¿Por qué podría ser peligroso tratar a las mascotas como humanos?
Ponerles ropa y joyas exclusivas a los animales de compañía, celebrarles sus cumpleaños y someterlos a terapias sicológica antiestrés, son algunas señales claras de la humanización animal, una obsesión que puede ser contraproducente.
Después de trabajar en un despacho jurídico, Guadalupe N. llega a su casa al final de cada tarde con su nivel de entusiasmo y alegría por todo lo alto. Antes de introducir la llave en la cerradura de la puerta, dentro de la vivienda, se escucha una extraña bullanga. Se trata de Camila, Lucas y Gustavo, sus tres “hijos”.
Luego de hablarles “chiquito”, de propinarles unas caricias en la cabeza y de cargarlos en brazos, la joven de 28 años corre presta a la alacena para buscarles un poco de comida.
Luego continúa con su cotidiano ritual. Se dirige al armario, busca en él las prendas de vestir que planchó antes de irse a trabajar y luego se las coloca a sus tres “chiquitines”. Posteriormente, procede a tomarles fotos a sus adorables criaturas, quienes lucen mamelucos, vestidos, zapatitos de lana, gorritos… Tras la cotidiana sesión de fotos, la mujer se dedica a publicar las instantáneas en sus cuentas de Facebook e Instagram.
“Son mi adoración. Son mis ‘hijos’. Una buena parte de mi salario lo invierto en ellos. Les compro la mejor comida, los llevo a la peluquería frecuentemente, les pido por internet mucha ropa y accesorios… Creo que soy una buena madre”, refiere Guadalupe.
Al leer el relato anterior, cualquiera pensaría que los hijos de Guadalupe son tres niños. Pero no es así. En realidad, se trata de tres perros de diferentes razas, a los cuales ella ama, cuida, mima y protege de sobremanera.