Las alergias o intolerancias alimentarias son reacciones adversas causadas al comer un alimento u alguno de sus componentes. Las alergias provocan alteraciones del sistema inmune producidas por la exposición a uno o varios alérgenos, mientras que las intolerancias cursan principalmente por alguna reacción digestiva.
“En alergias, los síntomas más comunes son los estornudos, la tos, los picores, erupciones en la piel, dolor abdominal o las diarreas”, apuntó la nutricionista española Laura González.
Además, advirtió, en casos más graves se puede producir una reacción conocida como shock anafiláctico, que requiere tratamiento urgente, ya que puede ocasionar la muerte en pocos minutos.
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Es por eso que estas personas suelen llevar siempre información sobre su enfermedad y una importante dosis de medicamentos para su aplicación inmediata en caso de necesidad.
En cuanto a una intolerancia alimentaria, los síntomas “suelen ser más bien de carácter digestivo, como diarrea, vómitos o dolor abdominal, y no aparecen de forma súbita”, destacó la especialista en nutrición.
“Así, cuando una persona celiaca consume algún alimento con gluten, se produce una alteración grave en el intestino que le impide absorber correctamente los nutrientes. Esto da lugar a graves problemas digestivos que pueden ocasionar desnutrición y otras molestias importantes”, añadió.
Alérgenos, ¿en qué alimentos podemos encontrarlos?
Aunque en ocasiones el alérgeno es el propio alimento, como pasa con los pescados o los huevos, en otras es un componente alimentario como el gluten o la lactosa.
Sin embargo, muchos alimentos que aparentemente podrían incluirse en la dieta también pueden contenerlos, ya que muchos de ellos se utilizan como ingredientes de alimentos procesados. Es el caso de la soja, el apio o los cacahuetes.
“Es importante recalcar que la eliminación de alérgenos de la alimentación en personas que no sufren ninguna reacción adversa diagnosticada —alergia o intolerancia—, no aporta ningún valor añadido a su alimentación ni a su salud”, subrayó González.
Incluso, añadió, puede ser perjudicial por la inadecuada sustitución de las fuentes de nutrientes clave.
“Es decir, la leche sin lactosa no aporta ninguna ventaja nutricional a las personas que no son intolerantes o alérgicas. Lo mismo ocurre con el gluten, quienes no son celiacos no comen más sano si excluyen el gluten”, aseveró la experta española.
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Consejos para prevenir reacciones adversas a alimentos
Desde diciembre de 2014, en Europa es obligatorio informar sobre la presencia de alérgenos tanto en alimentos envasados, como en los servidos en restaurantes o comedores colectivos. Ello evitaría que cualquier comensal sufra algún episodio alérgico.
De acuerdo con la nutricionista González, puedes prevenir las reacciones adversas a los alimentos de las siguientes maneras:
–Comer en casa a base de alimentos frescos excluyendo los que causan alergia y tomar medidas higiénicas para evitar contaminaciones cruzadas (cuando los alimentos entran en contacto con sustancias ajenas y nocivas para la salud).
–En caso de consumir alimentos envasados es muy importante leer las etiquetas; en la lista de ingredientes se señalan obligatoriamente los alérgenos.
–Ante la duda de si un alimento tiene un alérgeno o no, lo mejor es no comerlo.
–Si se busca un sustituto al alimento o la sustancia que causa el problema, debes asegurarte de que tiene características nutricionales similares: pescado y marisco por carne o huevos; soja por otra legumbre; leche de vaca por otra vegetal de soja o arroz enriquecido con calcio y sin azúcar añadido; pan de trigo por tortas de maíz o pan sin gluten, entre otras opciones.
–Tener en cuenta los alérgenos ocultos, como los frutos secos, que se pueden utilizar para salsas (como pesto), o los sulfitos, que pueden estar presentes en conservas.
¿Cómo cocinar en casa para evitar estas reacciones?
Si hay en casa algún alérgico o intolerante, la nutricionista recomienda cocinar antes las recetas exentas del alérgeno concreto para evitar la contaminación cruzada con otros platos; extremar la limpieza de manos, utensilios y superficies que hayan podido entrar en contacto con algún alimento que contenga ese alérgeno; y utilizar utensilios exclusivos, “por ejemplo, aceites en los que no se cocinen alimentos que contienen estas sustancias”, afirmó.