La solidaridad y empatía siempre fueron un ejemplo dentro del hogar Palomo Meza. El trabajo que sus padres hicieron con los menos favorecidos caló en su vida y por ello decidió involucrarse con instancias que apoyaron a otros. De esta manera, Cami Palomo comenzó una vida de servicio.
Salvadoran American Humanitarian Foundation (SAHF) fue la primera organización filantrópica en la que trabajó Palomo. Esta decisiva experiencia sembró en ella el sueño de crear su propia fundación de apoyo humanitario, la que comenzaría a gestarse a su llegada a Ciudad del Cabo (África) en 2012, sin imaginárselo.
En el país africano, la benefactora salvadoreña comenzó a trabajar en un hospital, específicamente en la unidad de niños quemados. Su vida se estremeció y transformó cuando conoció a Avela, una bebé de siete meses que sufrió quemaduras severas después de que un incendio destruyera su casa y causara la muerte a su madre.
Se recaudaron en la escalada de 2018. Parte del dinero fue utilizado para adquirir una máquina láser de última generación. Este aparato, que ayuda a más de 300 niños al año, regenera la piel quemada y “promueve una nueva y más elástica”.
“Ella se recuperó de sus heridas, y dejó el hospital para reunirse con su familia tomando un trozo de mi corazón”, expresó Cami. Este paradójico escenario de esperanza y dolor la impulsaron a crear Avela Foundation, una organización sin fines de lucro “comprometida a ayudar a los niños sudafricanos con heridas por quemaduras”, para que tengan una recuperación física y psicológica.
El camino sería cuesta arriba, pero Palomo no bajaría los brazos. Sus familiares y amigos se convirtieron en sus principales donantes.
Cuando Palomo compartió a sus amigos las crisis físicas y emocionales de las personas quemadas en Ciudad del Cabo, Connie Sol y Adriana Sol no dudaron en sumarse. Estas primas serían clave para que los fondos de Avela Foundation se acrecentaran.
El trío de salvadoreñas tomó como ejemplo una expedición que realizó otra ONG al monte Everest (frontera entre China y Nepal). Consideraron que si escalaban esta imponente montaña podrían llamar la atención de otros y los incentivarían a apoyar el trabajo y la visión de Avela Foundation.
Así lo hicieron. La primera escalada al Everest se realizó en 2017 y fue liderada por Connie Sol. Ante los positivos resultados, Cami Palomo decidió que en 2018 volverían a ascender el monte y llegarían al campo base de él, que posee 5,365 metros de altitud. Esta innovadora actividad logró recaudar más de $150,000, monto que fue destinado en su totalidad a dicha fundación.