Meghan Markle, la duquesa de Sussex, ha realizado la cuarta aparición en público desde que contrajo matrimonio con el príncipe Harry.
En esta ocasión acudió a la boda de Celia McCorquodale, sobrina de Diana de Gales quien se casó con el jugador de cricket George Woodhouse en la hermosa iglesia de San Andrés y Santa María ubicado en Lincolnshire, Inglaterra.
El evento tuvo lugar el sábado y los duques no podían faltar. En esta ocasión Meghan arriesgó con un vestido que aún no está a la venta y de la colección Resort 2019 de Oscar de la Renta valorado en nada más y nada menos que $5,135 dólares. Al look añadió un clutch nude de Carolina Herrera de $521 dólares y un tocado en la cabeza de la marca Marks & Spencer de $38.
Melania Trump: “todos los hombres de la familia Trump están vacíos por dentro”
Como nada queda atrás, los zapatos fueron el centro de atención. Curiosamente fueron los mismos que usó en su boda para acompañar el vestido de Stella McCartney.
Pero hablemos del vestido…
Pocos han asegurado que la opción fue la más acertada para un evento así. El caso es que las redes sociales no perdonaron a la duquesa y la mayoría manifestó que el vestido le quedaba muy grande.
El atuendo es un estilo wrap, relajado y de mangas que logran tapar las manos. El diseño apuesta por la comodidad con un corte relajado. El estampado azul y blanco con motivos flores está inspirado en la tradicional porcelana china. Por otro lado fue elaborado de viscosa y seda.
Para la boda de Celia McCorquodale no fue la mejor opción, pero algo atrevido con el que Meghan apostó dejar atrás lo entallado y lineal que desde hace un rato la caracterizan.
No obstante la revista de moda Harper’s Bazaar aseguró que fue el oufit perfecto para una boda de verano.