Una de las bases de la pirámide alimenticia es el pan ya que contiene harina y esta provee al organismo de varios nutrientes.
En el mercado hay muchas variedades de pan, algunos están elaborados a base de centeno, maiz, arroz, trigo y otros, pero al momento de elaborarlos la harina es refinada o sin refinar, a lo que se conoce como integral.
El proyecto Nutrimedia del Observatorio de la Comunicación Científica (OCC) de la UPF, con la colaboración del Centro Cochrane Iberoamericano, ha evaluado las evidencias científicas disponibles para poder responder a la creencia de que el pan blanco engorda y el integral no.
La respuesta científica es que el pan blanco podría contribuir a aumentar el peso más que el integral, aunque este aumento sería muy ligero, o incluso podría no existir.
El resultado de la evaluación muestra que el pan integral aporta más beneficios a la salud que el pan blanco y que su consumo -a diferencia del pan blanco- no parece favorecer el aumento de peso o de la circunferencia abdominal. Según los investigadores, en cualquier caso, el posible aumento sería inferior a dos kilos y menor a dos centímetros de cintura.
Sin embargo esta y otras investigaciones indican que ambos aportan las mismas calorías. Y, aunque pareciera el integral es mejor para la salud los granos influyen en las bacterias intestinales y afectarían la digestión de los nutrientes como la obtención de alimentos.
La infografía continuación es elemental para conocer las ventas y desventajas de cada uno.
¿Y si el problema no es el pan sino el metabolismo de cada individuo?
Una investigación publicada en la revista Cell Metabolism dirigdo por Eran Segal, profesor del Instituto Weizmann de Ciencias en Israel detectó que hay dos especies de bacterias que sirven para predecir qué pan provoca la respuesta glucémica más alta.
“Estos hallazgos intrigantes indican que los miembros del microbioma intestinal de cada persona sirven de marcadores biológicos para predecir la respuesta glucémica de esa persona a ciertos alimentos”, agregó Angela Poole, profesora asistente de la División de Ciencias de la Nutrición de la Universidad de Cornell, Estados Unidos.
La conclusión es que todos estos años los estudiosos han buscado el mejor tipo de pan para todos, no el pan más adecuado al organismo y metabolismo de cada persona.