Las casas de Alta Costura han querido marcar una ruptura en la nueva edición de la Semana de la Moda primavera-verano 2022, que abrió este lunes, con un regreso a los desfiles presenciales tras dos años de presentaciones virtuales. Hasta trece de las 29 marcas incluidas en el calendario oficial de la Federación de Alta Costura y Moda, organizadora del evento, van a presentar sus nuevas colecciones en un desfile, un número considerable teniendo en cuenta que tan solo las más potentes, como Chanel, Dior o Jean-Paul Gaultier se atrevieron a volver de manera física el año pasado.
En el inicio de esta jornada, que concluirá el próximo 27 de enero, hemos disfrutado los desfiles de Chanel, Dior, Schiaparelli, entre otros. El magistral manejo de los tejidos, el uso del volumen, la joyas y los complementos son un faro de lujo artesanal que no solo deleita al ojo de los apasionados por la moda, sino también el alma de la selecta clientela de los talleres de alta costura parisina.
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Maestros del bordado
Dior ha apostado esta temporada por reinventar el trabajo del bordado, con una colección de Alta Costura concebida casi en su totalidad a partir de esta técnica adorada por la italiana Maria Grazia Chiuri, directora creativa de la marca. Unas sesenta creaciones se mostraron sobre la pasarela donde destacaron también las faldas plisadas transformadas en vestidos de cuello cerrado, abrigos estructurados y capas sobre conjuntos de chaqueta y pantalón.
Chiuri quiso "suprimir las fronteras entre el arte y la artesanía" poniendo en valor las relaciones entre las distintas creaciones, según explicó la diseñadora en las notas del desfile, la presentación se realizó en una carpa instalada en el Museo Rodin de París y que podrá ser visitada a partir de la semana próxima para poder apreciar los tapices que formaron parte de la locación.
Los bordados, en lugar de decorar las prendas, las erigen: dan la estructura y la arquitectura del tejido en trajes de día, o la ligereza del vestido, cuando se camuflan en el tul. Destacaron en pasarela un vestido entero de guipur con cuello alto y mangas globo, un mono de pedrería en apariencia elástico o una falda con cristales en movimiento.
Los bordados se colaron hasta en las medias y los zapatos, unas merceditas brillantes que acompañaron toda la colección. En cuanto a los colores, Chiuri apenas salió del gris claro y el blanco, con alguna introducción de negro en vestidos de noche, sobrios y de cortes puros.
Una elección que coincidió con lo visto horas antes en Schiaparelli, que abrió este lunes la pasarela con una colección sobria en el fondo -tan sólo hubo blanco, negro y dorado- pero muy atrevida en cuanto a accesorios.
Dioses de la opulencia
El estadounidense Daniel Roseberry, al frente de la casa Schiaparelli, conquistó al público con su búsqueda de crear una obra emotiva, más cercano al arte que al sentido profano de la ropa. De hecho, Roseberry explicó que su inspiración parte de la búsqueda de lo celestial, en lo que esperaba encontrar cierta calma en el contexto de la ansiedad y la pérdida que ha ocasionado la pandemia de coronavirus en los últimos dos años.
La firma, fundada por la diseñadora surrealista Elsa Schiaparelli, icono de los años 1920 y 1930, ha encontrado en 2022 una buena forma de reconectar con un público que busca cierta teatralidad y que explora una moda más cercana al arte. Vestidos tipo columna y corsés abiertos en el pecho se complementaron con monumentales sombreros, bolsos en forma de cabeza, láminas de metal que salen del escote y coronas con forma de halo.
Schiaparelli presentó una serie de creaciones en oro de 24 quilates, que en esta ocasión fueron más allá de los accesorios para convertirse en corsés, guantes y hasta vestidos esculpidos con cristales de los años 30.
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Teatralidad de la geometría
La misma teatralidad de los años 20 fue protagonista durante la presentación de Chanel, quien sorprendió al público utilizando a su embajadora Carlota Casiraghi como jinete y en un espacio digno de museo.
La hija de Carolina de Mónaco abrió la pasarela montada en su caballo con un traje de hípica negro en “tweed”. Pero esa no fue la única novedad de esta pasarela, en la que se mostró una colección ligera, delicada y onírica, con trajes de “tweed” de tonos alegres y colores pasteles combinados con pantalones de encaje tipo enaguas, blusas bordadas y vestidos de tul.
El azul marino coloreó los trajes de pantalón, con mangas francesas y chaquetas abotonadas, mientras que el negro y el blanco protagonizaron los estilismos de noche con faldas de tul abombadas, tipo bailarinas, y conjuntos bicolor a rayas. Las chaquetas se llevaron además con faldas largas de bordados y plumas y faldas-pantalones, pero también más alargadas, como si fueran minivestidos en una amplia versión de colores rosados.
Casiraghi se convirtió en cierto modo en la heroína del desfile, pero también en una reencarnación de la mujer que tal vez mejor representaría en la actualidad el espíritu de Gabrielle Chanel, fundadora de la marca e icono eterno del mundo de la moda.