Durante la vida ingerimos más de un producto derivado de la leche, sin imaginar que proporcionamos a nuestro cuerpo una serie de nutrientes que le permiten desarrollarse mejor, evitar enfermedades y garantizar su salud.
Por eso hoy, en el Día Mundial de la Nutrición —organizado por la Federación Española de Sociedades de Nutrición, Alimentación y Dietética (FESNAD) y otras instituciones afines—, se presta mucha atención a todos los beneficios de la leche y sus derivados.
Bajo el lema “Lácteos: tenlo claro”, el FESNAD incentiva a las personas a incorporar este alimento a la dieta, con medida y bajo estricta vigilancia, en los casos excepcionales en los que haya riesgo de enfermar.
Lo más común es que algunas personas sean alérgicas o intolerantes a la lactosa.
Según la Clínica Mayo, la alergia es una respuesta anormal del sistema inmunitario y la reacción ocurre inmediatamente después de tomar leche. Genera síntomas graves o leves como la asfixia, calambres, ojos llorosos y secreciones nasales entre otros.
En cambio, en la intolerancia no interviene el sistema inmunológico, el cuerpo no soporta las proteínas o la lactosa y surgen malestares asociados a problemas digestivos como hinchazón, gases y diarrea.
Beneficios
Todos los lácteos contienen proteínas que generan un efecto antibacteriano, antiviral, antifúngico, antioxidante, antihipertensivo y antimicrobiano.
También posee hidratos de carbono que aumentan la absorción intestinal de calcio, lípidos para beneficiar el sistema cardiovascular e inmunológico, vitaminas que facilitan la transformación de los alimento en energía, y minerales que se comportan como un constituyente de huesos y dientes, además de formar parte de enzimas y hormonas.
Asimismo son alimentos de fácil consumo y masticación, por lo tanto ayudan a satisfacer los requerimientos de energía e hidratación.
“Además de ser alimentos básicos durante la primera etapa de la vida, juegan un papel fundamental durante la adolescencia y la madurez”, explica la federación española en un comunicado oficial.
La reducción del consumo en la dieta diaria provoca dificultades para alcanzar las cantidades recomendadas de calcio. Afortunadamente, existen muchas opciones de consumirlos como yogures, queso, mantequilla, cuajada y más.
Conoce aquí cuáles son las porciones adecuadas, según la Organización Mundial para la Salud.