De adicto a maestro mundial de yoga: conoce la historia de Taylor Hunt

El yogui visitó El Salvador para impartir una clase enfocada en la modalidad Ashtanga. Su práctica estuvo acompañada de un poderoso testimonio de lo que hizo esta práctica en su vida, una que estuvo atormentada por la heroína y el alcohol.

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Taylor Hunt es especialista en la modalidad Ashtanga yoga, en la que profundizó durante su paso por India. Foto EDH / Cortesía

Por Fabricio Altamirano

2020-03-09 8:00:22

Taylor Hunt es un reconocido instructor de la modalidad Ashtanga yoga. Haber sido transformado por esta disciplina de la India lo ha llevado a recorrer el mundo y a ser un ejemplo irrefutable de lo que esta filosofía de vida puede hacer por el ser humano.

Y es que Hunt se encontró con el yoga por casualidad en sus primeros meses de recuperación, saliendo de vivir en las calles debido a sus adicciones. Tras sumergirse en esta práctica encontró, poco a poco, paz, aceptación y reconciliación con su pasado.

Ese fue el mensaje que Hunt compartió con la comunidad de practicantes de yoga tras su paso por El Salvador, invitado por Claudia Mancía y Ligia Jiménez de ZenSivar.

¿Cómo definirías el yoga?
Cuando inicié en el yoga creía que era únicamente sobre posturas, rápidamente se convirtió sobre ejercicio físico. A medida que he madurado, también he desarrollado mi práctica del yoga. Lo que ha sucedido es que se ha convertido en algo mucho más espiritual. El yoga me conecta con mi máxima potencia, me conecta conmigo mismo, me hace sentir conectado a otras personas, con mi punto de vista y de cómo veo el mundo. Es la conexión de alma, mente y cuerpo, y a través de este ejercicio físico soy capaz de llevar mi mente a cierto tipo de descanso.

De acuerdo con Hunt, Ashtanga es una modalidad que implica mucho físico, por sus secuencias fluidas y constantes. Foto EDH / Cortesía

Tú vienes de un lugar muy difícil, cuándo encontraste el yoga, o cuándo el yoga te encontró a ti, cuéntanos…
Sí. Tenía seis meses limpio. Me estaba recuperando de la adicción al alcohol y a la heroína. Estaba yendo a programas de recuperación, como las reuniones de 12 pasos, y tratando de aprender cómo cuidar de mí mismo. Antes de eso estaba viviendo en las calles. Estuve yendo a esas reuniones cada día y llegó un momento en el que estaba buscando el significado que debía tener mi camino en la vida y me sentía un poco vacío. Recuerdo que estaba trabajando en el paso 11, que es la meditación para mejorar nuestro contacto consciente con Dios, y recuerdo haberme arrodillado y orar para aliviar el sufrimiento que estaba pasando. Pasé seis meses limpio. Las posibilidades de lograrlo son pocas. A la gente le cuesta mantenerse sobria, las personas no entran a recuperación, es difícil. Y esta es unas de las cosas más difíciles que he hecho en mi vida. Es fácil regresar a las viejas andadas. Yo oraba de rodillas cada día y decía: “ayúdame a encontrar una prioridad, una conexión consciente con mi máxima potencia”, y fue ahí cuando una chica llegó a mi vida. Un día ella me dijo: “Debo enseñarte yoga”. Yo viniendo de las calles, habiendo perdido todo en mi vida: mi familia, todo el dinero que tenía, mi honor, mis modales, estaba espiritual, física y mentalmente en bancarrota. Y tener a esta chica diciéndome: “Hey, tienes que hacer yoga”, pensaba que no iba a ser posible, solo por el lugar en el que me encontraba. Tenía 25 años, pero por dentro me sentía como una persona de 50. Dormía en lugares donde no debí estar durmiendo y me sentía mal por mí mismo. No lograba salir del ciclo en el que estaba.

Hay muchas personas que tienen problemas con la adicción, ¿puede ser el yoga parte de la solución?
Totalmente. Es una de las grandes cosas que crearon cambios en mí. Nadie quiere hacer las reuniones de los 12 pasos para recuperarse, pero para mí fue esencial. Luego mezclé eso con el yoga y se convirtió en algo muchísimo más poderoso, y está disponible para cualquiera, pero tienes que ser capaz de ver que tienes problemas con la enfermedad. Una vez que lo ves, lo reconoces y lo aceptas, dices: “¿qué voy a hacer al respecto?”, y ahí es cuando la acción viene y dices “ok, voy a vivir, pensar y comer diferente”. Las personas con adicciones eligen las mismas cosas una y otra vez, y muchos de ellos quieren salir de ese ciclo, de los patrones que tienen, pero como eligen los mismos comportamientos se quedan atorados en el mismo camino, una y otra vez. Para mí, el yoga fue como un cristal que me mostró cuáles eran estos malos patrones.

Hunt ahora está en constante armonía. Foto EDH / Cortesía

Tú dijiste en otra entrevista que las personas que están en recuperación, o en el compromiso de hacerlo, y practican yoga tienen el 70 % de posibilidades de mantenerse en el camino, más que otras personas que no han explorado esta práctica.
Sí. Yo inicié una fundación llamada “Trini Foundation” y en los primeros años de desarrollo no sabíamos mucho cómo abordar esto. Tuvimos una excepcional cantidad de personas que se mantuvieron sobrias gracias al resultado de hacer yoga. Todas esas personas también seguían programas de 12 pasos, como Alcohólicos Anónimos (AA) y Narcóticos Anónimos (NA). Hubo un momento en el que había un 60 % de sobriedad. Durante más de seis meses las personas se mantenían sobrias. Y toma años descubrir cómo sobrevivir a más de seis meses sin ningún tipo de droga. Fue inolvidable cómo tomamos los principios del yoga y los aplicamos a los principios de recuperación, y lo que pasó fue que las personas pararon de sufrir. Fue ahí cuando la fundación realmente despegó. Los porcentajes siguen estando altos y prometen más que las estadísticas de cualquier otro método de recuperación que tengamos hoy en día. En los Estados Unidos los números son alarmantes. La última estadística que leí es que hay 7 % de probabilidades de recuperación. Es un lugar muy oscuro para las posibilidades de sanarse. Hace tiempo nuestro país tenía entre el 25 y 27 % de probabilidades de recuperación, actualmente es 7 %. Las personas están muriendo en lugar de recuperarse y mantenerse limpias.

Tú dijiste algo muy hermoso en otro espacio: que en tu segunda clase de yoga escuchaste una voz dentro de ti —quizá de Dios— que decía “tú eres perfecto de la manera que eres”, pero en aquel entonces estabas muy destrozado. ¿Qué significó para ti oír “eres perfecto”?
La segunda clase de yoga fue una experiencia súper poderosa porque entré con menos ansiedad, menos nervioso. Y como estaba practicando Ashtanga, lo que hicimos fue lo mismo que en la primera clase, así que comencé a sentirme más cómodo. En ese momento no me estaba comparando con otras personas, y toda mi vida estuve comparándome con otros, diciéndome: “hoy quiero ser esta persona y no la que soy”. Cuando terminé la práctica y estaba sentado, solo absorbiendo todo sobre yoga,  estaba claro: estaba fuera de mis pensamientos, fuera de las historias que me he contado a mí mismo, y fue la primera vez que realmente pude sentir una especie de amor y compasión por mí mismo. No digo esto tan a menudo, de que Dios me susurró al oído, yo digo: “fue un pequeño pajarito que me susurró”, pero sabes, estaba tan claro ese día que me deshice de algunas capas de mí mismo. Estaba tan claro para escuchar que era perfecto, aunque estuviera roto y que todo iba a estar bien. Necesitaba eso. Me causa escalofríos solo decirlo, pero fue la primera vez en mi vida que yo quería ser yo, quería ser la persona que estaba destinada a ser. Me tomó 25 años darme cuenta, comprender en su totalidad que hoy quiero ser Taylor.

Esa es una verdad del período de recuperación: las personas mueren o salen y comienzan a beber de nuevo, es una enfermedad de recaídas crónicas. Así que ahora, estoy descansando aquí, siento la presencia de Dios y siento compasión por mí mismo.

El maestro ejecutando la postura Navasana. Foto EDH / Cortesía

¿Qué más dejaste ir en esa segunda clase?
Soy una persona competitiva, así que deje ir la competitividad. En la primera clase entré como que iba a tener una competición con todo mundo y perdí, y no me gusta perder, entonces en la segunda clase me dije: “soy el peor acá, no puedo tocar mis dedos de los pies, no puedo hacer una respiración apropiada porque fumé por muchísimos años. No podía hacer nada”.

¿Tenías problemas para hacer algunas posturas?
No podía hacer ni una pechada por la cantidad de veces que puse una aguja en mi brazo. Y esa es una dura verdad que tragarse. De repente empiezas a darte cuenta de las consecuencias de tus propias acciones. El yoga me dio un cristal para ver todo el daño que me había hecho. Y fue muy doloroso. Fue doloroso verme en el espejo y pensar: “Soy mi peor enemigo”. Entonces dejé ir un montón de cosas: arrojé la competencia, tiré las ganas de siempre querer ganarle a alguien, boté esa verdad de “no voy a ser el mejor en la habitación”. Todas esas cosas me dirigieron a una experiencia diferente. La primera clase la verdad es que la odié, no iba a regresar, pero fui a la siguiente solo porque mi instructor me dijo que lo hiciera… y ¡fue increíble!

¿Fue esa mentora, la misma que estuvo contigo en Columbus hasta antes que encontrarás el Shraddha (la fe)?
Bueno, la chica que me introdujo al yoga siempre ha tenido presencia en mi vida desde que la conocí y me dijo que debía practicar yoga, o que ella debía enseñarme. Pero yo encontré el Shraddha a través de practicar con un mentor autorizado, ella no es una mentora autorizada. Entonces comencé a ir con esta persona, que se encontraba como a tres horas de distancia. Fue él quien me persuadió de ir a la India y conocer a Sharath Jois, aprender el método de donde provine el yoga, y fue ahí cuando hice mi primer viaje.

Buscar un enfoque es esencial en la práctica. Foto EDH / Cortesía

Tú compartiste que este mentor te dijo “Taylor, yo no tengo nada más que enseñarte, tú tienes que ir a la fuente”. Tú no sabías de qué estaba hablando. ¿Cuándo te diste cuenta de que realmente habías encontrado la fuente?
Hice muchos viajes a Michigan para estudiar con Matthew Darling, por aquel entonces él era el único profesor autorizado, y él es como un hermano mayor para mí. Él estaba en recuperación también, lo cual significó un momento de Dios. No lo conocía personalmente, pero cuando nos encontramos me contó que estaba en recuperación, y yo confié en él. Cuando me dijo que fuera a la India, no lo pensé como una posibilidad, porque estaba intentado tener mi vida de vuelta. Cuando me dijo que tenía que ir a beber de la fuente, decidí visitar a Sharath y en el momento que lo conocí pensé: “él es mi maestro”. India me ha enseñado a cómo estar en este mundo. Pasé mucho tiempo allá, toda la última década, pero Sharath me ha enseñado cómo ser un maestro, cómo guardar espacio para las personas, cómo enseñar este método, distintas formas del cuerpo, diferentes escenarios; entonces me he dado cuenta de que India me ha enseñado mucho sobre cómo estar en esta sociedad y cómo tratar a las personas. Pero también el yoga y mi maestro Sharath Jois unen las cosas y esa fue la fuente, porque ha habido tanto que aprender. No soy la misma persona que era antes, y si lo fuera no estaríamos aquí sentados hablando. Ir a esa fuente y tener esa especie de “baño sobre mí” me cambió y me dio un enfoque diferente.

Nunca creí que un día enseñaría yoga. Nunca pensé que fuera posible, pero ahora puedo viajar alrededor del mundo y enseñar yoga, puedo ser un ejemplo viviente de cómo el yoga es una herramienta de transformación, y no creo que cualquiera pueda decir eso. Yo creo que todos cambian, pero mi caso es un ejemplo drástico de cómo ser una persona diferente, una mejor persona, de cómo darle a la sociedad en lugar de quitarle. Y tuve el momento “aha” —cuando te das cuentas que tienes que arriesgarlo todo o cuando llega la inspiración y la realización— cuando conocí a Sharath y cuando fui a la India por primera vez. También los últimos 10 años han sido una completa revolución para mí.

¿Me comentas que acabas de regresar de India? 
Sí.

Tu mente y cuerpo están todavía con el tiempo de India. Me lo comentaste cuando te recogí hace unos minutos. Dime tres cosas concretas que India y la fuente te han enseñado, que te han hecho una persona diferente. Tres cosas que nosotros los occidentales, que no hemos estado en India, nos estamos perdiendo.
Esa es una pregunta difícil. Creo que la primera es el fundador de su país, Ghandi. Él construyó en la India toda la idea alrededor del Ahims? (término sánscrito que se refiere al concepto filosófico que aboga por la no violencia y el respeto a la vida). Y Ahims? significa no violencia, y eso se extiende hasta en su forma de alimentación, en cómo se tratan el uno al otro; se extiende en cada aspecto de sus vidas y esa es unas de las cosas están flaqueando en nuestra sociedad: cómo nos tratamos el uno al otro, cómo tratamos al mesero en el restaurante, al cajero en el supermercado, cómo tratamos a nuestras familias. En los Estados Unidos debemos empezar a prestar atención a esas cosas.

La práctica del yoga fortaleció al instructor durante sus momentos más difíciles. Foto EDH / Cortesía

También pienso que la India, me ha enseñado a ser una persona más espiritual. En los Estados Unidos, Centro y Sur América el cristianismo es enorme, y en la India también, pero cómo se viven los principios que nos enseña la religión nos hace diferentes. Tener este lado espiritual es mucho de lo que a las personas en Occidente les falta. Estamos buscando conexión y eso es lo que la espiritualidad: conectar con otras personas. Muchas veces estamos atrapados en nuestro teléfono o computadoras o estamos fuera de nuestra mente y somos incapaces de conectar con la persona que está frente a nosotros y esa ha sido una gran lección que aprender para mí y también para mi familia. Prestar atención a lo que está sucediendo en el presente es una de las grandes lecciones.

La otra es que me ha enseñado integridad, y la razón de ello es porque he tenido el ejemplo perfecto de cómo enseñar, de cómo tener una práctica espiritual y cómo afrontar mi día y estar en mi auténtico ‘yo’ mientras voy viviendo el día a día. Creo que muchas veces en los Estados Unidos hacemos que el yoga sea más fitness que espiritual. He tenido ejemplos reales de cómo los hombres de la India tratan la práctica del yoga y lo espiritual de ella. Por otra parte, Sharath me ha enseñado a sostener esta integridad a través del método de Ashtanga yoga. Así que esos tres principios diría que son la clave.

Existen muchísimas corrientes de yoga ¿cómo es el Ashtanga en ese mundo yogui?
Ashtanga es uno de los más populares estilos que puedes aprender hoy en día en los Estados Unidos, pero creo que las personas se adentran a cualquiera de los estilos de yoga, especialmente al Vinyasa, lo que lo hace más estándar. Y yo creo que hay una necesidad de que exista, no solo conexión, sino profundidad. Las personas están buscando profundidad, una vida más disciplinada, formas de conectar, de potenciar su conexión espiritual, y por eso, muchas veces, las personas no se sentirán atraídas hacia el método.

Para comenzar, las personas estarán asustadas de esta corriente. La primera reacción es: “¡Oh, wow! Esa son muchas pechadas”. Son muchas posturas, es bastante difícil, sudas demasiado, pero lo que sucede es que alguien puede preguntarse: “ok, ¿cómo me convierto en un practicante bueno? ¿Cómo me concentro más? o ¿cómo encuentro mi pasión y mi propósito a través del yoga?”. Las personas se ven empujadas al método Ashtanga con bastante frecuencia porque cuenta con esa profundidad. Además, tienes el componente espiritual, más las posturas y el físico. Tiene todo lo que estás buscando en una práctica.

El maestro John Scott habla de tres cazuelas. Dice que el cuerpo es controlado por la respiración, la respiración por el conteo y el conteo por el foco de la mirada. ¿Estás de acuerdo con eso?
Diría que, en realidad, hay cuatro cazuelas diferentes. Me refiero a que uno de los aspectos que pasa desapercibido en nuestras prácticas es el lugar donde ponemos específicamente nuestros ojos, y eso es llamado en la práctica del yoga el Drishti, donde se encuentra tu punto de concentración. No creo que deba pasar desapercibido y la razón es porque estamos siendo empujados en diferentes direcciones:quizá a través de las redes sociales, la TV o cualquier otra cosa que no nos permita conectar con nosotros mismos. Entonces el Drishti se convierte en algo tan importante porque estamos tratando de reentrenar nuestros sentidos, y a medida que lo haces eres capaz de convertirlo en una práctica interna más que una práctica externa. La respiración es lo más importante, pero el Drishti no puede pasar desapercibido porque realmente es lo más difícil de hacer, pero también una de las cosas más valiosas.

Guruji K. Pattabhi Jois nos enseñó que el yoga es meditación en movimiento, ¿el método ashtanga y la práctica del yoga es una meditación en movimiento que trae más espiritualidad?
Parece ser una declaración justa, pero tiene demasiados componentes. Es algo que realmente encuentra a quien sea. Si tienes traumas del pasado, lo que sucede es que por como respiramos, nos movemos, giramos, doblamos y calentamos el cuerpo, esos traumas del pasado son traídos a la superficie para que puedas lidiar con ellos y eso es algo muy poderoso. No creo que la gente deba tener miedo del Ashtanga, si se enseña apropiadamente puede ser una de las herramientas más efectivas. Básicamente Ashtanga es el gran padre de todos los estilos de yoga.

Es un honor tenerte en El Salvador. ¿Qué te hace feliz de impartir una clase de yoga?
Estoy feliz si conecto con los estudiantes. He viajado a muchos lugares y he visto lo que el yoga puede hacer por las personas. Si les muestro que puede salvarlos, si puedo enseñarles que puede cambiar sus vidas, que es más que posturas, entonces ha sido una buena práctica.