Después de varias décadas repitiendo que fumar es dañino para la salud, es casi imposible lograr que los fumadores más acérrimos dejen este mal hábito, no tanto por transformarse en una pésima costumbre, sino que psicológicamente se traduce en un desahogo para contener ciertas emociones.
De acuerdo al sitio especializado bienestarpsicoanalisis.com, fumar puede considerarse un síntoma de ansiedad encapsulado en el interior de la persona que fuma. “Es consecuencia de que se padece ansiedad, y para reducirla, se fuma entrando en un círculo vicioso”, explica el sitio.
Esto podría aclarar un poco del por qué la urgencia de fumar cuando se sufre de un alto nivel de estrés laboral o emocional, y tiene como desenlace fumar uno o más cigarros con la meta de “relajarse”.
El artículo mencionado también detalla que cuando la energía en nuestra mente está suelta, se “conecta al tabaco sin que apenas la voluntad pueda hacer algo para oponer resistencia”.
En algunos fumadores este momento es crucial, ya que llega un punto en que no basta un solo cigarrillo.
Se considera que el principal motivo por el que una persona adquiere esta rutina es la ansiedad que pudo alojarse en su subconsciente desde temprana edad, por lo que un cigarro puede transformarse en un sustituto de afecto y sensaciones de placer, “de forma análoga al cuidado materno”, afirma bienestarpsicoanalisis.com.
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El hecho de querer hacer cosas que no son correctas es también otra causa, el exhalar el humo se transforma en una liberación de obstáculos, obsesiones y emociones reprimidas.
Otras dos fuentes de impulso son: rellenar un vacío en el estómago que se traduce en sentimientos de soledad y desilusiones, y por diversión, cuando se sale de fiesta o se realizan otras actividades de entretenimiento, lo cual puede originar una adicción o dependencia.
Para lidiar con este impulso, los médicos recomiendan terapias que le permitan al fumador identificar aquello que le motive a repetir patrones.
Es recomendable recurrir a ayuda profesional, porque, tal y como lo indica aimdigital.com.ar, en las primeras horas sin fumar, la bajada del nivel de nicotina en el organismo empieza a generar ansiedad por repetir la acción.
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“Esta ansiedad puede mantenerse durante varios días, semanas o incluso meses y se manifiesta tanto a nivel físico como psicológico”, describe la web.
No está de más recordar todas las secuelas que se desencadenan al fumar. La Biblioteca Nacional de Medicina de los EE.UU. retoma como consecuencias: cáncer (de pulmón y oral), enfermedades pulmonares (como la enfermedad pulmonar obstructiva crónica EPOC), daño y engrosamiento de los vasos sanguíneos, lo que causa presión arterial alta; coágulos de sangre y accidente cerebrovascular; problemas de la visión, como cataratas y degeneración macular.