaron en Ahuachapán, donde pusieron a funcionar una salina. Años después, su abuelo se convertiría en un reconocido comerciante de la zona.

La madre de dos hijos y abogada, también tiene a su cargo la finca de café de la familia. Foto/ Facebook

Ella recuerda que cuando niña, como era demasiado ???tremenda’, su madre la mandaba a recorrer la finca con su abuelo y su padre. Así comenzó a echar raíces en la industria del café. “Me habían comprado un corvo pequeñito y andaba dándole a todo (ríe)… cuando era época de descombrar; andaba abonando, cuando era época de abonar; y durante la corta, me iba con mi papá, parte de mi vacación. Me tenía un canasto pequeñito y me ponía a cortar con otros niños. Me pagaban lo que cortaba. Así, entre juegos, crecí escuchando y viendo lo que se hacía en la finca, durante cada época. Jamás pensé que esto te genera un amor a la tierra increíble”, reflexiona.

Las artes y ese espíritu aguerrido le llegaron de manos de su abuela materna, Carmen Delia de Suárez, una de las dos primeras mujeres periodistas graduadas en la Universidad de El Salvador. Las tardes que pasaba junto a ella escuchaba atenta todo lo que le leía, todo aquello que su abuela escribía.

Su hija mayor heredó esa sensibilidad artística, pinta y toca el piano. “Ella es más intelectual”, expresa al discurrir cada una de las personalidades de sus hijos.

El menor, un varón de 9 años, posee esa energía y dinamismo que hace única a su madre. A él le encantan los deportes, y Carolina disfruta compartiendo cada uno de los logros y aficiones de sus pequeños.

Carolina comenzó a modelar entre los 14 y 15 años. Foto/ Douglas Tobar

Esta madre fashionista, que ama comer sano y ejercitarse, está agradecida con todo lo que le ha tocado vivir. Cada triunfo, cada golpe, cada tristeza. Hace cinco años, su padre perdió la batalla con la muerte y ella comprendió que no hay nada más valioso que todo aquello que no puedes materializar. “…fue un abogado muy importante, el ser humano más grande que conozco… le gustaba estar en contacto con la gente, era el tipo de persona que terminaba llegando a casa sin zapatos y ni camisa, porque se los había regalado a alguien que no tenía en el camino”, recuerda la profesional.

Como toda mujer, ama ser bella, pero no se obsesiona con eso. Simplemente, es disciplinada. Y disfruta mucho sus sesiones de foto, cuando la maquillan, la visten y la consienten.